El primer lugar donde acamparon después de cruzar el río Jordán por tierra seca fue Gilgal. Fue aquí donde Josué hizo convertir las doce piedras en un monumento conmemorativo. Se les dijo que cuando sus hijos les preguntaran: “¿qué son estas piedras?”, debían relatar el gran milagro que Dios había hecho por su pueblo.
Más tarde, profetas como Samuel, Elías y Eliseo usarían Gilgal como su base de operaciones. Su significado no fue olvidado, lo que les permitió mantener su peculiar vocación e identidad.
Como cristianos de hoy, también podemos usar los emblemas del servicio de comunión de la “Cena del Señor” como una herramienta de recuerdo, compartiendo con los más jóvenes por qué amamos y adoramos a Dios por el asombroso sacrificio de Su Hijo Jesús.
Elena White incluso habló del valor de recordar la historia de nuestra iglesia para motivarnos en nuestra misión. “No tenemos nada que temer, excepto que olvidemos la forma en que el Señor nos ha guiado y su enseñanza en nuestra historia pasada”. Bosquejos de vida, p. 196 Por lo tanto, el olvido no es una opción si queremos mantener nuestro llamado y misión únicos.
