En Hebreos 9:24, nuestro texto de memoria, se describe a Jesús como un hombre que se presenta ante el Padre. Para entender el significado completo de esto, recordamos que los varones hebreos debían “presentarse ante el Señor” en Jerusalén tres veces al año. Éxodo 23:14-17 y Deuteronomio 16:16 nos dicen que estas peregrinaciones incluían la Fiesta de los Panes sin Levadura (la Pascua), la Fiesta de las Semanas o de la Cosecha (más tarde conocida como Pentecostés), y la Fiesta de los Tabernáculos (o Cabañas).
Jesús murió el día de la preparación de la Pascua, al mismo tiempo que se sacrificaban los corderos de la Pascua. Resucitó al tercer día, cuando el sacerdote debía agitar la gavilla de cebada madura como primicia de la cosecha. Cuarenta días después, Jesús ascendió de nuevo al cielo para sentarse a la derecha de Dios. Esto inauguró el nuevo pacto en el día de Pentecostés.
Estos asombrosos cumplimientos de las profecías y las precisas representaciones simbólicas tienen como objetivo construir nuestra fe en el plan de salvación que Dios ha puesto a disposición a través de su Hijo. Algún día viajaremos a esa Canaán celestial, llamada “país mejor” en Hebreos 11:16. Esperamos esa peregrinación final con nuestro Señor.
