Un punto que quizás hayamos pasado por alto en nuestro estudio de Marcos 2 y 3 fue la ubicación siempre cambiante del ministerio de Jesús. No se limitó a enseñar en la sinagoga. Sirvió a Dios dondequiera que estuviera el pueblo. Lo encontraron afuera, en áreas rurales alrededor del Mar de Galilea, en las casas de Sus seguidores y en la oficina comercial de un recaudador de impuestos. Incluso entregó un mensaje después de caminar por un campo de grano. La gente lo notó en muchos entornos, mientras compartía compasivamente con el mundo cómo era Dios.
Nosotros también debemos pensar que el deber para con Dios a menudo está fuera de nuestra comunidad de fe. Ser cristiano implica más que lo que sucede en la iglesia. Reunirnos con compañeros de creencia fortalece nuestra capacidad de servir, pero nuestro testimonio debe impregnar todas las áreas de la vida. Los familiares, amigos y compañeros de trabajo también deben poder sentir nuestra conexión con Dios mientras realizamos nuestras tareas diarias, a pesar de las controversias que seguramente se nos presentarán.