Un pacto, o contrato, consiste en promesas dadas por dos partes. Las promesas de Dios eran estar con ellos y ayudarlos a cumplir con sus deberes para tener la mejor vida en el futuro. Los milagros que les había mostrado hasta entonces en Egipto y en su viaje por el desierto eran ciertamente evidencia de Su poder y deseo de estar con ellos. Las leyes y los juicios que se les dieron fueron diseñados para equiparlos para caminar en una relación más cercana.
Era apropiado que los israelitas anunciaran su voluntad de seguir la dirección de Dios en cada oportunidad, lo cual hicieron; a pesar de que resultó ser mucho más difícil cumplir sus promesas de lo que pensaban.
Dios sabía de la dificultad que tendrían para entender Su plan para su salvación, por lo que misericordiosamente les dio un plan para la construcción de un lugar tangible donde pudieran aprender sobre Él de la manera más profunda posible. El santuario, inspirado en uno en el cielo, era una intrincada herramienta de enseñanza para su educación sobre Dios. Sería una manera conveniente para Él morar con ellos, a pesar de sus limitaciones para contener Su presencia por completo.