Cuando, como David, nos damos cuenta de nuestro comportamiento pecaminoso, es fácil centrarse en esas fechorías y en nuestra miseria y arrepentimiento actuales. Pero este autodesprecio no es productivo. El verdadero arrepentimiento nos quita el foco de atención y lo pone directamente en Dios.
La oración de David en el Salmo 51 nos muestra cómo ser perdonados y experimentar la redención. Nos desvanecemos en el fondo, y Dios es el centro de nuestros pensamientos y deseos cuando acudimos sinceramente a Él en busca de misericordia.
La oración de David no se detiene en su pecado, ni siquiera se menciona específicamente el incidente con Betsabé. En cambio, el deseo de todo corazón de David es reparar su relación con Dios y volver a sentir la presencia del Espíritu en su vida. Comprende el dolor que ha causado, no sólo a los demás, sino a su Padre celestial. Cuando se da cuenta de esto, el yo no importa tanto como la voluntad y la gloria de Dios.
El descanso en Dios es posible, incluso cuando hemos cometido casi todos los pecados del libro, como David. Recordar su historia y cómo encontró el perdón puede levantarnos cuando estemos en nuestro punto más bajo y necesitemos más ese tipo de descanso.
