Lección 9 Edicion Maestros: “Las ofrendas de gratitud” Para el 3 de marzo de 2018

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2018

“Las ofrendas de gratitud”

Lección 9: – Para el 3 de marzo de 2018

El sábado enseñaré…

Texto Clave: 2 Corintios 9:6, 7.

 

Enseña a tu clase a:

Saber: Comprender la estrecha relación entre un corazón rebosante de gratitud y la práctica de dar.

Sentir: Apreciar la profundidad de la gracia misericordiosa de Dios, y alegrarse con las oportunidades de responder.

Hacer: Buscar formas de dar.

 

Bosquejo de la Lección

  1. Saber: Dar de corazón
    1. ¿En qué medida el manejo de nuestras finanzas es un indicador de lo que realmente es importante para nosotros?
    2. ¿Cuáles son algunas de las condiciones que nos estimulan a dar lo mejor de nosotros?
    3. ¿Cómo mide Dios nuestra dadivosidad?
    4. ¿Cómo se relaciona la dadivosidad con el aumento de nuestra fe?
  2. Sentir: La experiencia del corazón
    1. ¿Cuál es la diferencia entre el dador alegre del que habla Pablo y el dador casual o, incluso, el mezquino?
    2. ¿Cómo podemos desarrollar nuestro costado de dador alegre, y al mismo tiempo “sofocar” nuestra tendencia a ser dadores mezquinos?
    3. ¿Cómo podemos cultivar la gratitud que da lugar a la experiencia del dador alegre?
  3. Hacer: Dar con alegría
    1. El dar con alegría, ¿cómo nos anima a dar con más alegría aún?
    2. ¿Por qué es imposible dar con alegría si nuestro corazón no está lleno de gratitud?
    3. ¿Cuáles son algunos pasos prácticos para, como dice Pablo, sembrar generosamente?

 

Resumen

Dios se deleita en el dador alegre. La actitud alegre de este dador demuestra que continuamente experimenta gratitud por las abundantes bendiciones con las que Dios beneficia a sus hijos.

 

CICLO DE APRENDIZAJE

Texto destacado: 2 Corintios 9:6, 7.

Concepto clave para el crecimiento espiritual: Dado que Dios puso en marcha el proceso de dar, por naturaleza es el emprendimiento más feliz que los seres humanos puedan compartir con su Amigo, Creador y Redentor.

 

PASO 1: ¡Motiva!

Solo para los maestros: Si bien es muy evidente que Dios ama al dador alegre, también resulta evidente que los dadores alegres aman (se deleitan) a Dios. Esa relación amorosa activa su alegre generosidad. Aquellos que no dan y los dadores mezquinos, por alguna razón han perdido esa relación amorosa. Por lo tanto, para ellos, el dar se ha convertido en un agobio económico, en vez de representar una aventura espiritual. No podemos sobreestimar la importancia de este “factor amor”, porque la gratitud que engendra el amor constituye el límite entre las actitudes mezquinas y la generosidad copiosa.

Actividad inicial: Considera la siguiente lista de vocabulario para esta actividad. Pide a los miembros de la clase que asignen cada descripción de la lista al dador alegre, por un lado, o al que no da nada (dador mezquino), por el otro. Anímalos a explicar su razonamiento para asignar el término a cada categoría. Concéntrense en cómo las actitudes o las perspectivas específicas conducen a un patrón específico para el dar. Pregúntales qué actitudes o perspectivas desean adoptar para sí mismos.

Lista de vocabulario:

aventurero conservador divertido retraído
inspirador cauteloso adusto tenaz
indisciplinado intolerante equilibrado espontáneo
permisivo optimista orgulloso distanciado
sensible aprensivo arriesgado fiel
considerado satisfecho paciente ansioso
idealista independiente temeroso deprimido
respetuoso liberal pacífico desconfiado

 

PASO 2: ¡Explora!

Solo para los maestros: Ayuda a los alumnos a entender que la Biblia distingue entre diezmos y ofrendas. Ambos están previstos, pero hay diferencias significativas entre ellos.

Comentario de la Biblia

I. Los diezmos y las ofrendas

(Repasa, con tu clase, Luc. 2:21-24; Lev. 12:1-8; 2 Rey. 12:4, 5).

