Lección 8 Edicion Adultos: “Uno de estos mis hermanos más pequeños” Para el 24 de agosto de 2019

Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2019

“Uno de estos mis hermanos más pequeños”

Lección 8: – Para el 24 de agosto de 2019

Sábado 17 de agosto

Lee Para el Estudio de esta Semana: Mateo 5:2-16, 38-48; Romanos 12:20, 21; Lucas 16:19-31; 12:13-21; Mateo 25:31-46.

Para Memorizar: “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mat. 25:40).

Después de ver que Jesús vivía preocupándose por los demás, especialmente por los que sufrían y estaban perdidos, es de esperar que Jesús también tenga mucho que decir acerca del cuidado de los demás. Y efectivamente así es.

La enseñanza de Jesús es práctica. Se centra en lo que significa vivir como seguidor de Dios. Por lo tanto, podemos ver que Jesús nos insta a actuar con justicia, bondad y misericordia, así como él mismo lo hizo mientras estuvo aquí en la Tierra. Si seguimos su ejemplo, serviremos a los demás como él lo hizo.

Jesús también habló del Reino de los cielos. En la descripción de Jesús, el Reino de los cielos es una realidad de la que podemos formar parte, incluso ahora. Es una forma de vida que funciona con un conjunto de prioridades, valores y principios morales diferente de los que se encuentran en los reinos terrenales. Las enseñanzas de Jesús establecen el mapa para este Reino, que incluye un fuerte énfasis en cómo servimos a Dios y, al servirlo, cómo debemos relacionarnos con los demás. También descubrimos que servir a los demás, (atendiendo sus necesidades y motivándolos), es una forma en la que podemos ofrecer un servicio directo a Dios.

 

Domingo 18 de agosto:

El sermón del monte

El sermón (o conjunto de enseñanzas) más largo de Jesús es el Sermón del Monte. Su informe de la vida en el Reino de Dios, que abarca tres capítulos, comienza con una declaración de valores que se ha dado a conocer como las Bienaventuranzas.

Lee Mateo 5:2 al 16. ¿Cuáles son las características comunes de estos nueve valores o tipos de personas descritas por Jesús como “bienaventurados”?

Junto con la profunda aplicación espiritual de estas palabras, no debemos pasar por alto la lectura práctica de ellas. Jesús hablaba de reconocer la pobreza en nosotros mismos y en nuestro mundo. También habló de la justicia, la humildad, la misericordia, la paz y la pureza de corazón. Deberíamos tomar nota de la diferencia práctica que estas cualidades marcarán en nuestra vida y en nuestro mundo al vivirlas. Esta lectura práctica se destaca en las siguientes declaraciones de Jesús en las que instó a sus discípulos a ser sal y luz en el mundo (Mat. 5:13-16).

Cuando se usan apropiadamente, la sal y la luz marcan la diferencia en los contextos en los que se agregan. La sal resalta los sabores y conserva los alimentos a los que se agrega; es un símbolo del bien que debemos ser para los que nos rodean. Asimismo, la luz hace retroceder la oscuridad, revelando obstáculos y peligros, haciendo que una casa o ciudad sea más segura y proporcionando un punto de navegación, incluso a cierta distancia. Como una luz en una noche oscura, Jesús dijo: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mat. 5:16).

Ambos símbolos, la sal y la luz, indican la responsabilidad que tienen los discípulos de influir en la vida de quienes los rodean y mejorarla. Somos sal y luz cuando lloramos en forma apropiada, cuando somos puros de corazón, practicamos la humildad, mostramos misericordia, hacemos la paz y soportamos la opresión. Es así que Jesús inicia este sermón con el llamado a plasmar estos “valores subestimados” de su Reino.

¿En qué medida tu iglesia funciona como sal y luz en tu comunidad? ¿En qué sentido tu comunidad es un lugar mejor porque tu iglesia trabaja allí? Por otro lado, si la iglesia se disolviera, ¿qué diferencia habría en la comunidad?

