Lección 8 Edicion Adultos: “Tiempo de ser padres” Para el 25 de mayo de 2019

Segundo trimestre (abril-junio) de 2019

“Tiempo de ser padres”

Lección 8: – Para el 25 de mayo de 2019

Sábado 18 de mayo

Lee Para el Estudio de esta Semana: Génesis 18:11; Jeremías  31:25; Mateo 11:28; Salmo 127; Proverbios 22:6; 1 Samuel 3:10-14; Filipenses 3:13.

Para Memorizar: “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre” (Sal. 127:3).

Los nacimientos son un acontecimiento tan común y normal que no siempre apreciamos plenamente lo maravillosos que son. Imagina lo que  Eva debió haber sentido al tener al bebé Caín en sus brazos. Los cambios  que experimentó en su vientre en crecimiento durante esos meses, el dolor insoportable del parto, y luego ver a este niñito; tan parecido a ellos, pero tan indefenso. ¡Qué experiencia debió haber sido para Sara (que con noventa años hacía mucho ya había dejado atrás su edad fértil) contemplar el rostro de su propio hijo, Isaac! Debió de haberse reído cada vez que pronunciaba su nombre. Después de orar por un hijo por quién sabe cuánto tiempo, Ana tomó a Samuel y dijo: “Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí” (1 Sam. 1:27). El milagro en el corazón de María, todavía una jovencita, abrazando a su hijo, el Hijo de Dios, con una mezcla de asombro y miedo.

Al mismo tiempo, no todos tienen el privilegio de ser padres, y la responsabilidad que esto conlleva. Esta semana dedicaremos tiempo a analizar  la etapa de la crianza de los hijos con sus desafíos, miedos, satisfacciones y alegrías.

 

Domingo 19 de mayo:

Padres sin hijos

Lee Génesis 18:11 y 30:1; 1 Samuel 1:1 al 8; y Lucas 1:7. ¿Qué tienen en común estas personas? ¿Cómo respondió Dios a sus anhelos?

Los hijos son una bendición. Pero, por alguna razón, Dios no siempre bendice a todos con hijos. Algunos desean tener una familia y oran por ella, y Dios en su bondad les concede su petición; a veces milagrosamente, como en el caso de Sara. Y hay otros que también oran con el mismo fervor ante el Trono de Dios, pero se encuentran con un silencio ensordecedor. Cada vez que ven que sus amigos alaban a Dios por sus embarazos y por la llegada de sus bebés, esto intensifica la profundidad de la herida cuando contemplan su nido vacío. Incluso hay preguntas inocentes como “¿Cuántos hijos tienes?”, que sirven de penosos recordatorios de un “club exclusivo” del que están excluidos aquellos que no tienen hijos, pese a que quieren sumarse a él.

Quienes han pasado por esa experiencia deben aceptar que Dios comprende su dolor. El salmista declara, de Dios: “Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro” (Sal. 56:8, NTV). Aunque parezca estar en silencio, “como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen” (Sal. 103:13).

Entretanto, hay otros que por varias razones quizá simplemente deciden no tener hijos. Es entendible que algunos, tal vez, decidan no traer hijos a un mundo como el nuestro, tan lleno de sufrimiento, dolor, maldad y calamidades potenciales. En ciertos casos, algunos quizá decidan adoptar hijos en lugar de tener los propios. De esa manera pueden criar a niños que ya existen, y a menudo les dan la posibilidad de una vida mucho mejor de la que podrían haber tenido.

Nuestro mundo es un lugar complicado, y es probable que nos encontremos con todo tipo de gente en todo tipo de situaciones, en lo relativo a tener o no tener hijos. Cualquiera que sea la situación en la que nos encontremos con respecto al tema de los hijos, podemos vivir con la seguridad de que Dios nos ama y que desea un buen fin para nosotros. Además, al mismo tiempo, recordemos siempre ser lo más delicados posibles con las personas que, por algún motivo, no tienen hijos.

Jesús nunca tuvo hijos naturales propios. ¿Qué lecciones podemos extraer de este hecho?

 

Lunes 20 de mayo:

Padres solos

Un fenómeno que enfrenta el mundo es el de las familias monoparentales, que muchas veces, aunque no siempre, están compuestas por una madre sola.

