Después de unos versos sobre Dios al principio de Isaías 41, Israel (“Jacob a quien he elegido, los descendientes de Abraham”) es llamado siervo de Dios (Isaías 41:8). El pueblo de Dios fue elegido con un propósito similar al del Mesías. Debían servir a Dios sirviendo a las naciones de su entorno y dándoles a conocer al verdadero Dios.
Este pasaje de Isaías está lleno de promesas a la nación sierva de Israel. El versículo 10 les recuerda que Dios les quitará el miedo, les dará fuerza y les ayudará a vencer a sus enemigos. Las bendiciones de Dios sobre ellos mostrarían a las naciones paganas circundantes que Dios se ha identificado estrechamente con su pueblo elegido.
Había abundantes bendiciones reservadas para Israel, si permanecían en esa relación de pacto con Dios que comenzó con Abraham, a quien se le llamó amigo de Dios.