 

Lunes 19 de agosto:

Vencer con el bien el mal

Cuando consideramos las enseñanzas de Jesús, es conveniente tener en cuenta a quiénes les hablaba y las circunstancias en las que estos vivían. Jesús había comenzado a atraer a grandes multitudes de las regiones donde había servido (ver Mat. 4:25; 5:1). La mayoría era gente común, que vivía bajo el gobierno autoritario del Imperio Romano, pero algunos eran gobernantes judíos y dirigentes religiosos. La vida de la gente común era difícil. Tenían pocas opciones para vivir, agobiada por los impuestos elevados y sobrecargada por la tradición religiosa.

Al enseñarles, Jesús obviamente estaba interesado en ofrecerles una manera de vivir bien, de vivir con dignidad y valor, sin importar las circunstancias. Un ejemplo de esto se encuentra en Mateo 5:38 al 48. En español, estas instrucciones (“poner la otra mejilla”, “si te quitan la camisa, dales también la capa” y “hacer la segunda milla”) son frases típicas. Pero esta familiaridad disimula los hechos y las actitudes radicales que Jesús trata de enseñar aquí.

Los casos que Jesús describió eran experiencias comunes para muchos de sus oyentes. A menudo eran atacados violentamente por sus “superiores” o amos. Muchas veces se endeudaban y perdían sus propiedades ante los propietarios y prestamistas. Con frecuencia los soldados romanos de ocupación los obligaban a hacer trabajos forzados. Jesús les enseñó a responder con integridad, a tratar a los opresores mejor de lo que merecían y, con ello, a resistirse a perder su humanidad. Mientras estos opresores intentaban ejercer su poder, la gente siempre tenía la libertad de elegir cómo responderían y, al resistirse de manera no violenta y responder generosamente, exponían el mal de la opresión y la injusticia que se estaba cometiendo.

Compara Mateo 5:38 al 48 con Romanos 12:20 y 21. ¿Cómo pondremos en práctica estos principios radicales en nuestra vida?

Jesús resumió toda “la ley y los profetas” (todos los escritos sagrados que describimos como el Antiguo Testamento) en un principio sencillo que se conoce como la Regla de Oro: “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mat. 7:12). ¿De qué manera, ahora mismo, puedes hacer un esfuerzo para hacer lo que él nos manda, sin importar el costo?

 

Martes 20 de agosto:

El buen samaritano

Lee Lucas 10:25 al 27. El intérprete de la ley que interrogó a Jesús ofreció un resumen tradicional de los Mandamientos del Antiguo Testamento para llevar una vida aceptable ante Dios. ¿Qué relación tienen estos dos mandamientos?

Cuando lo interrogaban, Jesús a menudo concluía sus respuestas con un resultado muy diferente al que buscaba el interlocutor. En respuesta a la instrucción de Levítico 19:18, “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, parece que muchos de los religiosos de su época dedicaban mucho tiempo y energía debatiendo la extensión y los límites de este principio del “prójimo”.

Jesús ya había tratado que sus seguidores ampliaran la comprensión de este término, instándolos no solo a amar a su prójimo, sino también a hacer el bien a todos: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mat. 5:44, 45).

Pero cuando un experto en derecho religioso intentó probar a Jesús, recurrió a la pregunta tan discutida: “¿Y quién es mi prójimo?” (Luc. 10:29). En respuesta, Jesús relató la historia del buen samaritano, pero la respuesta concluyente a la pregunta del intérprete no fue definir la terminología de “prójimo”. De hecho, Jesús dijo: “Ve y sé prójimo de cualquiera que necesite tu ayuda” (ver Luc. 10:36, 37).

Lee Lucas 10:30 al 37. ¿Cuál es la importancia del contraste que hace Jesús entre los tres personajes que ven al hombre que necesita su ayuda al costado del camino?

Como era común en las enseñanzas de Jesús, sus críticas más severas estaba dirigidas a quienes pretendían ser religiosos, pero mostraban poca preocupación por el sufrimiento de los demás. “En la historia del buen samaritano Cristo ilustra la naturaleza de la verdadera religión. Muestra que ésta no consiste en sistemas, credos o ritos, sino en la ejecución de actos de amor, en hacer el mayor bien a otros, en la bondad genuina” (DTG 460).

