Sábado, Diciembre 21
Epílogo: Conocer a Jesús y su Palabra
Lee para el estudio de esta semana
Juan 21; 11:9, 10; 8:42-44; 4:46-54; 2 Timoteo 3:16; Juan 15:1-11.
Para memorizar
“Ustedes escudriñan las Escrituras porque piensan que en ellas tienen la vida eterna. ¡Ellas testifican de mí!” (Juan 5:39).
El Evangelio de Juan, como el de Marcos, termina con un encuentro en Galilea. Esta última lección acerca del Evangelio de Juan se refiere a ese encuentro, pero lo integra con el tema de cómo conocemos a Jesús y la Palabra de Dios, un concepto que recorre el cuarto Evangelio.
Aunque llevaban más de tres años con Jesús y él les había anunciado una y otra vez lo que sucedería, los discípulos seguían sin estar preparados para la crucifixión y la resurrección. Por desgracia, no habían prestado atención a sus palabras.
Corremos hoy el mismo peligro: oír o leer la Palabra de Dios sin escucharla, sin prestarle atención, sin permanecer en ella, sin obedecerla. Es decir, no aceptarla como la luz que debe guiar nuestros pensamientos y acciones. Desgraciadamente, demasiados cristianos se encuentran en esta situación, tal vez sin darse cuenta.
En esta última semana de estudio del Evangelio de Juan, analizaremos algunos de los puntos clave de este documento que pueden ayudarnos a ir más allá del mero conocimiento intelectual acerca de Jesús para, en cambio, conocerlo mejor y permanecer más estrechamente unidos a él y a su Palabra.
Domingo, Diciembre 22
Encuentro en Galilea
Lee Juan 21:1 al 19. ¿Qué verdades cruciales se revelan aquí, especialmente acerca de la gracia de Dios y la humildad humana?
Juan 20 termina con el propósito del libro. Sería, pues, el lugar lógico para concluir, pero hay un capítulo más. El capítulo 21 comienza con el regreso de algunos de los discípulos a Galilea y con la sugerencia de Pedro de pasar una noche en el lago. Parece que han vuelto los viejos tiempos, y los discípulos retoman su antiguo oficio, la pesca. Pero esa noche no pescan nada.
Por la mañana, un misterioso desconocido les dice desde la orilla que echen la red a la derecha de la barca. Entonces pescan tantos peces que no pueden recoger la red. Aquello fue un eco del comienzo de su ministerio con Jesús (ver Luc. 5:1-11). Juan reconoce inmediatamente a Jesús y se lo dice a Pedro, quien enseguida salta al agua y nada hasta la orilla.
Jesús hace tres preguntas a Pedro, todas relacionadas con el amor a su Maestro. Antes de la crucifixión, Pedro insistió en que daría su vida por Jesús (Juan 13:37). Entonces, Jesús predijo su triple negación (Juan 13:38). En este encuentro en Galilea, Pedro no se pone a sí mismo como punto de referencia, sino a Jesús: “Señor, tú sabes todas las cosas. Tú sabes que te quiero” (Juan 21:17).
Algunos observan que Jesús utiliza el verbo agapaō, que significa amar, al interrogar a Pedro (excepto la última vez), y que Pedro siempre responde con fileō, que significa amar, pero solo como amigo. Ven implícito en este juego de palabras que Pedro no ha alcanzado el tipo superior de amor.
En realidad, la respuesta de Pedro se centra en la humildad. Con el fracaso de Pedro siempre ante él, es más probable que utilice humildemente un “término inferior”, sin atreverse a reclamar demasiado para sí. Y es esta humildad la que Jesús reconoce, y la que resulta crucial para restaurar a Pedro en el ministerio. Sin duda, la humildad es una de las mejores cualidades para el ministerio, porque hace que el centro de atención sea Jesucristo, no uno mismo.
