Sikberto R. Marks (Comentario) Lección 10: Hacer discípulos de todas las naciones 8-03-2014

Introducción
El libro de Isaías tiene muchas profecías acerca de Jesús. Por ejemplo, el capítulo 53 describe de manera dramática las escenas de la cruz, a punto tal de que luego despertó la atención del eunuco etíope, mayordomo de Candace, reina de los etíopes, quien leía el libro mientras viajaba. Los maestros hebreos leían todos los libros del Antiguo Testamento (la única sección que existía), y debieron haber comprendido que Jesús vendría, no para combatir a los romanos, sino para atraer a los romanos, y a todos los demás pueblos, a la salvación. Además, el pueblo de Dios debió haber entendido que ellos habían sido establecidos por Dios para llevar su fe al mundo entero. Dios le había dicho a Abrahán que sería una bendición para todos los pueblos. “El Señor había dicho a Abram: ‘Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una gran nación. Te bendeciré; engrandeceré tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan, maldeciré. Y por medio de ti serán benditas todas las familias de la tierra’” (Génesis 12:1-3). Formaría un pueblo que atraería a todas las naciones a Dios.

 

Sin embargo, el pueblo de Dios no cumplió con la misión, y limitó la bendición solo para sí mismo. En varias oportunidades los antiguos judíos fueron dispersados entre los pueblos para que así cumplieran –al menos parcialmente– con el mandato de evangelizar a todo el mundo. Y cuando vino el Mesías, lo que esperaban era un libertador del Imperio Romano; más aún: esperaban un guerrero que luchara contra ese imperio y lo dominara, haciendo de los judíos la nación dominante. Querían dominar políticamente cuando Dios les había encomendado que dominaran al mundo por la fe.

 

Hoy nosotros tenemos una misión semejante, la que Jesús nos dio como iglesia. En Mateo 24:14 dice que el Evangelio será predicado a todo el mundo, pues esa es la voluntad de Dios. En Apocalipsis 14:6 dice que el evangelio será predicado a cada nación, tribu, lengua y pueblo. Como afirma la lección de esta semana, a nosotros nos corresponde hacer discípulos de todas las naciones.

 

Domingo: Los profetas predijeron

¡Cuán difícil es trabajar con superiores que centran las cosas demasiado en sí mismos! Los efectos de su gestión son negativos. Piensan que nada funciona sin que lo estén controlando. No confían, ni delegan actividades a los demás; y cuando lo hacen, exigen informes exagerados y hacen una supervisión cerrada. Cuando eso sucede en el liderazgo de la iglesia, se ha evidenciado en un desastre. No surgen así nuevos líderes y las actividades permanecen atascadas.

 

Elena G. de White se pronunció sobre esto: “Es natural para algunos ser incisivos y dictatoriales, enseñorearse sobre la herencia de Dios; y debido a la manifestación de estos atributos, almas preciosas se han perdido para la causa. La razón por la cual los hombres han manifestado esta característica desagradable es que no han estado vinculados con Dios” (Testimonios para los ministros, p. 226). El antiguo pueblo de Dios actuó de ese modo. Acapararon a Dios para sí mismos, sus bendiciones, sus mensajes y, para completar, crearon tantas normas para la santificación del sábado que ese día, debía ser para gozo, se convirtió en una carga imposible de obedecer. En vez de haber hecho esto, debieron abrirse a las naciones del mundo, invitándolas a que también sirvieran a Dios. Pero, muy a menudo, debido a su centralismo egoísta, terminaron ellos mismos sirviendo a otros dioses, por lo que atrajeron sobre sí los juicios divinos, con grandes pérdidas y sufrimientos. Se preocuparon por las necesidades del momento, por lo que no sobró interés para la obediencia al Dios verdadero.