En su enseñanza, Jesús señala a un forastero, alguien considerado infiel a Dios, para demostrar cuál es el llamado de Dios a todos los que dicen ser sus seguidores. Al igual que sus primeros oyentes, cuando nos acercamos a Jesús para preguntarnos qué debemos hacer para heredar la vida eterna, en definitiva nos instruye a ir y ser el prójimo de cualquier persona necesitada.

 

Miércoles 21 de agosto:

El rico y lázaro

En la parábola del rico y Lázaro (ver Luc. 16:19-31), Jesús contrasta la vida de dos hombres: uno rico y otro desesperadamente pobre. A falta de asistencia social, hospitales comunitarios o comedores populares, la práctica común era que los necesitados, discapacitados o desamparados mendigaran fuera de los hogares de los ricos. Se esperaba que los ricos fueran generosos al compartir un poco de su riqueza para aliviar el sufrimiento. Pero en esta historia, el joven rico “revelaba una egoísta indiferencia a las necesidades de su hermano doliente” (PVGM 205). En vida, las respectivas circunstancias de ambos personajes siguieron iguales; pero al morir, a juzgar por Dios, sus posiciones se invirtieron dramáticamente.

Compara Lucas 16:19 al 31 con Lucas 12:13 al 21. ¿Cuáles son las similitudes y diferencias entre estas dos historias, y qué nos enseñan en conjunto?

No hay evidencias en ninguna de estas historias de que los hombres se hayan enriquecido haciendo algo malo. Quizá ambos trabajaron mucho, se administraron con cuidado y Dios los bendijo. Pero parece que algo salió mal en sus actitudes hacia la vida, Dios, el dinero y los demás, y esto tuvo un costo sustancial y eterno.

Partiendo de la imaginería popular de la vida en el más allá que existía en la época de Jesús, la historia del hombre rico y Lázaro enseña que las decisiones que tomamos en esta vida son importantes para la próxima. La forma en que respondemos a aquellos que buscan o necesitan nuestra ayuda es una manera de demostrar cuáles son nuestras decisiones y prioridades. Como “Abraham” le recuerda al aquejado hombre rico, la Biblia brinda una orientación más que adecuada para tomar la mejor decisión: “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos” (Luc. 16:29).

Jesús enseñó que las tentaciones de la riqueza (tenerla, conservarla o amasarla) pueden alejarnos de su Reino y de los demás y acercarnos al egocentrismo y la autosuficiencia. Jesús nos llamó a buscar su Reino en primer lugar, y a compartir las bendiciones que recibimos con los que nos rodean, especialmente con los necesitados.

Sea cual fuere tu situación económica, ¿qué puedes hacer para evitar que el dinero, o el amor al dinero, distorsione tu perspectiva del énfasis que deberían demostrar los cristianos en la vida?

 

Jueves 22 de agosto:

Uno de estos mis hermanos más pequeños

Otra ocasión en que le hicieron una pregunta a Jesús y este dio una respuesta muy diferente a lo esperado, se encuentra en el sermón registrado en Mateo 24 y 25. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron sobre la destrucción del Templo de Jerusalén y el tiempo del regreso de Jesús (ver Mat. 24:1-3). La conclusión de la respuesta extendida de Jesús a esta pregunta hacía referencia a alimentar a los hambrientos, darles de beber a los sedientos, acoger a los forasteros, vestir a los desnudos, atender a los enfermos y visitar a los presos. Él les aseguró: “En cuanto lo hicisteis [o no lo hicisteis] a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (ver Mat. 25:40, 45).