La restauración de Pedro y su papel como líder de la iglesia primitiva es una de las pruebas más contundentes de que Jesús resucitó. Sería difícil explicar la prominencia de Pedro si Jesús no lo hubiera restaurado al ministerio en presencia de los otros discípulos.
¿Por qué es tan importante la humildad para conocer al Señor? A la luz de la Cruz, ¿de qué podemos sentirnos orgullosos?
Lunes, Diciembre 23
Mantener los ojos en Jesús
Lee Juan 21:20 al 22. ¿Qué pregunta llevó a Pedro por un camino equivocado? ¿Cómo enderezó Jesús el camino del discípulo?
Jesús acababa de restaurar a Pedro en el ministerio y le dijo: “Sígueme” (Juan 21:19). Probablemente se refirió en principio a una caminata con el Maestro por la playa. De hecho, Pedro giró su cabeza, vio que Juan también seguía a Jesús y le preguntó: “Señor, ¿y qué de este?” (Juan 21:21).
Al restaurar a Pedro en el ministerio, Jesús había predicho la forma en que moriría (Juan 21:18). Parece que Pedro también sentía curiosidad por la muerte de Juan. Jesús redirige la atención de Pedro hacia la cuestión de seguirlo sin preocuparse por lo que habría de ocurrir con su condiscípulo.
Lee Juan 21:23 al 25. ¿Cómo se malinterpretó la declaración de Jesús? ¿Cómo corrigió el apóstol Juan ese malentendido?
La gente malinterpretó lo que Jesús quiso decir con: “Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Tú sígueme” (Juan 21:22). Pensaron que eso significaba que Jesús volvería antes de que Juan muriera. A medida que pasaba el tiempo y Juan se acercaba cada vez más a la muerte sin que Cristo volviera, aquello podía convertirse en una crisis. Juan corrige esta idea equivocada indicando que las palabras de Jesús habían sido una expresión de deseo, no una profecía acerca de lo que ocurriría.
La idea de centrarnos en Jesús en lugar de hacerlo en otras personas es una poderosa introducción al resto de la lección de esta semana. Solo Jesús es nuestro Salvador. Inevitablemente, la gente te decepcionará y tal vez incluso te lastime.
Las verdades tratadas de martes a jueves retomarán el tema de la comprensión de la Palabra de Dios, con el objetivo de conocer y seguir a Jesús, quien es el único que debe ser nuestro Maestro y Guía, independientemente de la ayuda, el consejo y la orientación que otros puedan darnos.
¿Cuántas veces te han decepcionado algunas personas a las que tal vez admirabas? ¿Qué lecciones, por duras que hayan sido, aprendiste de esas experiencias?
Martes, Diciembre 24
Luz y oscuridad
Lee Juan 1:4-10; 3:19-21; 5:35; 8:12; 9:5; 11:9, 10; 12:35. ¿Qué gran contraste se presenta aquí y por qué es tan fundamental para comprender la verdad?
El mundo está en tinieblas; rehúye la luz y no puede, por sí solo, encontrar el camino hacia el Dios verdadero, el Dios personal de la Creación, la Revelación y la Redención.
“Nunca puede la humanidad, por sí misma, obtener un conocimiento de lo divino. ‘Es más alta que los cielos; ¿qué harás? Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás?’ Únicamente el espíritu de adopción puede revelarnos las cosas profundas de Dios, las que ‘ojo no vio, ni oído oyó, y que jamás entraron en pensamiento humano. Pero a nosotros nos las ha revelado Dios por medio de su Espíritu’ ” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, pp. 387-388).
Solo Jesucristo “dio a conocer” al Padre (Juan 1:18). El verbo griego así traducido es exēgeomai, que significa “interpretar”, “explicar”, “exponer”. Juan presenta a Jesús como el mensajero celestial, el que da a conocer a Dios. Solo a través de Jesús podemos conocer verdaderamente a Dios.
