Lección 8 Edición Maestros: “La esperanza del Nuevo Testamento” Para el 19 de Noviembre de 2022

Edición para maestros. Cuarto trimestre de 2022

“La esperanza del Nuevo Testamento”

Lección 8 :- Para el 19 de Noviembre de 2022

RESEÑA

Texto clave: 1 Corintios 15:20.

Los pasajes del Nuevo Testamento referentes a la resurrección, ya sean de Pablo y los demás apóstoles o del mismo Jesús, no dicen nada acerca de almas ni espíritus inmortales que ya estén en el cielo. La esperanza del Nuevo Testamento se encuentra en la resurrección y la segunda venida de Cristo. Los pasajes mencionados en esta lección en relación con el estado de los muertos son los siguientes:

  • Hebreos 11:39, 40: Los héroes de la fe no reciben su recompensa celestial hasta que nosotros recibamos la nuestra.
  • 1 Juan 5:11, 12: Este pasaje enseña que solo los que están en Cristo tienen vida eterna. Por lo tanto, las implicaciones son claras: No estamos dotados de “almas” inmortales, porque solo quienes elijan a Cristo recibirán la vida eterna.
  • 1 Corintios 15:12-19: Nuestra esperanza de vida eterna y resurrección deriva de la resurrección de Jesús. Si no resucitamos en ese momento, significaría que Cristo no resucitó. Si eso es cierto, entonces todos morimos y permanecemos así para siempre.
  • Juan 14:1-3: Jesús prometió preparar un lugar para nosotros y volver a buscarnos. Esta promesa sería innecesaria si ya estuviéramos en el cielo.
  • Juan 6:35-54: Jesús afirma cuatro veces que lo resucitará (al ser humano) en el día postrero. Si los seres humanos resucitarán, entonces necesitan volver a la vida después de la muerte; esta condición descarta que vivan en otro lugar como almas/espíritus.
  • 1 Tesalonicenses 4:13-18: Dios resucitará a los creyentes muertos, y serán recibidos por los que estén vivos en ese momento. La resurrección final no tendría importancia si las almas ya estuvieran en el cielo.
  • 1 Corintios 15:51-55: El “misterio” es la transformación de los justos vivos en la Segunda Venida. La resurrección de los muertos y la transformación de los justos vivos ocurren al mismo tiempo.

 

COMENTARIO
Echemos un vistazo más de cerca a 1 Corintios 15, ya que dos de los pasajes que estudiamos en esta lección son de este capítulo. El capítulo 15 está repleto de información sobre la resurrección de Jesús, sobre nuestra resurrección y cómo todos seremos transformados y recibiremos cuerpos inmortales en la Segunda Venida (1 Cor. 15:35-44). Aun así, solo podremos tener la inmortalidad por el poder sustentador de Dios. “La ausencia de muerte no significa que la vida humana será independiente de Dios, quien es el único que posee la inmortalidad inherente y no ajena (1 Tim. 6:16). Los seres humanos glorificados seguirán dependiendo del Creador para su sustento vital” (R. E. Gane, “At-one-ment Forever in God’s New Heaven and New Earth”, p. 254). El río de la vida y el árbol de la vida, mencionados en Apocalipsis 22, demuestran que la humanidad siempre dependerá de la Fuente de la vida, Dios. Él también será su luz (Apoc. 22:5), aunque eso no significa que el sol y la luna no estarán allí. El hecho de que la humanidad coma fruta del árbol y beba agua del río demuestra que los seres humanos resucitarán con formas corpóreas, y no simplemente como espíritus incorpóreos. Los seres humanos resucitarán “para vivir para siempre en forma corporal, no con el cuerpo (soma) actual natural/no espiritual (griego psuchikos) que decae y muere, sino con el cuerpo (soma) que es inmortal porque es espiritual (pneumatikos; 1 Cor. 15:44; comparar con el contexto en vers. 42, 43, 45-54).

El cuerpo cambia (vers. 52), pero la persona no se convierte en un espíritu sin cuerpo” (Gane, “At-one-ment Forever in God’s New Heaven and New Earth”, Salvation: Contours of Adventist Soteriology, Martin F. Hanna, Darius W. Jankiewicz y John w. Reeve, eds. [Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2018], p. 254).

