Juan a menudo se refería a la diferencia entre la luz y las tinieblas. Al declarar repetidamente que Jesús es la Luz, se nos advierte que las tinieblas prevalecerán en este mundo, mientras rechacemos la Luz.
La Luz expone nuestros pecados. Pero algunos siempre preferirán permanecer en la oscuridad, aunque eso les haga tropezar a ciegas por la vida, continuando con sus conductas rebeldes y cosechando las consecuencias de ellas.
Muchos de nosotros, incluso los cristianos, intentamos afrontar los problemas de la vida con nuestros propios recursos. Vemos en las Escrituras un versículo que apela a nuestros sentidos, basándose únicamente en nuestra propia perspectiva y deseos. En cambio, primero debemos ser rendidos y obedientes, pidiendo a la Luz del mundo, Jesucristo, que interprete Su palabra, incluso cuando pueda “pisarnos los pies” y exponer nuestros errores.
