Jonathan Gallagher Leccion 9. Un legislador y juez (4T 2014—Santiago)

Leccion 9. Un legislador y juez (4T 2014—Santiago)

Textos bíblicos: Santiago 4:11–17; Hechos 17:11; Hebreos 4:15, 16; Lucas 12:13–21;
Eclesiastés 2:15–19; Tito 2:14.

Citas
• Cuando juzgas a otros, no los defines a ellos, te defines a ti mismo. Wayne Dyer
• Juzgar a otros nos hace ciegos, mientras que el amor ilumina. Al juzgar a otros
nosotros nos volvemos ciegos de nuestro propio mal y de la gracia a la que los
demás tienen derecho así como nosotros. Dietrich Bonhoeffer
• Ni siquiera Dios se propone a juzgar a un hombre hasta sus últimos días, ¿por qué
lo haríamos usted y yo? Dale Carnegie
• Las leyes son emanaciones esenciales del carácter equilibrado de Dios; que
irradian desde el Sol hasta el borde circular de la creación. En realidad, el
poderoso Legislador se ha sometido a sí mismo a las leyes. Theodore Roosevelt
• La ley descubre la enfermedad. El evangelio ofrece el remedio. Martín Lutero
• La ley divina, vista por los cristianos, exhibe libertad, da libertad, es libertad.
Robert Johnstone
• Solo Dios puede juzgarme. También es la única persona a la que voy a prestarle
mi teléfono celular. Anónimo

Para debatir
¿Cuál es el punto de la ley? ¿Cómo nos relacionamos con los gobernantes? ¿Por
qué Dios define la ley de manera clara para nosotros? ¿Cuál es la buena noticia de Dios
como juez? ¿Queremos evitar las implicaciones de la ley, o las recibimos como la forma
de vivir correctamente? ¿Puede el bien definirse por la ley, o este va más allá de tales
definiciones? ¿Cómo se ve a Dios en medio de todo esto?

Resumen bíblico
Santiago 4:11, 12 nos dice que no nos critiquemos unos a otros, porque al hacerlo
estamos criticando la ley. Porque la ley del amor nos dice que esto está mal, mientras que
la ley escrita también deja claro que hablar mal de los demás es una violación a los
mandamientos de Dios. Si condenamos la ley de Dios, entonces nos estamos
autodenominando como jueces de los métodos de Dios. ¡Qué ridículo que pensemos que
podemos decidir lo que es bueno y correcto más que Dios! Eso no quiere decir que
examinemos la verdad y tomemos nuestras propias decisiones sobre lo que está bien.
Dios nos invita a la investigación. Pero dejar a un lado la ley de Dios y decidir por
nosotros mismos es una necedad.

No podemos planear el futuro como si fuéramos a vivir para siempre. No sabemos
cuánto tiempo tenemos. Así que recordemos y asegurémonos de que vivimos en armonía
con los demás y con Dios, tratando de hacer lo mejor mientras estemos aquí: “¡No tienes
idea de lo que sucederá mañana! ¿Qué es tu vida? Es solo una neblina que se aparece por
un poco de tiempo, y luego se va.” Santiago 4:14 FBV. No podemos presumir de
nosotros mismos. Luego Santiago nos da una gran definición de lo que es realmente el
pecado: “Porque es pecado si usted sabe hacer lo que es correcto, pero no lo hace.”
Santiago 4:17 FBV.

Los de Berea comprobaban la Escritura para asegurarse de que lo que Pablo les estaba
diciendo era verdad (Hechos 17:11). Cristo, el dador de la ley también es nuestro sumo
sacerdote para que podamos acercarnos con confianza al trono de la gracia (Hebreos
4:15, 16). A Jesús le pidieron que dividiera una herencia entre dos hermanos, pero él se
negó, pidiendo que lo hiciera un juez. Entonces les contó la parábola del hombre rico que
decidió construir graneros más grandes, y sin embargo, iba a morir esa noche. Su punto
es que tenemos que mirar más allá de los aspectos legales de la vida, mira los temas más
importantes como el amor, la misericordia y el destino eterno (véase Lucas 12:13-21).
Salomón también en sus experimentos descubrió que la vida no tiene ningún sentido en
absoluto sin Dios y su futuro (Eclesiastés 2:15-19). Jesús se entregó por nosotros para
que pudiéramos ser uno con él (Tito 2:14).