 

¿Qué debió haber hecho Israel? Dios quería favorecerlos a través de sus bendiciones, a fin de que progresaran, tanto a nivel individual, como nacional. Debían ser una nación fuerte y rica, con ciudadanos saludables y de bien. En vez de luchar con las demás naciones –a excepción de los depravados cananeos y tal vez algunas naciones más– debieron conquistar a otras naciones para que también sirvieran a ese Dios que les otorgaba tantas bendiciones.

 

En aquellos tiempos cada nación poseía sus propios dioses. Eran politeístas. Y creían que esos dioses hacían cosas por el pueblo. Eran dioses paganos, y sabemos que sencillamente era ridículo adorar y esperar algo de un ídolo fabricado por manos humanas. Es tan ridículo creer en ello como sería creer en un dios creador que la propia criatura fabricó. Como los israelitas poseían al Dios verdadero, el Creador, Aquél capaz de sacar a un enorme pueblo de Egipto al medio del desierto, debían testificar sobre la superioridad de ese Dios. De haberlo hecho, con el paso del tiempo todo el mundo habría creído como ellos, pues ¿a quién le habría agradado quedarse con dioses ineficaces si existía Uno capaz de ser realmente Dios? Desgraciadamente, la responsabilidad de anunciar la salvación al mundo tuvo que ser puesta bajo la responsabilidad de otra organización, la iglesia. Y digo “desgraciadamente”, porque Israel, como nación, abandonó completamente al Dios que la había constituido. Y la iglesia, sin ser una nación, se esparció por el mundo, y en la actualidad se prepara para finalizar la predicación del evangelio.

 

Lunes: “¡Ay de ti!”

Analizaremos ahora una incoherencia en la vida cristiana. Es la del tipo “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. O sea, vive conforme a lo que enseño, pero no te guíes por mi comportamiento.

 

En cierta oportunidad un predicador pronunció un cautivante sermón acerca de seguir los principios de vida. Ejemplificó bien el tema, y convenció a sus oyentes acerca del deber de seguir los principios de nuestra fe y todos los demás principios de vida. Incluso recordó que debemos velar por seguir los principios de vida para que seamos buenos ejemplos para otros. Terminó el culto, y luego de conversar enfrente de la iglesia durante más de media hora, algunos hasta elogiando el sermón, todos se fueron. ¿Y sabes lo que hizo el predicador? Actuó de manera incoherente. Se fue en su auto y en una rotonda que había más adelante, en lugar de conservar su mano, la atravesó por el lugar izquierdo, al ver que no venía otro vehículo, ni mucho menos un inspector de tránsito. En un tramo recto, lo recorrió muy por encima de la velocidad permitida. Y al llegar a su casa, estacionó sobre la vereda y en contramano. Ahora les pregunto a todos: ¿Cómo un predicador así puede tener el poder del Espíritu Santo? Actuando de manera incoherente, cometiendo infracciones de tránsito. ¿No le sirvió de nada su predicación acerca de los principios? ¿Podrá salvarse alguien así? ¡Solo si cambia!

 

Aquellos que conocen a Jesús deben vivir como Él vivió. Si no viven de acuerdo a esto, se están engañando. Están rechazando al Salvador, pues sabiéndolo, no lo hacen; oyendo, no entienden. No viven de acuerdo con el conocimiento que poseen. Están viviendo bajo la reprobación divina. Así se convertirán en cizaña, no en trigo.

 

