Tal vez la actividad que destaca en lo que respecta al tabernáculo terrenal eran los numerosos sacrificios de animales que tenían lugar allí. El papel de la sangre era, sin duda, una parte esencial de su ministerio. Su cultura dependía de los rebaños de animales, los mismos que se requerían para sus ofrendas de adoración. Esto pretendía enseñarles el alto coste del pecado.
La única manera de ser limpiados de su pecado y culpa era simbólicamente a través de la muerte de esos preciosos e inocentes animales. La sangre era derramada y rociada ceremoniosamente y con cuidado por los sacerdotes de la manera precisa que Dios indicaba. Señalaba el sacrificio definitivo del Hijo de Dios, el único que podía quitar verdaderamente nuestro pecado.
Anteriormente, esperaban la venida del Señor, como ahora miramos su tiempo con nosotros en la tierra. La aceptación de los términos de la alianza por nuestra parte, y la aceptación por parte de Dios de nuestro arrepentimiento por los pecados cometidos, son ambas tan necesarias antes del Mesías como después de su venida. El pacto depende de que tanto Dios como nosotros mantengamos nuestra relación en la forma que Él ha trazado para nosotros en el santuario.
Muchos versículos de la Biblia indican que fue Cristo, el Mesías, quien derramó su sangre para expiar nuestros pecados. La sangre de los animales no podía hacerlo. Simplemente prefiguraban el evento que tuvo lugar hace dos mil años en la cruz del Calvario.
Jesús entregó voluntariamente su vida como nuestro sustituto. Nosotros somos los que merecemos morir, no Él. Su vida sin pecado no merecía un final tan cruel. Nuestra única esperanza de vida eterna descansa en la sangre de nuestro Redentor, el Cordero de Dios sin mancha. Sólo Él puede darnos la vida y quitarnos la culpa y la vergüenza.
El Sustituto está disponible para todos los que aceptan el regalo que Él proporciona. Las promesas del pacto dependen de lo que hagamos con el conocimiento de Su muerte sacrificial. No debemos desaprovechar el privilegio de conocer a nuestro Señor y Salvador y depender de Él para que nos perdone y limpie de nuestros errores pasados.
