El capítulo 5 menciona que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote, “según el orden de Melquisedec” (Hebreos 5:6, 10). Y Hebreos 7:1-3 revela quién era este rey sacerdotal de Salem. Génesis 14:18-20 contiene la historia de Melquisedec como alguien a quien Abram pagó el diezmo después de rescatar a Lot del cautiverio. Melquisedec era tanto el rey de Salem como un sacerdote de Dios.
Salem, la palabra hebrea para “paz”, nos recuerda a Jesús, el Príncipe de la Paz (Isaías 9:6), el Señor de la paz (2 Tesalonicenses 3:16), el Dios de la paz (Romanos 16:20). Los sacerdotes levíticos no sirvieron como reyes, como lo hizo Melquisedec.
Hebreos 7:3 también menciona un aspecto de Melquisedec que era similar a Cristo. Ninguno de los dos era de linaje levítico. En otras palabras, no eran de la tribu de Leví, como lo era Aarón.
Algunos han sugerido que tal vez Melquisedec era una encarnación de Cristo o un ser celestial de algún tipo. Pero el autor de Hebreos sólo menciona repetidamente que el sacerdocio de Melquisedec se asemejaba al de Cristo, como lo han expresado otras traducciones. Por lo tanto, parece probable que sólo fuera un tipo, o símbolo, del ministerio sacerdotal de Jesús, que era una combinación de rey y sacerdote, sin vínculos con la tribu de Leví.
Hay varias maneras en que Cristo como Sumo Sacerdote es más efectivo que el sacerdocio levítico. En primer lugar, los sacerdotes terrenales no eran perfectos. Por lo tanto, no podían otorgar la perfección a otros como el Mesías sin pecado podía hacerlo. Tampoco los sacerdotes levíticos eran eternos. Ellos vivían y morían, al igual que el resto de nosotros. Mientras que Jesús siempre fue, es y será nuestro Sumo Sacerdote por toda la eternidad.
Sin embargo, los sacerdotes terrenales y los sacrificios de animales que eran una gran parte de su ministerio, eran importantes, aunque menos efectivos que el de Cristo. Eran ilustraciones necesarias para que entendiéramos a Dios y el plan de salvación. Apuntaban al Mesías y al gran sacrificio en que se convertiría para nosotros. Por lo tanto, su función era temporal, aunque vital en ese momento.
El nuevo pacto que representaba Cristo traería una revelación más completa del carácter de Dios y de su plan para salvarnos. Su ejemplo amoroso de humildad y obediencia, y la muerte que sufrió por toda la humanidad, lo convertirían en el Sacerdote más eficaz de todos.