 

1 Corintios 15
En 1 Corintios 15, Pablo aborda la falsa creencia de que no hay una futura resurrección del cuerpo. Este error se deriva de la creencia gnóstica helenística en un alma inmortal, que algunos o muchos creyentes corintios posiblemente adoptaran. Pablo argumenta que negar la resurrección corporal de los creyentes es negar la resurrección corporal de Jesús. Si la gente no resucitará corporalmente, entonces obviamente Jesús tampoco hubo resucitado (1 Cor. 15:12-19). Y, si eso es así, entonces no hay nadie más digno de compasión que nosotros porque creemos en una mentira; y por ende, ninguno recibirá el perdón de sus pecados. Los que estemos vivos y los que hemos muerto, por lo tanto, no tendríamos esperanza de vida eterna.

En cambio, se dice que Jesús es las “primicias” de los que durmieron (murieron). “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” (1 Cor. 15:22, 23). La metáfora proviene de la primera cosecha. Así como primero llegaban los primeros frutos/productos que indicaban que pronto vendría toda la cosecha, así Cristo fue la primicia, y luego vendrá la cosecha. La cosecha será de todos aquellos que “le pertenecen”. La palabra griega para “primicias” es aparche y significa, ante todo, “primicias”; luego, un “regalo proporcional” de las ganancias (una ofrenda de acción de gracias); o en tercer lugar, podría significar “una ofrenda”. Los israelitas presentaban las “primicias”, la primera gavilla de la cosecha, en el Templo, y un sacerdote la mecería ante el Señor. Todo esto tenía lugar el día 16 de Nisán y era un recordatorio de la promesa de una cosecha completa. Sorprendentemente, Jesús resucitó el 16 de Nisán. Por lo tanto, él sirvió como prenda, la primera gavilla, las primicias, de la cosecha completa de todos los creyentes que también resucitarán algún día. Pero es importante notar que la cosecha aparece solo “cuando él venga” (1 Cor. 15:23, NVI) nuevamente. Por consiguiente, no hay ninguna cosecha que ya esté físicamente en el cielo, aparte de quienes se nos dice que resucitaron o fueron llevados directamente al cielo, como Enoc, Elías y Moisés, y quienes resucitaron de entre los muertos durante la resurrección de Cristo (Mat. 27:52). La “vida nueva” de Jesús (Rom. 6:4) apunta a la vida nueva y la resurrección de todos los creyentes.

Aunque Pablo dijo que “todos serán vivificados”, de ninguna manera sugiere que todos recibirán la vida eterna. Pablo no creía en la salvación universal (Rom. 2:5-12; Efe. 5:6; 2 Tes. 1:6-10) y deja en claro que solo “los que son de Cristo” resucitarán en la Segunda Venida. En sus cartas, Pablo utiliza la frase “los que son de Cristo” o “en Cristo” para denotar una estrecha relación y unidad entre el creyente y Jesús. Pablo enfatiza que la resurrección de Cristo logró más que su propia vuelta a la vida. La resurrección de Cristo ofrece vida eterna a todos los que han ejercido fe en él.

“Entonces vendrá el fin” (1 Cor. 15:24, NVI). El fin se caracteriza por una destrucción de “todo dominio, autoridad y poder” (1 Cor. 15:24, NVI); lo que se refiere a los principados y potestades de Satanás. Pablo utiliza los términos autoridad y poder para denotar autoridad humana y poderes demoníacos (Rom. 13:1-3; Efe. 1:21; 6:12). En la Segunda Venida, el juicio divino se ejecuta sobre Satanás, incluidos todos los que le pertenecen y decidieron seguir el camino del mal y la destrucción. Pablo agrega: “El último enemigo que será destruido es la muerte” (1 Cor. 15:26, NVI). Esta erradicación no ocurrirá hasta después del Milenio (Apoc. 20:1-10), momento en el que los impíos resucitarán y se mostrará que Dios es justo al destruir el mal. Entonces perecerán en el fuego final. Este fuego es eterno porque sus resultados duran para siempre. De esta muerte no hay retorno.

