Si bien es importante para nosotros reconocerle a Dios que él es justo y amoroso, puede ser aún más importante para nosotros proclamar sus intenciones al mundo. Cuando llegamos al cielo, nosotros, junto con los santos ángeles, declaramos constantemente que es genial y maravilloso, justo y verdadero (Apocalipsis 15: 3). Sin embargo, podemos cantar sus alabanzas en este momento, viviendo una vida que refleja los maravillosos atributos de Dios.
Tomar el nombre de Dios llamándonos ‘cristianos’ incluye la responsabilidad solemne de representar a su carácter al mundo. Como Jesús nos mostró, nuestras acciones son la forma más efectiva que podemos predicar a los demás. Al alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, sanar a los enfermos, visitar a los que están en prisión, etc., mostramos que adoramos a un Dios amoroso y perdonador.
En lugar de preguntar qué más podría hacer Dios, tal vez deberíamos preguntarnos qué más podemos hacer.