Personalmente, me atemoriza el estar dando un mal testimonio sin darme cuenta de ello. Eso le sucede con frecuencia a las personas, más de lo que nos imaginamos. Casi todos están percibiendo nuestros errores, pero nosotros no, y creemos que somos buenos hijos de Dios, cuando en realidad estamos siendo reprobados. He orado para que eso no suceda, para que sea humilde a fin de aceptar observaciones, e incluso reprensiones, y aprovecharlas para cambiar. Los adventistas no debemos ser ciegos en cuanto a nuestras debilidades y pecados, sino que debemos vivir por el poder y las enseñanzas del Espíritu Santo. Partiendo de esto, sí seremos transformados. ¡Ay de nosotros, si por nuestro estilo de vida, otros se pierdan! ¡Ay de nosotros ni nos convertimos en piedra de tropiezo! ¡Ay de nosotros si el concepto de iglesia queda denigrado por nuestro proceder! ¡Ay de nosotros, si hay personas que abandonan la fe viendo la incoherencia en lo que somos! ¡Ay de nosotros, si en casa somos semejantes al diablo, y en la iglesia nos parecemos a un ángel! ¿Saben? En cierta ocasión una mujer se apareció en la iglesia con dos valijas, pretendiendo quedarse a vivir allí. Eso pareció algo impulsivo, pues estaba pronunciando gritos de ayuda. Después de mucho lío, llegó el marido, mostrándose muy amable. Y ella dijo que en la iglesia era un angelito, pero en la casa era un diablo en persona, le gritaba y le pegaba. Por eso prefería quedarse a vivir en la iglesia, pues así la vida sería buena para ella. ¡Ay de nosotros!

 

Martes: “Quisiéramos ver a Jesús”

Las personas quieren ver a quien adoran, o a quien idolatran. Por ejemplo, investigando en el Facebook, se descubren cosas reveladoras sobre este asunto. En la página del ex jugador de fútbol Pelé, sus fanáticos han manifestado “Me gusta” más de 2 millones de veces. Es una celebridad, o mejor, un ídolo. El cantante brasileño Michael Teló tiene más de 8 millones. Este es un ídolo de la juventud. Y el fiasco del cantante canadiense Justin Bieber tiene más de dos millones, aunque su perfil de Google Trends está en baja. La presidenta de Brasil, Dilma Roussef, cuenta con más de 200 mil… Pero hay otros ídolos mayores que los nombrados. Los antiguos Beatles, por ejemplo, tienen más de 38 millones y medio de “Me gusta”. Eso significa más gente que muchas naciones del mundo. Y el fallecido Michael Jackson, ¡tiene más de 69 millones!

 

Estos son algunos de los muchos ídolos actuales. Muertos o vivos, atraen a multitudes. ¿Y hacia dónde atraen a toda esa gente? Ciertamente no para la salvación de sus vidas, sino para quedarse con el dinero de sus fanáticos, pues esos ídolos se enriquecen fabulosamente. No es muy diferente del caso de muchos pastores pentecostales que viven en el más alto lujo a costillas de sus ovejas engañadas. En los tiempos antiguos Satanás llevaba al pueblo a que construyera ídolos de madera, piedra y metal. Hoy ellos son los ídolos. Siempre existieron ídolos para distraer a las personas del verdadero Dios.

 

¿A quién quieren ver todas esas personas? ¿A jugadores? ¿A cantantes? ¿A artistas?

 

Una pregunta delicada que surge es: ¿Será que yo, o tú, querido amigo o amiga, sentimos alguna atracción por tales celebridades? ¡Cuánta gente, hermanos y hermanas de la iglesia, están fascinadas por jugadores de fútbol, peleadores de boxeo, actores y actrices de telenovelas!

 

No se trata de a quién amamos más, si a Jesús o a alguno de esos ídolos. La cuestión pasa por algo muy diferente, pues amar a algunos de esos ídolos, incluso menos de lo que se ame a Jesús, es trazar una división en el corazón que no es aceptable para Dios. Hay cosas a las que no les debiéramos prestar ninguna atención, ni siquiera de un minuto por mes. Por ejemplo, planificar un asalto a un banco no debiéramos hacerlo ni siquiera como un juego. Eso jamás debe entrar en nuestra mente, ni siquiera como pasatiempo. Así, un siervo de Dios no debe idolatrar, ni que sea un poco, a esos ídolos del mundo, pues esa fue la estrategia utilizada por Satanás para atacar decenas de veces a los hijos de Israel. Y esa es todavía una estrategia vigente para nuestros días, y está afectando a muchos, incluso a buenos predicadores y maestros de la iglesia.

