Muchas parábolas de Jesús están documentadas en el Evangelio de Mateo. Varios de ellos en el Capítulo 13 tratan de plantar semillas y verlas crecer. La parábola del trigo y las taras (Mateo 13: 24-30) fue seguida por una explicación de Jesús (Mateo 13: 36-39), dejando pocas dudas sobre su interpretación.
Como Jesús explicó simple y tiernamente, él, el Hijo del Hombre, es el sembrador. El campo donde tiene lugar la plantación es el mundo. Las buenas semillas son los hijos del reino de Dios; Pero las taras, o malezas, son los seguidores de Satanás, el malvado. Sí, Satanás (la parábola lo llama ‘un enemigo’) es responsable de las taras en el campo. La cosecha ocurre al final de los tiempos, y los ángeles celestiales son los cosechadores.
Por lo tanto, se nos ha demostrado que el diablo es el responsable del mal en nuestro planeta. Nos han dicho que dejemos que las malas hierbas crezcamos hasta la cosecha. Solo cuando las taras hayan logrado su pleno crecimiento, estarán a salvo para que Jesús y sus ángeles los separen del trigo sano. Quemar las taras incluso se ajusta al resultado final que Dios ha planeado para los malvados. Su destrucción total por incendio garantiza que ya no amenazarán el buen trigo.