Esto está relacionado con las preguntas que dieron inicio a esta enseñanza como un retrato del juicio final. En todo Mateo 24, Jesús presentó respuestas más directas a las preguntas de los discípulos, dando señales y advertencias sobre la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo, pero enfatizó la necesidad de “velar” y vivir bien a la luz de la promesa de su segunda venida. En la primera parte de Mateo 25, la historia de las vírgenes prudentes e insensatas insiste en la necesidad de prepararse para un regreso inesperado o retrasado; la historia de los tres siervos presenta la necesidad de vivir bien y productivamente mientras esperamos. A continuación, la parábola de las ovejas y los cabritos es mucho más específica en cuanto a las tareas a las que debería abocarse el pueblo de Dios.

Lee Mateo 25:31 al 46. ¿Qué nos dice Jesús aquí? ¿Por qué esto no es salvación por obras? ¿Qué enseñan sus palabras acerca de lo que realmente significa tener una fe salvadora?

La declaración de Jesús, de que cuando servimos a los demás, le estamos sirviendo a él, debe transformar todas nuestras relaciones y actitudes. Imagínate si pudieras invitar a Jesús a comer, o visitarlo en el hospital o la cárcel. Jesús dijo que hacemos esto cuando ofrecemos ese servicio a la gente de nuestra comunidad. ¡Qué increíble oportunidad nos ofrece de esta manera!

Lee con oración lo que dijo Jesús en estos versículos. ¿Cómo entendemos la idea de que él básicamente se haya comparado con los hambrientos, los desnudos, los presos? ¿Qué poderosa obligación nos impone esto en nuestro estilo de vida?

 

Viernes 23 de agosto

Para Estudiar y Meditar:

Lee “El buen samaritano” y “Estos mis hermanos pequeñitos”, en El Deseado de todas las gentes, pp. 592-597; 460-466; y “Cómo se decide nuestro destino” y “La verdadera riqueza”, en Palabras de vida del gran Maestro, pp. 310-321; 204-215;

“Cristo derribó la muralla de separación, la egolatría, el prejuicio divisor del nacionalismo, y enseñó a amar a toda la familia humana. Elevó a los hombres por encima del estrecho círculo que prescribía su egoísmo; abolió toda frontera territorial y toda distinción artificial de estratos sociales. Para él no había diferencia entre vecinos y extranjeros ni entre amigos y enemigos. Nos enseña a considerar a cada alma necesitada como nuestro prójimo y al mundo como nuestro campo de labor” (DMJ 38)

“La medida de la regla de oro es la verdadera norma del cristianismo; algo menor que esto es un engaño. Una religión que induce a los hombres a tener en poca estima a los seres humanos, a quienes Cristo consideró de tanto valor que dio su vida por ellos; una religión que nos haga indiferentes a las necesidades, los sufrimientos o los derechos humanos, es una religión espuria. Al despreciar los reclamos de los pobres, los dolientes y los pecadores, resultamos traidores a Cristo. El cristianismo tiene muy poco poder en el mundo porque los hombres asumen el nombre de Cristo pero niegan el carácter de Jesús en sus vidas” (DMJ 116, 117).

Preguntas para Dialogar:

  1. De los pasajes estudiados esta semana, ¿cuál es tu preferido? ¿Por qué?
  2. Fíjate en lo que escribió Elena de White sobre cómo una fe que “nos haga indiferentes a las necesidades, los sufrimientos o los derechos humanos, es una religión espuria”. ¿Por qué debemos tener cuidado de evitar la trampa fácil de pensar que porque tenemos la “verdad” (lo que es cierto), entonces no importa nada más?
  3. Los versículos del estudio del jueves, ¿qué otra cosa nos muestran acerca de lo que implica tener la “verdad”?

Resumen: Las enseñanzas de Jesús establecen un estilo de vida diferente para quienes son ciudadanos y representantes del Reino de Dios. Sobre la base de las Escrituras del Antiguo Testamento, reflejó y amplió el énfasis del cuidado de los pobres y oprimidos, enfatizando que sus seguidores vivirán como un pueblo compasivo y misericordioso mientras espera su regreso.

Radio Adventista
2 comments… add one
  • Gracias por compartir estas lindas lecciones

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  • Esta pagina es muy buena por que me ayuda con mi estudio de la escuela sabática incluso por que no tengo la lección…

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