Dios, que debió sentir rechazo por la negativa de Ahaz a pedir una señal, misericordiosamente le dio una de todos modos. Esta señal animaría e informaría a muchas generaciones futuras. Era una profecía de su propio y querido Hijo, que nacería de una virgen y cuyo nombre Emanuel significaba “Dios con nosotros” (Isaías 7:14).
No conocemos a nadie que encaje en esta descripción durante la vida de Acaz, que pueda haber servido como precursor de Cristo. Pero sí sabemos del nacimiento de Jesús más tarde en Belén, que definitivamente cumplió los requisitos de esta profecía.
Este signo de un Hijo fue mencionado más tarde en todos los escritos de Isaías. Se nos dan muchos detalles sobre cómo identificar al verdadero Hijo de Dios. El que probaría, sin duda, que Dios está con nosotros.
El nombre Emanuel, que significa literalmente “Dios con nosotros”, era una promesa de la presencia de Dios que estaría con ellos, incluso antes del nacimiento del Mesías. Los nombres hebreos carecían de verbos, por lo que fácilmente se podría suministrar la palabra “es” – Dios ESTÁ con nosotros.
Este signo tenía la intención de dar la seguridad de que cuando experimentaran dificultades y dolor, Dios seguiría estando con ellos a través de todo. La presencia de Dios siempre ha sido sentida por aquellos en la tierra, tanto antes como después de la crucifixión y resurrección de Jesús.
Cuando Esteban fue condenado y estaba a punto de ser apedreado, vio “¡Jesús de pie a la derecha de Dios!” (Hechos 7:55). Muchas referencias bíblicas describen a Jesús SENTADO a la derecha de Dios. Ver Hebreos 11:3.
Por lo tanto, podríamos concluir que Jesús no se tomó la molestia de sentar a Esteban. Ni tampoco se tomará nuestro problema de esa manera. El Hijo de Dios está interviniendo activamente por nosotros en el reino celestial. Envía el Espíritu Santo para consolarnos y fortalecernos, siempre que lo invocamos.