Lee Juan 8:42 al 44. ¿Cómo describe Jesús el falso fundamento sobre el que los líderes religiosos de Israel habían basado su fe?
Los que no están en la verdad hablan desde sus propios recursos. Ellos “ven” el significado de un texto solo desde una perspectiva humana. Por el contrario, debemos aceptar que Cristo es la luz del mundo y seguirlo en nuestra interpretación de su Palabra. Por el contrario, el diablo “habla de lo que él mismo es” (Juan 8:44). Si no tenemos cuidado y no nos rendimos en fe y obediencia a Dios, corremos el peligro de hacer lo mismo: leer el texto basándonos únicamente en nuestros propios deseos, anhelos y perspectivas, un error mucho más factible de lo que creemos.
¿Cómo respondes a las verdades de la Palabra de Dios? ¿Las aceptas con la actitud correcta o con desagrado?
Miércoles, Diciembre 25
Teología desde “arriba” o desde “abajo”
Lee Juan 4:46 al 54. ¿Qué problema llevó al funcionario a Jesús y cuál era la verdadera cuestión subyacente?
Este hombre vino a Jesús, la Luz del mundo, pero había tomado la decisión de creer solamente si Jesús sanaba a su hijo. Podríamos decir que la teología de este hombre era una “teología desde abajo”. La teología desde abajo establece reglas y normas para Dios y su Palabra. Las defectuosas, limitadas y subjetivas ideas humanas se convierten en la autoridad final acerca de cómo las personas interpretan la Palabra de Dios. ¡Qué trampa tan peligrosa!
Por el contrario, la teología “desde arriba” responde por fe, creyendo primero en Dios y en su Palabra (Juan 4:48; 4:48; 6:14, 15; 2 Tim. 3:16). Debemos creer las palabras de la Escritura si queremos creer las palabras de Jesús (Juan 5:46, 47). “Si ustedes permanecen en mi palabra, son realmente mis discípulos” (Juan 8:31). Si dudamos de la Palabra de Dios, su Palabra no puede permanecer en nosotros (Juan 5:38). Jesús dijo: “El que me rechaza y no recibe mis palabras tiene quien lo condene. La palabra que he hablado lo condenará en el día final; porque yo no hablé de mí mismo. El Padre que me envió, él me ordenó qué decir y qué enseñar” (Juan 12:48, 49). Escuchar la Palabra de Dios es algo más que una ingestión pasiva de información. Significa hacer la voluntad de Dios como respuesta activa al hecho de escucharla. “El que quiera hacer la voluntad de Dios conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:17).
Esta dinámica de oír y poner en práctica la Palabra de Dios es una expresión de amor hacia él. “El que me ama guardará mi palabra. Y mi Padre lo amará, y vendremos a él y habitaremos en él” (Juan 14:23).
¿Cuál es la relación entre nuestro amor a Jesús y la obediencia? ¿Por qué cualquier tipo de obediencia que no es fruto del amor corre el peligro de ser legalismo?
Jueves, Diciembre 26
Permanecer en Jesús
Lee Juan 12:32. ¿De qué manera describe esta sorprendente afirmación la autoridad de Jesucristo?
Como hemos visto a lo largo de las lecciones de este trimestre, el Evangelio de Juan nos atrae hacia Jesús, pero solo si estamos dispuestos a conocer a Dios y a hacer su voluntad. A lo largo de su Evangelio, las personas que se encuentran con Jesús aceptan la luz y crecen o la rechazan y quedan ciegas. Nicodemo, la mujer junto al pozo, el funcionario, el hombre del estanque de Betesda, los cinco mil alimentados con unos pocos panes y peces, los hermanos de Jesús, los líderes religiosos, el ciego de nacimiento, María y Marta, Pilato, todos se encontraron con Jesús y tomaron decisiones acerca de la verdad y la luz que él traía.