Comentario
En el Oeste, los bandidos no tienen ningún respeto por la ley. Viven fuera de ella. El
resultado es: la única ley es la ley de la pistola, el que pueda disparar más rápido. Sin el
control de la ley, nadie sobrevive por mucho tiempo.
Es por eso que Dios da la ley. Como explica Gálatas 3:19 FBV: “Entonces, ¿cuál era
el propósito de la ley? Fue añadida por causa de las transgresiones”. Si la ley se define,
entonces no hay excusa para no saber lo que es malo. La ley es dada en aras de que haya
claridad, para que no pueda haber ninguna duda. Lo que la ley no hace es proporcionar un
medio para guardarla. Tampoco es concebida como un medio para destruirnos, pues
morimos de todos modos. Lo que la ley hace es aclarar qué es lo correcto e incorrecto, nos
muestra la forma en que funciona el universo de Dios. Es la forma en que funcionamos
nosotros. El bien es el bien y el mal es el mal, y nada puede cambiar dichas propiedades
intrínsecas.

Como escribió George E. Fifield: “Satanás siempre ha dicho que la ley de Dios es
arbitraria e injusta, y su gobierno tirano. Por este medio él pretende justificar su secesión de
ese gobierno, y su intento de exaltar su trono sobre las estrellas de Dios… A pesar de las
cavilaciones de Satanás, la ley es una revelación divina de amor infinito e inmutable”
Nuestro aprecio por las leyes morales de Dios debe ser el mismo que el de sus leyes
físicas. Vemos cómo operan las leyes del universo. Reconocemos que podemos “desafiar” la
ley de la gravedad, pero esto sería en detrimento nuestro. Pues lo mismo puede decirse de
todas las leyes de Dios, las cuales están allí para proporcionar orden y protección, no para
imponer un capricho divino arbitrario. Debemos estar contentos por las leyes de orden que
Dios ha establecido y que impiden que todo descienda al caos.

Jesús define la “ley” mayor como amar a Dios, total y absolutamente. Esto nos
lleva a amar a todos los demás, porque Dios es amor y hace precisamente eso. (Mateo
22:37, 38). Por lo tanto crecer en amor será una consecuencia de conocer y estar con
Dios. Es un resultado inevitable. Esto es lo que Pablo describe como “Cristo vive en mí,”
no es que perdamos nuestra individualidad o nuestra responsabilidad, sino que al igual
que Cristo, ya no vivimos para nosotros mismos. Nuestra responsabilidad es la de
escuchar la verdad acerca de Dios, y ayudar a otros a reconocer el fascinante carácter de
Dios. ¡Estamos llamados a enseñar la verdad en el amor, y crecer!
Glenn Ruminson dice muy bien: “La ley de Dios es descriptiva. Dios describe la
forma en que vivirán las personas que estén en armonía con Él y las consecuencias
naturales que se producirán cuando estas personas se nieguen a seguir sus caminos o se
comporten de forma destructiva. La justicia de Dios exige que los hombres tengan la luz
de la verdad y que al ser ganados para a amarlo y confiar en él van a aceptar el perdón y
la sanidad que rompe la cadena de consecuencias naturales que lleva a la ruina y la
muerte.”

“Entonces, ¿cuál era el propósito de la ley? Fue añadida a causa de las
transgresiones.” Gálatas 3:19 NVI. En otras palabras, es solo a causa del pecado y del
mal que Dios establece la ley en la forma en que lo hace. Es una respuesta, una ayuda,
con el problema del mal. Ayuda a definir la verdad y la razón, pero la ley por sí misma no
nos hace buenos.

