Años atrás un día frio en New York. Un niño de 10 años descalzo temblando observaba atentamente una vitrina de una zapatería, la mujer se acercó al niño y le preguntaba ¿Por qué estaba observando la vitrina con tanto interés? Y el niño respondió que estaba pidiendo a Dios un par de zapatos, ahí está los zapatos, y la mujer la tomó de las manos al niño y lo llevo dentro del negocio, y pidió al vendedor que le trajera seis pares de zapatos y también una recipiente con agua, le llevó al fondo de la tienda se sacó lo guantes y lo lavó los pies y los secó con la toalla, colocó las media y luego los zapatos, y puso su mano sobre su cabeza y le pregunto, si se sentía más cómo y más confortable ahora. Y cuando la señora dio la vuelta para salir, el sorprendido niño aseguró su mano entre lágrimas le pregunto, ¿señora usted es la esposa de Dios? El niño le dijo la verdad que ella no imaginaba, la iglesia de Dios es la novia de Jesús. Y como miembros de la iglesia necesitamos reflejar el carácter de amor.
El enfoque de la lección de esta semana es saber que nunca fue parte del propósito divino que los seres humanos sufriera, que existiera pobreza, soledad, dolor y tristeza. Pero ante esa realidad el llama a sus seguidores para que le ayuden a socorrer a los marginados.