La teología desde abajo comienza con la argumentación humana para determinar y examinar la existencia y la naturaleza de Dios. La defectuosa, caída y prejuiciosa perspectiva humana tiene prioridad sobre la divina, santa, perfecta y omnisciente. La teología desde abajo conduce a las personas inevitablemente por mal camino, como lo ha hecho en el pasado y lo hará en el futuro (véase Apoc. 14:1-12), cuando la sabiduría humana usurpará el lugar de la divina e intentará imponer una falsa adoración en el mundo.
Lee Juan 15:1 al 11. ¿Cuál es el secreto del crecimiento y la salud espirituales?
El secreto es permanecer conectados a Jesús. Él es la Palabra de Dios; el Pan de Vida; la Luz del mundo; la Puerta de las ovejas; el Buen Pastor; la Resurrección y la Vida; el Camino, la Verdad y la Vida; y la Vid verdadera.
Los integrantes de la Deidad y la Biblia son como imanes. Si no nos resistimos, nos atraerán hacia ellos. “La voz de Dios nos habla a través de su Palabra, y oiremos muchas voces, pero Cristo nos dijo que debemos cuidarnos de quienes dirán: ‘Aquí está Cristo’ o ‘Allí está Cristo’. Entonces, ¿cómo sabremos que los tales no tienen la verdad, a menos que cotejemos cada cosa con las Escrituras?” (Elena de White, Fe y obras, p. 56). Entonces, debemos someter nuestros propios puntos de vista a los presentados en la Palabra de Dios.
Viernes, Diciembre 27
Para estudiar y meditar
La perspectiva de Dios es muy diferente de la humana. Dios comparte su perspectiva con nosotros a través de su Palabra, la Biblia, y del poder del Espíritu Santo. Debemos decidir si queremos andar en la oscuridad o aceptar la luz de Jesucristo revelada en la Palabra.
Parte integral de esta elección es nuestra propia entrega personal a Jesucristo, el Hijo de Dios y Redentor de la humanidad. Mediante el poder del Espíritu Santo, Dios Padre nos ha revelado la profundidad de su amor mediante la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. Y sabemos acerca de Jesús porque su vida, su muerte y su resurrección han sido registradas en la Palabra de Dios.
“Los ángeles de Dios pasan siempre de la tierra al cielo, y del cielo a la tierra. Los milagros de Cristo, en favor de los afligidos y dolientes, fueron realizados por el poder de Dios mediante el ministerio de los ángeles. Y es por medio de Cristo, por el ministerio de sus mensajeros celestiales, como nos llega toda bendición de Dios. Al revestirse de la humanidad, nuestro Salvador une sus intereses con los de los caídos hijos e hijas de Adán, mientras que por su divinidad se aferra al trono de Dios. Y así es Cristo el medio de comunicación de los hombres con Dios y de Dios con los hombres” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 121).
Preguntas para dialogar:
¿Cuál de los relatos del Evangelio de Juan es el que más te habla del amor y el carácter de Dios? Comparte con tu clase por qué esa historia te parece tan convincente.
En términos prácticos, ¿cómo se debe proceder en la búsqueda de la verdad?
¿Por qué suele ser difícil dejar de lado al yo como árbitro de la verdad? ¿Podremos hacerlo alguna vez por completo o nuestra humanidad seguirá en cierta medida influyendo en nuestra forma de ver las Escrituras? ¿Por qué debemos reconocer este hecho y de qué manera la humildad puede ayudarnos?
La historia del cristianismo occidental está llena de ejemplos terribles de lo que ocurre cuando la Palabra de Dios se somete a la política y a los prejuicios humanos. ¿Cuáles son algunos de esos ejemplos y qué lección podemos aprender hoy de ellos acerca de cuán peligroso es que las perspectivas humanas se conviertan en el filtro para “interpretar” la Biblia?
Resume en tus propias palabras el panorama general del Evangelio de Juan. ¿Cuál es su mensaje central para nosotros hoy?