Si nos quedamos con los fariseos y su sistema de guardar la ley, solo veremos el
pecado como la ruptura de las reglas. Pero es mucho más que eso: es la destrucción de
una relación con Dios y es el rechazo a los principios fundamentales de la verdad y la
razón. Y a medida que nos acercamos de nuevo en esa relación correcta con Dios,
entonces el pecado ya no será una preocupación por las normas sino llegar a ver el
pecado como abominable, que ni siquiera deseemos pensar en hacer el mal.
Porque el mal del pecado no solamente es la desobediencia a un conjunto de
instrucciones, sino la desconfianza, la incredulidad, el rechazo a Dios. Así que solo
cuando la confianza absoluta en un Dios fiel se restablezca, se restablecerá también la
armonía del universo de Dios. Es la bondad de Dios la que nos guía al arrepentimiento
(Romanos 2:4), no el miedo al castigo por el incumplimiento de las leyes. Si todavía le
tememos, entonces no lo amamos de verdad: “Donde hay amor no puede haber miedo.
Dios nos ama completamente, y este amor echa fuera todos nuestros temores. Si tenemos
miedo, es porque tenemos miedo de ser castigados y esto demuestra que no hemos sido
totalmente restaurados por la plenitud del amor de Dios.” (1 Juan 4:18 FBV).
La relación correcta depende de conocer a Dios como Él realmente es, y en
conformidad con Dios de que Su camino es totalmente recto. ¡Es por eso que decimos
que Dios es bueno! Solo cuando cada uno entre en esa relación amorosa con un Dios
verdaderamente bueno, que quiere sanarnos y salvarnos; solo entonces se podrá reparar el
daño del pecado y serán refutadas las acusaciones del diablo.

Comentarios de Elena de White
No debemos considerar como cosa baladí el hablar mal de los demás, ni
constituirnos nosotros mismos en jueces de sus motivos o acciones. “El que murmura del
hermano, y juzga a su hermano, este tal murmura de la ley, y juzga a la ley; pero si tú
juzgas a la ley, no eres guardador de la ley, sino juez.” Santiago 4:11. Solo hay un Juez,
“el cual también aclarará lo oculto de las tinieblas, y manifestará los intentos de los
corazones.” 1 Corintios 4:5. Y todo el que se encargue de juzgar y condenar a sus
semejantes usurpa la prerrogativa del Creador. {Patriarcas y Profetas, p. 405}
Ellos [los escribas y fariseos que se creían justos] Habían representado tan mal a
Dios, que se lo consideraba como un Juez severo, incapaz de tener compasión,
misericordia y amor. Cuando no tenían un “Así dice el Señor” como su autoridad,
presentaban al pueblo máximas y tradiciones interminables como procedentes de Dios.
Aunque profesaban conocer y adorar al Dios vivo y verdadero, lo desfiguraban
totalmente; y el carácter de Dios, como lo representaba su Hijo, fue como un asunto
original, un nuevo don al mundo. Cristo hizo todo esfuerzo para eliminar las
falsificaciones de Satanás, para que pudiera ser restaurada la confianza del pueblo en el
amor de Dios. El enseñó a los hombres a dirigirse al Supremo Gobernador del universo
por el nombre de “Padre nuestro”.” Este nombre indica su verdadera relación con
nosotros, y, cuando es pronunciado con sinceridad por labios humanos, es como música a
los oídos de Dios. Cristo nos conduce al trono de Dios por un camino nuevo y viviente, a
fin de presentarse ante nosotros en su amor paternal. {Review and Herald, 11 de
septiembre de 1894}

Pero el plan de redención tenía un propósito todavía más amplio y profundo que
el de salvar al hombre. Cristo no vino a la tierra solo por este motivo; no vino meramente
para que los habitantes de este pequeño mundo acatasen la ley de Dios como debe ser
acatada; sino que vino para vindicar el carácter de Dios ante el universo… El acto de
Cristo, de morir por la salvación del hombre, no solo haría accesible el cielo para los
hombres, sino que ante todo el universo justificaría a Dios y a su Hijo en su trato con la
rebelión de Satanás. {Historia de los Patriarcas y Profetas, p. 68-69}

Jonathan Gallagher escuela sabaticaPreparado y Escrito por: © Jonathan Gallagher 2014
Traducción: Shelly Barrios De Ávila

Radio Adventista
1 comment… add one
  • Muy bueno lo que hacen , hermanos. Un comentario completísimo y al punto de las lecciones. Gracias!! Dios los bendiga!!

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