El Evangelio de Juan destaca la vida eterna y salvadora que recibimos de Jesucristo más que cualquier otro libro de la Biblia. La única Persona que puede ser esa fuente de vida es Dios mismo, el Creador de la vida. Ningún ángel, santo o caído, tiene la capacidad de darnos vida de ningún tipo. Es el papel de Dios darlo. Eso es lo que Él hace cuando creemos en quién es Él y ponemos nuestra lealtad en la fuente de la vida.
Juan, conocido como su discípulo amado, dejó muy clara la identidad divina de Jesús en su primer capítulo y en todo su registro evangélico del extraordinario ministerio terrenal de Cristo. Solo Jesús puede dar vida, tanto la vida salvadora y abundante que tenemos ahora como la vida eterna con Él en la tierra hecha nueva. Esto se debe a que Él es la fuente de la vida, el Creador de todo el universo.
Jesús también afirmó su deidad al hacer varias declaraciones que apuntan claramente a la existencia eterna de Dios. Dios, que fue, es y será, se llamó a sí mismo ‘YO SOY’ cuando se apareció a Moisés en una zarza ardiente. Jesús se describió a sí mismo con las palabras ‘YO SOY’: yo soy la luz del mundo, soy el pan de vida, el Buen Pastor y la Vid Verdadera.