A veces pensamos en los padres solos como quienes concibieron un hijo fuera del matrimonio. Sin embargo, no es siempre así. Agar fue presionada para tener un hijo con Abraham, y luego se vio obligada a marcharse con su hijo (Gén. 16:3, 4; 21:17). Betsabé quedó embarazada como resultado del avance sexual de un hombre poderoso (2 Sam. 11:4, 5). Elías fue enviado a una aldea llamada Sarepta, para ayudar a una madre sola que era viuda (1 Rey. 17:9). Cuando Jesús comenzó su ministerio, José, su padre “adoptivo”, había muerto, dejando a María como viuda y madre sola. “La muerte la había separado de José, quien había compartido con ella el conocimiento del misterio del nacimiento de Jesús. Ahora no había nadie a quien poder confiar sus esperanzas y temores. Los últimos dos meses habían sido de mucha tristeza” (DTG 118).

Ser padre solo quizá sea uno de los trabajos más desafiantes que una persona pueda tener. Muchos enfrentan dificultades, como manejar las finanzas, tratar con el otro padre, o simplemente pasar tiempo a solas o con Dios, y preguntarse si alguna vez volverán a ser amados.

¿Qué promesas pueden extraer incluso los padres solos de los siguientes versículos: Jeremías 31:25; Mateo 11:28; Jeremías 29:11; 32:27; Proverbios 3:5, 6; Isaías 43:1, 2?

Nosotros, como iglesia, tenemos la responsabilidad de ayudar a las familias monoparentales. Santiago escribió: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Sant. 1:27). Se podría agregar, en principio: “Y a los padres solos con sus problemas también”. La ayuda que podemos ofrecer no tiene que ser solo económica. Podríamos permitirles un respiro llevándonos a sus hijos por un rato, para que ellos puedan hacer otras tareas, descansar, orar y estudiar la Palabra de Dios, etc. Podemos servir como mentores para sus hijos o ayudar a reparar cosas en la casa. Podemos ser las manos de Dios en múltiples formas para ayudar a los padres solos.

Sin emitir juicios sobre cómo llegaron a esa situación, ¿qué cosas específicas puedes hacer para alentar y ayudar a las familias monoparentales?

 

Martes 21 de mayo:

El gozo y la responsabilidad de ser padres

Lee el Salmo 127. ¿Cuál es el mensaje básico de este corto salmo? ¿Qué principios importantes deberíamos extraer en cuanto a cómo vivimos?

Cuando quieres cocinar tu comida preferida, sigues una receta. Si agregas todos los ingredientes necesarios y sigues todos los pasos correctamente, la mayoría de las veces obtienes los resultados deseados. Sin embargo, criar hijos no es como cocinar. Ningún niño es exactamente igual a otro, e incluso si haces todo de la misma manera que con otros niños, pueden resultar diferentes. Esto puede tener que ver con su género, el orden en el que nacieron, sus temperamentos innatos o varias otras razones. En el plan de Dios, los padres orientan a sus hijos y les enseñan a amar y a obedecer a Dios (Deut. 6:4-9; Sal. 78:5-7). La directiva de Dios para los padres es: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Prov. 22:6); y no estar encima de los niños para asegurarse de que nunca tomen decisiones equivocadas.

Si bien queremos que nuestros hijos pasen de ser personas pequeñas, tiernas e indefensas a adultos independientes y exitosos, nuestra responsabilidad suprema es que lleguen a conocer, amar y servir a Jesucristo. Como padres, podemos seguir el plan para el desarrollo espiritual de nuestros hijos descrito en Deuteronomio 6. Hay cuatro prerrequisitos importantes: que reconozcamos a “Jehová nuestro Dios” (Deut. 6:4); que lo amemos cabalmente y de corazón (Deut. 6:5); que atesoremos su Palabra (Deut. 6:6); y que compartamos con nuestros hijos lo que sabemos acerca de él (Deut. 6:20-23). Deuteronomio 6 brinda, además, otros dos principios importantes. En primer lugar, el principio de “inculcar-hablar” (Deut. 6:7, NVI). Inculcar se refiere a la educación formal, mientras que hablar se refiere a la instrucción informal. En ambos casos, la comunicación de la verdad bíblica se produce dentro del contexto de la relación padre-hijo. Los momentos de instrucción formal pueden darse durante el culto familiar, mientras estudiamos la Palabra de Dios con ellos. La enseñanza informal surge espontáneamente en las circunstancias de la vida cotidiana, y es aún más importante. Los incidentes cotidianos pueden convertirse en vehículos efectivos para comunicar la verdad bíblica (Gén. 18:19). El segundo es el principio de “atar-escribir” (Deut. 6:8, 9). La verdad espiritual debe estar ligada a nuestras acciones (“mano”) y a nuestras actitudes (“frente”), pero también debe estar inscrita en nuestra vida privada (“postes”) y pública (“puerta”). Debe pasar de nuestro corazón a nuestro hogar y de nuestro hogar al mundo.