El diezmo, por definición, era una cantidad especificada: el diez por ciento. Las ofrendas eran cantidades no especificadas o cantidades graduadas. Se sobreentendía que los israelitas más pudientes llevaban ofrendas más grandes (más costosas). El relato del nacimiento de Cristo proporciona un ejemplo destacable. Lucas 2:21 al 24 narra la purificación ritual de María después del parto, que ocurrió luego del nacimiento de Cristo. La ofrenda de purificación normal (Lev. 12:1-8) incluía un cordero, pero se establecieron excepciones (no exenciones) para los pobres que no podían sufragar ese gasto. La ofrenda menor de una tórtola por parte de María y José indica a las claras que era pobre.

El diezmo no estaba graduado, y se aplicaba en forma uniforme a todos. No obstante, las ofrendas se medían en función del ingreso discrecional de los dadores: los adoradores más pudientes llevaban más consigo al Templo, y los creyentes más pobres ofrecían menos. El uso de las ofrendas y los diezmos quizá también haya diferido. El diezmo se usaba para mantener a los sacerdotes y los levitas, el equipo pastoral de la antigua economía israelita.

Las ofrendas, quizá, también suplían las necesidades de los sacerdotes, pero se recaudaban ofrendas especiales, aparte de los diezmos, para restaurar el Templo (2 Rey. 12:4, 5). Mientras que las ofrendas del sacrificio asociadas con la expiación se destinaban a los sacerdotes, las ofrendas voluntarias de gratitud podían ser consumidas por la familia del adorador, junto con extranjeros, huérfanos y viudas invitados; es decir, las clases más pobres (Deut. 16:11-14). Además, en el Nuevo Testamento, los creyentes de Corinto fueron elogiados por sus ofrendas para los cristianos necesitados.

Pregunta para dialogar: Describan la diferencia entre los diezmos y las ofrendas según su definición bíblica. ¿Por qué se espera que llevemos ambas cosas a Dios?

II. El frasco de alabastro

(Repasa, con tu clase, Luc. 7:37-47; 8:2; Éxo. 34:26; Lev. 22:19-24; Núm. 18:29).

El altruismo ilimitado de Dios despierta la generosidad humana. Y en ninguna parte encontramos una ilustración bíblica más bella de ese despertar de la generosidad en el corazón humano que en el acto de María durante la fiesta en la casa de Simón.

En la mesa, a un lado del Salvador estaba sentado Simón, a quien él había curado de una enfermedad repugnante e inhabilitante, y al otro lado Lázaro, a quien había resucitado. Marta servía, pero María escuchaba fervientemente cada palabra que salía de los labios de Jesús. En su misericordia, Jesús había perdonado sus pecados, había llamado de la tumba a su amado hermano, y el corazón de María estaba lleno de gratitud. Ella había oído hablar a Jesús de su muerte cercana, y en su profundo amor y tristeza había anhelado honrarlo. A costa de gran sacrificio personal, había adquirido un vaso de alabastro de ‘nardo puro, de mucho precio’, para ungir su cuerpo. Pero muchos declaraban ahora que él estaba a punto de ser coronado rey. Su pena se convirtió en gozo, y ansiaba ser la primera en honrar a su Señor. Quebrando el vaso de ungüento, derramó su contenido sobre la cabeza y los pies de Jesús; luego, llorando postrada, le humedecía los pies con sus lágrimas, y se los secaba con su larga y flotante cabellera.

“Ella había procurado evitar ser observada, y sus movimientos podrían haber pasado inadvertidos, pero el ungüento llenó la pieza con su fragancia y delató su acto a todos los presentes […]

“María oyó las palabras de crítica. Su corazón temblaba en su interior. Temía que su hermana la reprendiera por derrochadora. El Maestro también podía considerarla impróvida. Estaba por ausentarse sin ser elogiada ni excusada, cuando oyó la voz de su Señor: ‘Dejadla; ¿por qué la molestáis?’ Él vio que estaba turbada y apenada. Sabía que mediante ese acto de servicio había expresado su gratitud por el perdón de sus pecados, e impartió alivio a su mente […]
“El don fragante que María había pensado prodigar al cuerpo muerto del Salvador, lo derramó sobre él en vida […]

“María no sabía el significado pleno de su acto de amor. No podía contestar a sus acusadores. No podía explicar por qué había escogido esa ocasión para ungir a Jesús. El Espíritu Santo había planificado en lugar suyo, y ella había obedecido sus impulsos. La Inspiración no se rebaja para dar razones. Una presencia invisible habla a la mente y al alma, y mueve el corazón a la acción. Esa es su propia justificación.