 

¿Qué querían los griegos que fueron a adorar a Jerusalén? ¡Querían ver a Jesús! Encontraron a Felipe, que tenía un nombre griego, y le pidieron un favor especial: querían conocer al Maestro. Habían ido hasta Jerusalén y no querían volverse a su distante patria sin ver a quién habían ido a adorar. Habían escuchado hablar de Jesús, y ahora querían conocerlo.

 

“Cristo escuchó el clamor ansioso y ávido, ‘quisiéramos ver a Jesús’. Estos griegos representaban a las naciones, tribus y pueblos que habrían de despertar a su gran necesidad de un poder exterior y superior al poder finito.  Por un momento Cristo contempló el futuro y escuchó voces que proclamaban en todos los lugares de la tierra: ‘He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’ (Juan 1:29). Esta anticipación, la consumación de sus esperanzas, se expresó en sus palabras: ‘Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado’ (Juan 12:23).  Sin embargo, la manera mediante la cual esta glorificación habría de ocurrir nunca estuvo ausente de la mente de Cristo. El mundo podía salvarse solamente por su muerte. Como el grano de trigo, el Hijo del hombre debía ser echado en la tierra, morir y ser sepultado; ¡pero viviría otra vez!” (Alza tus ojos, p. 108). Entonces escucharon la voz del Cielo: “Ya lo he glorificado (en el bautismo) y lo glorificaré (en la resurrección y en la celebración de la victoria al entrar en el Cielo)”. Los griegos vieron a Jesús y escucharon la voz del Padre. Aumentaron su fe, y volvieron a sus hogares. Era el inicio de la predicación del evangelio a todo el mundo, además de a los judíos.

 

La pregunta que surge es: ¿Dónde estamos poniendo nuestras preferencias? ¿Dónde estamos haciendo clic en “Me gusta”? ¿En la Biblia, para conocer a Jesús, que obra para salvarnos? ¿O en Facebook para conocer alguna celebridad, que trabaja para enriquecerse?

 

Miércoles: Derribando barreras

Hay una enorme cantidad de barreras para la interacción entre las personas en la actualidad. Por ejemplo, el color, la cultura, el nivel académico, la profesión, el poder, la religión, las razas, el origen, la nacionalidad, el nombre, un automóvil, un curso de posgrado, la casa o el barrio  donde se vive, los amigos que se tienen, un equipo de fútbol, y la lista continúa. He visto surgir barreras contra personas por ser vegetarianas; otras por querer seguir buenos principios o ser personas honestas. Muchos llaman a otros “santitos”, o consideran que quieren hacerse notar.  Dentro de la iglesia, lamentablemente, hay barreras contra personas que estudian la Biblia y la leen y siguen los escritos proféticos. Pero nosotros, cristianos adventistas, no debemos dejarnos influir por ninguna cosa que genere alguna incomodidad con otras personas. Por el contrario, tal como Jesús, debiéramos interesarnos por todas las personas pues, como dice la Biblia, para Dios no hay acepción de personas.

 

Somos nosotros, los seres humanos, los que inventamos las barreras, o escogemos algunas y nos apegamos a ellas, las que en muchas ocasiones son prejuicios sin sentido contra determinadas personas. Presento como ejemplo la historia de un político, candidato a la reelección. Él visitaba a los barrios pobres a la caza de votos. Era muy amable con todos, distribuyendo sonrisas y gestos. Hasta entraba en sus casas, subía a niños en el regazo y los besaba, pero cuando llegaba al hotel o a su casa, se tomaba un baño para “purificarse”, pues le daba náuseas el tener que hacerlo, según le decía a sus amigos. Pero necesitaba el voto de esas personas, ansiaba ser reelegido, y por ese motivo hacía ese “sacrificio”.

 

Nosotros, los adventistas, debemos ser auténticos. No podemos, ni siquiera por un instante, actuar como este político, tratando bien a los pobres –a los que detestamos– sólo para alcanzar un blanco de bautismos. Los verdaderos cristianos no detestan a las personas, sino que las aman a todas.

