Debería ser fácil detectar la inquietud (una actitud) y la rebeldía (una acción). Pero muchas veces vemos falsamente otra cosa y nos dejamos engañar por teorías falsas y presuntuosas que sólo conducen a más descontento. Vimos que esto sucedió repetidamente en las historias de Números 11-14 esta semana.
Nos preguntamos qué fue lo que impidió a Moisés participar en los levantamientos y, en cambio, trabajar con Dios para calmarlos. Números 12:3 nos dice que Moisés era muy humilde. Cada vez que nos olvidamos de ser humildes, no sólo ante Dios, sino incluso ante los demás, es probable que nos dejemos llevar por la muchedumbre, como les ocurrió a muchos en aquella época.
“Que nada se haga por ambición o por presunción egoísta, sino que con humildad de espíritu cada uno estime a los demás como mejores que a sí mismo. Que cada uno de vosotros mire no sólo por sus propios intereses, sino también por los de los demás.” Filipenses 2:3, 4 RVR
La humildad es una gran salvaguarda para nuestra fe. Funcionó para Moisés y puede funcionar para nosotros.