Después de que Pablo explica que efectivamente es el cuerpo el que resucitará en la resurrección, y utiliza la metáfora de una semilla que se siembra, que crecerá hasta convertirse en una planta viva aunque está enterrada en la tierra, señala además que el cuerpo resucitado será un cuerpo nuevo (1 Cor. 15:35-41). La semilla no representa, ni se parece, a la planta en la que se desarrolla, y no obstante, una semilla se transforma en una planta. De la misma manera, recibiremos un cuerpo nuevo. En este momento, Pablo destaca cuatro diferencias que se pueden prever con la resurrección de los justos muertos. En primer lugar, el cuerpo en la Tierra es perecedero (sujeto a enfermedad y muerte), pero será hecho imperecedero. En segundo lugar, de la deshonra pasaremos a un cuerpo glorificado (deshonra porque somos pecadores, pero el cuerpo resucitado no tendrá limitaciones de pecado; será perfecto). En tercer lugar, nuestro cuerpo es débil, porque el pecado afecta todo, incluso nuestra capacidad de resistir el pecado; pero, en cambio, nuestro cuerpo resucitará con poder. Por último, el cuerpo natural se transformará en un cuerpo espiritual.

En los versículos siguientes, Pablo explica la diferencia entre un cuerpo natural y un cuerpo espiritual. En primer lugar, no debemos asumir que Pablo quiso decir que solo el cuerpo natural es un cuerpo real, y no el cuerpo espiritual también, simplemente porque el cuerpo espiritual estará libre de la maldición del pecado. Heredamos el cuerpo natural del Adán posterior a la Caída (con limitaciones como la enfermedad, el hambre, el dolor, la fatiga y la muerte), mientras que el cuerpo espiritual viene por Jesús. “Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante” (1 Cor. 15:45). Adán recibió la vida, pero Cristo da la vida. Cristo no solo recibió la vida pasivamente cuando encarnó, sino también otorga la vida eterna a todos los que creen en él. El cuerpo que recibirán los creyentes es un cuerpo espiritual celestial, lo que significa que está dotado de la naturaleza espiritual de Cristo, en lugar de la naturaleza humana pecaminosa.

Después de esta explicación, Pablo guía a los lectores mediante una exégesis del “misterio”, que es la enseñanza de que “todos seremos transformados” (1 Cor. 15:51, NVI). En la Segunda Venida, los que serán trasladados a las nubes con Jesús estarán compuestos por dos grupos de la Tierra: los que han muerto y los que aún estén vivos. La “transformación” significará una resurrección corporal para los muertos en Cristo, y una transformación corporal de los justos vivos. Ambos grupos cambiarán de mortales a inmortales “en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque final de la trompeta” (1 Cor. 15:52, NVI).

La muerte perderá su aguijón y su victoria (1 Cor. 15:55). El pecado causa la muerte. Es un veneno mortal. Pero, debido a la muerte de Cristo en la Cruz y su resurrección, él ganó la victoria sobre el pecado y la muerte. Tenemos la promesa segura de la vida eterna, de un cuerpo celestial transformado y el fin del pecado y la muerte; todo, porque Cristo resucitó de entre los muertos.

 

APLICACIÓN A LA VIDA

  1. ¿Qué esperanza se encuentra en 1 Corintios 15 específicamente para ti? ¿Qué versículos te hablan a ti y por qué?
  2. Jesús fue las primicias de la cosecha, lo que nos asegura la realidad de que habrá más cosecha de creyentes que resucitarán. En la Segunda Venida, los creyentes resucitarán e irán al cielo. ¿Qué anhelas de la segunda venida de Cristo? ¿Ver a Jesús? ¿Ver a tus seres queridos? ¿Enterarte de lo que sucedió detrás de escena? ¿Otras cosas? Comparte tus esperanzas y tus anhelos con la clase.
  3. En la Segunda Venida, todos seremos transformados. Nuestro cuerpo perecedero y mortal se transformará en imperecedero e inmortal. El desarrollo de nuestro carácter ¿tiene importancia ahora para el futuro? Explica. ¿De qué manera el saber que algún día resucitaremos te ayuda a tomar mejores decisiones en la vida en este momento?
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