 

Mientras vivió aquí, Jesús tuvo que enfrentar una situación paradójica. Había formado a aquél pueblo judío, descendientes de Jacob y sus esposas, los que –a su vez– eran descendientes de Noé, que había venido de Adán y Eva, la pareja que había sido creada por Dios. Por lo tanto, todos eran hermanos, hijos de un mismo padre y madre, de un único Creador. Sin embargo, los líderes de su pueblo no solo lo despreciaron, sino que lo persiguieron y deseaban darle muerte. Afirmaban que era el hijo del diablo, o seguidor del demonio. Él, que había venido para salvarlos, fue recibido de ese modo, lo que era desalentador. Pero Él fue hasta el fin, hasta la muerte, por ellos, y por todos. Con los brazos abiertos en la cruz, demostró su disposición de salvar a todos, sin importar quién fuera. “Lo único que vale la pena alcanzar es la grandeza de alma a la vista del cielo. Quizá nunca conozcáis la verdadera y elevada naturaleza de vuestro trabajo. Sólo podéis medir el valor de vuestro propio ser por el de la Vida que fue dada para salvar a todos los que quieran recibirla” (Dios nos cuida, p. 175).

 

Jueves: La gran comisión

En el último capítulo de Mateo, Jesús nos pide que vayamos a todas las naciones del mundo para hacer discípulos para Él. “Por tanto, id a todas las naciones, haced discípulos bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19, 20). Mateo 24:14 nos dice que el evangelio del reino será predicado a todas las naciones, y entonces vendrá el fin. Podríamos agregar: “Y sólo entonces vendrá el fin”. En otras palabras, todos deben saber sobre la Segunda Venida de Jesús. No significa que todos terminen convirtiéndose, sino que todos tendrán la oportunidad de convertirse. El apóstol Marcos dice: “Id por todo el mundo, y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

 

“Así dio Cristo su mandato a sus discípulos. Proveyó ampliamente para la prosecución de la obra y tomó sobre sí la responsabilidad de su éxito. Mientras ellos obedeciesen su palabra y trabajasen en relación con él, no podrían fracasar. Id a todas las naciones, les ordenó. Id hasta las partes más lejanas del globo habitable, pero sabed que mi presencia estará allí. Trabajad con fe y confianza, porque nunca llegará el momento en que yo os abandone”.

 

“El mandato que dio el Salvador a los discípulos incluía a todos los creyentes en Cristo hasta el fin del tiempo. Es un error fatal suponer que la obra de salvar almas sólo depende del ministro ordenado. Todos aquellos a quienes llegó la inspiración celestial, reciben el Evangelio en cometido. A todos los que reciben la vida de Cristo se les ordena trabajar para la salvación de sus semejantes. La iglesia fue establecida para esta obra, y todos los que toman sus votos sagrados se comprometen por ello a colaborar con Cristo” (El Deseado de todas las gentes, p. 761).

 

Dos observaciones importantes. En primer lugar, tal como ya hemos dicho, esta comisión no significa que todas las personas se convertirán, sino que todas sabrán acerca del evangelio. Por lo tanto, antes que venga el fin, todos podrán tomar la decisión de su vida, ya sea por la vida eterna, o por la perdición eterna, y será una decisión consciente, basada en un conocimiento suficiente.

 

En segundo lugar, una observación que se deriva de la anterior. No sucederá el hecho de que alguien, al producirse la Segunda Venida, diga: “No sabía nada”. Antes de que comiencen las plagas, todos sabrán de la Venida de Jesús, pero no todos la aceptarán y se convertirán. Esta es la cuestión: nuestra responsabilidad es la de llevar el mensaje; es responsabilidad de cada persona decidir si lo acepta o lo rechaza. Muchos lo rechazarán prefiriendo los atractivos del mundo, los cuales deberían dejar si optaran por Cristo.