 

Miércoles 22 de mayo:

La crianza como formadora de discípulos

Lee Génesis 18:18 y 19; y 1 Samuel 3:10 al 14. Contrasta a estos dos padres. ¿Cuáles fueron los resultados de sus estilos parentales?

Los padres tienen la responsabilidad de formar a sus hijos como discípulos de Jesús. Hay padres que creen que la forma de enseñar y corregir a sus hijos es mediante la aplicación de castigos físicos: cuantos más, mejor (Prov. 22:15; 23:13; 29:15). Pasajes como estos han sido mal utilizados para abusar de los niños y obligarlos a la sumisión total, pero a menudo eso también ha llevado a que estos se rebelen contra sus padres y contra Dios. La Biblia enseña a los padres a gobernar con bondad (Efe. 6:4; Col. 3:21) y a instruir a los hijos en justicia (Sal. 78:5; Prov. 22: 6; Isa. 38:19; Joel 1:3). Como padres, debemos velar por nuestros hijos (2 Cor. 12:14) y darles un buen ejemplo para que lo sigan (Gén. 18:19; Éxo. 13:8; Tito 2:2). Se nos dice que gobernemos bien nuestros hogares (1 Tim. 3:4, 5, 12) y que disciplinemos a nuestros hijos (Prov. 29:15, 17), mientras al mismo tiempo debemos reflejar   el amor de Dios (Isa. 66:13; Sal. 103:13; Luc. 11:11).

Lamentablemente, la Biblia revela historias de padres que se equivocaron. Isaac y Rebeca jugaron al favoritismo con sus hijos, Esaú y Jacob (Gén. 25:28), y más adelante Jacob mostró la misma actitud con José (Gén. 37:3). Elí, a pesar de ser un líder religioso, no corrigió a sus hijos (1 Sam. 3:10-14). Samuel, que también fue criado por Elí, resultó ser un padre muy defectuoso (1 Sam. 8:1-6). El rey David, al cometer adulterio y encargar un asesinato, enseñó esto a sus hijos, quienes siguieron su ejemplo. El rey Manasés sacrificó a sus hijos a los demonios (2 Rey. 21:1-9), al igual que el rey Acaz (2 Rey. 16:2-4). Sin embargo, afortunadamente, en las Escrituras también encontramos algunos buenos ejemplos parentales. Mardoqueo fue un maravilloso padre adoptivo para Hadasa, la reina Ester (Est. 2:7), y Job oraba por sus hijos habitualmente (Job 1:4, 5). En todos estos ejemplos, buenos y malos, podemos extraer lecciones acerca de la crianza de los hijos.

¿Qué podemos aprender de los ejemplos parentales que vemos en la Biblia? ¿De qué manera podemos usar algunos de estos principios en nuestras interacciones con quienes no son hijos nuestros?

 

Jueves 23 de mayo:

Cómo luchar por tu hijo pródigo

Lee Proverbios 22:6. ¿Cuál es tu interpretación de este pasaje? ¿Es una garantía, una promesa o una probabilidad?

A veces, como padre, haces todo lo que debes hacer: dedicas tiempo a enseñar a tus hijos las cosas correctas, a vivir de acuerdo con tu conocimiento de Dios, los envías a buenas escuelas, asistes a la iglesia habitualmente, haces obra misionera con ellos; y ellos finalmente abandonan la fe en la que los criaste. El dolor es insoportable, y no hay descanso en tu preocupación por la salvación de ellos. La causa no es necesariamente culpa del padre. Los hijos toman sus propias decisiones y son los responsables últimos ante Dios por sus acciones.

