Mientras que Job, David y otros expresaron su resurrección a nivel personal, el profeta Isaías habló de la experiencia de la vida después de la muerte como algo que nos sucede a todos juntos. Los justos resucitarán juntos a la vida eterna, pero todos los impíos muertos serán resucitados y destruidos por la eternidad.
Isaías 26:19 habla de los justos resucitados de esta manera: “Tus muertos vivirán; junto con mi cuerpo muerto se levantarán. Despierta y canta, tú que habitas en el polvo; porque tu rocío es como el rocío de las hierbas, y la tierra echará a los muertos”.
Luego, en Isaías 26:21, leemos: “Porque he aquí que el Señor sale de su lugar para castigar a los habitantes de la tierra por su iniquidad; también la tierra revelará su sangre, y no cubrirá más a sus muertos”.
Malaquías vio esa segunda resurrección de los malvados y la describió de esta manera “Porque he aquí que viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios, sí, todos los que hacen la maldad, serán rastrojos. Y el día que viene los quemará’, dice el Señor de los ejércitos, ‘que no les dejará ni raíz ni rama’. “(Malaquías 4:1).
Hay esperanza y consuelo en las palabras de Isaías, que declara en Isaías 26:6: “Y en este monte el Señor de los ejércitos hará fiesta para todos los pueblos…” y en el versículo 8: “Tragará la muerte para siempre, y el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros”. Juan, el autor del Apocalipsis, por supuesto, utilizó un lenguaje similar al describir estos acontecimientos (Apocalipsis 19:9 y 21:4).
Daniel nos dice especialmente que “los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán” (Daniel 12:2). Esta resurrección ocurre en el momento en que Miguel, el gran príncipe, se levanta (Daniel 12:1). Vemos en el versículo 2 que los justos y los injustos experimentarán una resurrección. (El tiempo general de estas resurrecciones se aclara en los últimos capítulos del Apocalipsis).
Ha habido cierta confusión sobre quién es este Miguel. Pero en cada una de las visiones anteriores de Daniel, hay referencias a un ser divino llamado “el Príncipe del ejército” (Daniel 8:11), “el Príncipe de los príncipes” (Daniel 8:25), y “el Mesías Príncipe” (Daniel 9:25). Esto lleva a muchos teólogos a identificar a Miguel nada menos que con Cristo, el Mesías. Sólo él tendría el poder sobre la vida y la muerte (Apocalipsis 1:18).
Marta, cuyo hermano Lázaro había muerto mientras Jesús estaba ausente, tenía esta misma esperanza de una resurrección. Le dijo a Jesús: “Sé que resucitará en la resurrección del último día” (Juan 11:24). Ella tenía esta creencia en la resurrección a través de su comprensión de los escritos del Antiguo Testamento, las únicas escrituras disponibles para ella.
