Jesús les dio un sermón poderoso en la montaña, donde dijo vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor. ¿Con que será salada? Si no sirve para nada será echada fuera por los hombres. Sabemos que no podemos ocultar una ciudad construida sobre una colina, ni se enciende la lámpara para poner debajo el celemín, sino sobre un candelero, así podrá alumbrar toda la casa, de la misma forma alumbra vuestra luz delante de los hombres, así podrán ver vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro padre celestial.
Lo quiere decir es que un poco de sal hace la diferencia, y también un poco de luz hace la diferencia, porque antes de la sal desaparece el sabor insípido, antes de la luz la oscuridad huye. Pero lo más importante, nunca debe ser demasiado salado, y aumentar la intensidad de la luz, así que como cristianos debemos ser como la luz que ilumina con intensidad, y la hora correctas en cuanto en cuanto al sabor el mensaje según sea necesario y en el momento indicado.