Algunos han tomado las palabras “y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” como una promesa, una garantía de que la educación adecuada siempre dará como resultado la salvación de su hijo. Pero Proverbios a menudo nos da principios, no siempre promesas incondicionales. Lo que podemos extraer de este texto es la seguridad de que las lecciones aprendidas en la infancia durarán toda la vida. Todos los hijos llegan a una edad en la que aceptan la herencia de sus padres como propia o la rechazan. Aquellos padres que se aseguraron de brindarles una formación piadosa a sus hijos tienen la seguridad de que lo que les enseñaron siempre permanecerá con sus hijos; y si ellos se apartan, las semillas que sembraron en su corazón estarán continuamente llamándolos a volver a casa. Ser buenos padres es decisión nuestra; ser buenos hijos es decisión de ellos.

¿Qué debería hacer un padre cuando un hijo se extravía? Encomendar a su hijo a Dios en oración ferviente. Si hay alguien que comprende tu dolor, ese es Dios, cuyos hijos de a millones le han dado la espalda a él, el Padre perfecto. Puedes apuntalar a tu “pródigo” con amor y oración, y estar dispuesto a permanecer a su lado mientras lucha con Dios.

No te avergüences de pedir apoyo y oración, no te culpes, y no te concentres tanto en el pródigo que te olvides del resto de la familia. Criar a un “hijo pródigo” puede dividir tu hogar; así que, construye un frente unificado con tu cónyuge y establece límites claros para tu hijo. Recuerda que Dios ama a tu hijo más que tú, concéntrate en un futuro más prometedor y acepta que tu hijo es una obra de Dios en proceso.

Es natural que te culpes en una situación así. E incluso si cometiste errores, ¿por qué es mejor que te concentres en el futuro y en las promesas de Dios? Filipenses 3:13.

 

Viernes 24 de mayo

Para Estudiar y Meditar:

“Deben tomar tiempo para conversar y orar con sus pequeñuelos, y no permitir que cosa alguna interrumpa esos momentos de comunión con Dios y con sus hijos. Pueden decir a sus visitantes: ‘Dios me ha dado una obra que hacer, y no tengo tiempo para charlar’. Deben considerar que tienen una obra que hacer para este tiempo y para la eternidad. Su primer deber es hacia sus hijos” (HC 241).

“Padres, debéis principiar vuestra primera lección de disciplina cuando vuestros hijos son aún niños mamantes en vuestros brazos. Enseñadles a conformar su voluntad a la vuestra. Esto puede hacerse con serenidad   y firmeza. Los padres deben ejercer un dominio perfecto sobre su propio genio, y con mansedumbre, aunque con firmeza, doblegar la voluntad del niño hasta que no espere otra cosa sino el deber de ceder a sus deseos. […]

“Los padres no empiezan a tiempo, no subyugan la primera manifestación del mal genio del niño, y este nutre una terquedad que aumentará con el crecimiento y se fortalecerá a medida que él mismo adquiera fuerza” (TI 1:200).

Preguntas para Dialogar:

  1. ¿Qué significa ser “hijo” de Dios? ¿Cómo debemos entender esa imagen y qué consuelo podemos obtener de ella?
  2. Un padre, poco después del nacimiento de sus hijos, dijo lo siguiente: “He aprendido dos grandes verdades teológicas en los primeros años después del nacimiento de mis hijos. La primera es la realidad del libre albedrío; la segunda, la realidad de la naturaleza humana pecaminosa”. ¿Cómo es que los pequeños pudieron enseñarle estas verdades?
  3. ¿Cuándo es el momento apropiado para ayudar a formar la voluntad de los hijos? ¿Cómo debería hacerse esto? ¿Cómo podemos moldear la voluntad de nuestros hijos según el plan de Dios cuando no nos hemos sometido completamente a su voluntad?
  4. Ahonden en el tema de los padres que crían a sus hijos solos. ¿De qué formas prácticas tu iglesia en general puede ayudar a los padres solos y a los hijos que están tratando de criar solos?
  5. ¿Cuáles son las formas de alentar a los padres cuyos hijos se han apartado de la fe?
Radio Adventista
1 comment… add one
  • Shalom.
    La lección de hoy lunes es extraordinaria. debemos llevar a la práctica esa maravillosa teoría de ayudar a los padres y madres que están solos con su carga física y emocional. celebremos una tarde de juegos, lectura y película con sus hijos y que en sus mentes queden impregnadas esos actos de servicios. Bendiciones

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