Tener al Mesías nacido a través de su línea de sangre fue quizás la mayor bendición de Israel, y la razón por la que Dios los eligió como su pueblo especial. Sin embargo, fue sólo cuando guardaron correctamente la Ley de Dios que fueron bendecidos por Dios y fueron considerados grandes por otras naciones.
Esta Ley moral describe perfectamente el carácter de Dios. Al tener el carácter de Dios así inscrito en sus corazones, serían demostraciones vivas del amor de Dios. Toda su nación sería reconocida como grande, pero lo más importante es que serían grandes a los ojos de Dios, tanto colectiva como individualmente.
Mucho dependía de su fidelidad. Pero a menudo fueron desobedientes y se alejaron de Dios, ya sea por la idolatría o por sus propias tradiciones que hicieron de la Ley una carga innecesaria.
Satanás ha hecho todo lo posible para desviar nuestra atención de la Ley. Al hacerlo, desvía nuestra atención de Dios. Dios es amor (1 Juan 4:8), y el mayor mandamiento, según Jesús, es amar (Mateo 22:37-40).
Cuando vemos la Ley como algo distinto a una expresión de amor, tenemos que examinar lo que sabemos sobre la Ley. Sin duda, Dios sigue buscando personas que reflejen Su amor al guardar Su Ley.