 

Viernes: Síntesis y aplicación del estudio

  1. I.      Síntesis de los principales puntos de la lección

 

  1. ¿Cuál es el principal enfoque?
  • Contamos con la lección que Jesús nos enseñó a través de la parábola del buen samaritano. Un judío que fue asaltado y no fue socorrido por otros judíos de buena posición –un sacerdote y un levita–, sino por un samaritano, a quienes los judíos odiaban y los trataban como inferiores. Esta ilustración nos dice que no debemos hacer acepción de personas, sea cual fuere la clasificación que se aplique, sino que debemos interesarnos por todos para salvarlos, como ya lo hemos analizado en lecciones anteriores.

Hago un llamado a los jóvenes de nuestra iglesia, pues pueden hacer un hermoso trabajo a través de Internet –por ejemplo– que es algo que tanto les gusta. Pueden utilizar el Facebook, o un blog. Pueden especializarse en dar estudios bíblicos virtuales. Algunos ya lo están haciendo, pero son pocos. Y el alcance de esta clase de recurso es global. Lo sé porque tengo un sitio de Internet y recibo correos electrónicos de diversas partes del mundo.

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  1. ¿Cuáles son los tópicos relevantes?
  • En rigor de verdad, hay en este mundo actual un aumento del deseo de conocer a Jesús. Muchos oportunistas ya se dieron cuenta de esto y se están llenando de dinero. Pero nosotros debemos salvar a esas personas sedientas de algo superior.
  1. ¿Has descubierto otros puntos que podrías añadir?

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  1. II.   ¿Qué cosas importantes podemos aprender de esta lección?

Lo que podemos aprender especialmente es que Jesús murió por todos y nos envió a todas las personas del mundo, sin dejar de lado a nadie, sea quien fuere.

  1. ¿Qué aspectos puedo agregar a partir de mi estudio?

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  1. ¿Qué medidas debemos tomar a partir de este estudio?
    1. Debemos actuar con sabiduría para elaborar planes, junto a Dios, e ir tras las personas de todos los lugares, y a través de diversos medios de acción.
    2. ¿Qué es lo bueno en mi vida que me propongo a reforzar y lo malo para cambiar?

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  1. Comentario de Elena G. de White

“Todo el planeta es un vasto campo misionero, y aunque hayamos estado establecidos en la verdad desde hace mucho tiempo, deberíamos animarnos con el pensamiento de que los territorios a los cuales la verdad tuvo dificultades para penetrar, ahora están abiertos. Cada iglesia debería buscar cuidadosamente la manera de crecer en celo y en actividad. Todos deberían orar para que la indiferencia que ha sido motivo para que hombres y recursos no sean empleados en el servicio de la obra, se elimine para que Cristo pueda habitar en cada creyente” (Recibiréis poder, p. 176).

 

  1. Conclusión general

¿Cómo puede realizarse la gran obra del mensaje del tercer ángel? Debe cumplirse mayormente por esfuerzos perseverantes e individuales, mediante las visitas a la gente en sus hogares”

 

“Uno de los medios más eficaces por los cuales se puede comunicar la luz, es por el esfuerzo privado y personal.  En el círculo de la familia, en los hogares de nuestros vecinos, al lado de los enfermos, muy quedamente podemos leer las Escrituras y decir una palabra en favor de Jesús y la verdad.  Así podemos sembrar una semilla preciosa que brotará y dará fruto” (El ministerio de la bondad, p. 102).

 

  1. ¿Cuál es el punto más relevante al que llegué mediante este estudio?

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sikberto renaldo marksAutor: Prof. Sikberto R. Marks

Escrito entre el 24 y el 30 de enero de 2014
Revisado el 31 de enero
Corregido por Jair Bezerra
Traducción al español:  Rolando D. Chuquimia
RECURSOS ESCUELA SABATICA
recursos.escuelasabatica@gmail.com

 

Radio Adventista
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