Hoy en día muchos están emocionados por la manera milagrosa en que Jesús alimentó a la multitud con sólo unos pocos panes y peces. Los milagros de curación que Él ya había realizado significaron que pronto las multitudes lo seguían a todas partes, especialmente porque este milagro en particular ocurrió cerca del tiempo de la Pascua (Juan 6:4). La alimentación de cinco mil personas cautivó los corazones de los discípulos de una manera que no se había experimentado desde la época de Moisés, cuando el maná, llamado pan del cielo, alimentó a los israelitas en el desierto.
Hay algunos paralelos interesantes entre la historia del Evangelio de Juan y la del Éxodo sobre Moisés. En primer lugar, Juan 6:3 menciona que Jesús había subido a una montaña (como solía hacer Moisés). Luego, Juan 6:5-6 dice que Jesús “probó” a Felipe preguntándole dónde podían comprar pan para todos (tal como los israelitas habían sido probados durante su experiencia en el desierto). Y finalmente, después de que todos fueron alimentados ese día, quedaron doce cestas. Esto debe haber sido una reminiscencia de las doce tribus de Israel.
Los discípulos no pudieron evitar preguntarse si este Maestro al que seguían podría ser en realidad el tan esperado Mesías, el Profeta y Libertador de Israel. No lo sabían del todo todavía, pero de hecho estaban vislumbrando la divinidad de Cristo.
