Cuando pensamos en la prueba del Señor, lo que generalmente nos viene a la mente es cómo Dios nos prueba a través de nuestras pruebas y dificultades. Estas pruebas son valiosas para fortalecer nuestra fe y evitar que repitamos errores en el futuro. Muchas historias de la Biblia tratan de personas que fueron probadas por Dios (Salmo 81:7 y 105:17-19).
Fallar la prueba del Señor al rechazar Su guía puede tener resultados desastrosos. Nuestra desobediencia no sólo aumenta nuestra terquedad, sino que endurece nuestro corazón, a veces incluso destruye la fe de quienes nos rodean.
Hay otro tipo de prueba que no debemos olvidar. El Señor también es probado por nuestra desobediencia voluntaria (Salmo 95:8, 9). Desafiamos su paciencia y su amor todo el tiempo y, sin embargo, Dios siempre pasa su prueba al continuar atrayéndonos hacia Él y perdonándonos cuando nos arrepentimos.