Cuando los israelitas temieron que los carros egipcios estuvieran a punto de alcanzarlos al salir de Egipto, Moisés les recordó que debían quedarse quietos, porque el Señor pelearía por ellos (Éxodo 14:12-14).
Dio la casualidad de que incluso los egipcios pronto vieron la verdad en las palabras de Moisés. Dijeron: “Huyamos de la faz de Israel, porque el Señor pelea por ellos contra los egipcios” (Éxodo 14:25). Este evento predijo un tiempo similar en el que los injustos se inclinarán y proclamarán que Jesucristo es el Señor (Filipenses 2:10-11). Reconocerán que han sido derrotados por Dios, a pesar de sus mejores esfuerzos por alcanzar la ciudad celestial de Dios, la Nueva Jerusalén.
Por supuesto, la estrategia ideal de Dios era que Él hiciera toda la lucha por Su pueblo. Pero como los israelitas lucharon tan a menudo con su fe, Dios muchas veces les instruyó que participaran en el “trabajo sucio” de luchar contra sus enemigos. De esta manera, tal vez tendrían una experiencia más cercana y personal con la muerte para recordarles las consecuencias de no seguir a Dios. También puede haberles dado la oportunidad de trabajar más directamente con Dios, fortaleciendo su relación con Él.