“Cristo le dijo a María el significado de su acción, y con ello le dio más de lo que él había recibido. […] Así como el frasco de alabastro fue quebrado y se llenó la casa entera con su fragancia, así Cristo moriría, su cuerpo sería quebrantado; pero él resucitaría de la tumba y la fragancia de su vida llenaría la tierra” (DTG 512-515).

Por más trivial, comparativamente hablando, que pudo parecer a los demás en la sala el humilde acto de adoración de María, a Cristo lo deleitó. Él se goza con nuestra sincera devoción y alabanza. Cristo nos pide lo mejor de nuestra parte, ni más ni menos.

Considera: ¿Qué significa la declaración: “Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mat. 6:21)? El acto de amor de María, ¿en qué sentido nos muestra el espíritu y la medida con que debiéramos dar? ¿De qué manera la fragante profusión de amor de María sirve como símbolo de lo que Cristo hizo en la cruz?

 

PASO 3: ¡Aplica!

Solo para los maestros: Lee el siguiente relato verídico, y luego analicen las lecciones de la historia, con la ayuda de las preguntas para reflexionar y de aplicación que aparecen a continuación.

La religión aplicada: Un relato verídico.

Hace años, una pequeña comunidad suburbana se inundó cuando se partió un dique protector, sumergiendo a decenas de hogares en cuestión de horas. Un joven de la comunidad, Dean, estaba ansioso por ayudar a aquellos que acababan de perderlo todo. No mucho antes de la inundación, Dean había aceptado a Cristo.

La inundación ocurrió justo después de la celebración del Día de Acción de Gracias. Muchas familias acababan de comprar los regalos de Navidad para sus hijos. Esos regalos, junto con los recuerdos de la familia, ahora se encontraban anegados por la furia de la naturaleza. La iglesia de Dean estableció un centro de ayuda afuera de un refugio de la Cruz Roja, sostenido por un remolque lleno de suministros de emergencia. Dean ayudaba a los ocupantes del refugio a conseguir ropa y otras cosas necesarias del remolque. Mientras satisfacía sus necesidades, una pequeñita, que se escondía entre los pliegues de la falda manchada de su madre, dijo: “Mira, mamá, yo te dije que Jesús nos cuidaría”. Una década después, el coordinador de la asistencia en aquel desastre se encontró con un miembro de la iglesia de Dean en una conferencia, y preguntó por Dean. Dean, el joven que era nuevo en la iglesia en aquel entonces, ahora era el primer anciano de su iglesia.

Preguntas de aplicación:

  1. ¿Qué revela el espíritu dadivoso de Dean acerca de su corazón?
  2. Sus actos de generosidad, ¿cómo lo prepararon para el liderazgo espiritual?
  3. ¿En qué medida el comentario de la niñita anónima pudo haber motivado a Dean a realizar otros actos de generosidad?
  4. El hecho de ser dadores abnegados, ¿cómo nos prepara para el crecimiento espiritual y para asumir mayores responsabilidades?

 

PASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: Dios es el mayor ejemplo de entrega desinteresada. Por lo tanto, debemos hacer de sus actos amorosos, especialmente, los acontecimientos que rodean a la crucifixión, nuestra meditación y estudio diarios. Al emular el ejemplo divino, nuestro corazón se transforma para que podamos ver con los ojos de Dios y sentir con el corazón de Dios. Nos convertimos en sus manos para sanar al mundo que nos rodea. Así, unidos al sufrimiento de Dios y al gozo de Dios, somos transformados a su semejanza, gracia sobre gracia.

Actividades:

  1. Confecciona una lista de recursos literarios, inspirados e inspiradores, que toque tu corazón con sus descripciones del amor desinteresado de Dios.
  2. Planifica un retiro personal un fin de semana, para dedicarlo a la reflexión espiritual, con énfasis en los dones de Dios.
Radio Adventista
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