Los líderes influyen en los liderados. Los buenos líderes conducen al éxito, los malos líderes producen dos resultados: liderados por ir de mal en peor y otros liderados por no aceptar a los líderes y recurrir a otras direcciones, buenas o malas.
Hoy tenemos la historia de cinco líderes en Israel y Judá: el primero es el rey Roboam, hijo de Salomón. Su gobierno fue un desastre, que finalmente dividió el reino en dos, debilitando al pueblo de Dios. La mayor parte de la culpa de la división recayó en su padre, quien, a pesar de toda su sabiduría y conocimiento, decidió construir un templo para dioses paganos y adorarlos. Además de eso, para financiar su avaricia y estas construcciones, agobiaba a la gente con impuestos muy pesados. El hijo siguió a su padre y perdió diez de las doce tribus. Quien pierde liderados es un mal líder.
