Lección 8 Edición Adultos – Misión en favor de los necesitados – Sábado 25 Noviembre

Sabado, Noviembre 18

Lee para el estudio de esta semana

Lucas 5:17-26; Juan 5:1-9; Deuteronomio 10:19; Levítico 23:22; Mateo 25:34-40; Juan 15:13.

Para memorizar
“Y el Rey les dirá: ‘Les aseguro, cuanto hicieron a uno de estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicieron’ ” (Mat. 25:40).

Lucas 5:17 al 26 ofrece muchas ilustraciones de cómo Dios ayuda a los necesitados. A veces, Dios utiliza a otros para ayudarnos a nosotros, o nos usa a nosotros para ayudar a los demás. Al ayudar a los necesitados, estamos ejemplificando de forma práctica el ministerio de Jesucristo. En ocasiones, es fácil saber quién necesita ayuda; otras veces se hace difícil saberlo. En cualquier situación, somos llamados a ser ayudantes de Dios en favor de todos los necesitados, sin importar su origen. La Biblia nos anima a acercarnos a los desconocidos, y al ganarnos su confianza, podremos descubrir mejores maneras de ayudarlos a encontrar a Jesús.

En la lección de esta semana, nuestra temática, “Misión en favor de los necesitados”, muestra que Dios tiene un plan para alcanzar a los necesitados de diversas maneras. Sus necesidades podrían ser físicas, emocionales, económicas, o incluso sociales; es decir, algunos pueden considerarse marginados de su comunidad o familia. Cualquiera que sea la necesidad, debemos estar dispuestos a hacer lo posible para ayudar. Esta es una parte central de lo que significa ser cristiano y de lo que debe incluir la misión.

 

Domingo, Noviembre 19

La fe de los amigos

Un poderoso relato de los evangelios revela lo que tuvieron que sortear unos hombres para llevar a un necesitado (probablemente, un amigo) hasta Jesús. De esta historia, podemos aprender acerca del duro trabajo que a veces puede suponer atender a los necesitados.

Lee Lucas 5:17 al 26 (lee también Mat. 9:1-8 y Mar. 2:3-12). ¿Qué lecciones podemos aprender de esta historia sobre la misión y el ministerio?

Al llevarlo a Jesús, estos hombres asumieron la responsabilidad de cuidar a su amigo. Dios nos llama a ser como los amigos de este hombre: llevar a los necesitados a Jesucristo. Este trabajo requiere fe, acción, paciencia, y la disposición de ser poco convencionales, si es necesario. Los hombres se acercaron a Jesús, pero se encontraron con obstáculos. No pudieron llevar a su amigo indefenso a Jesús por los medios tradicionales. No se rindieron, sino que encontraron una forma innovadora de llevar al hombre a Jesucristo. ¡Bajaron a su amigo desde el techo! Sin embargo, según Lucas, Jesús aprobó lo que hicieron (ver Luc. 5:20).

El deseo de Jesús es que llevemos a nuestros amigos indefensos a él. La Biblia se refiere a Jesús como el Gran Médico, que anhela perdonar y curar a los que sufren, sin importar de quién se trate.

Elena de White nos desafía a ayudar a los desamparados: “No esperen a que se les indique cuál es su deber. Abran sus ojos, y observen a los que los rodean; relaciónense con los desamparados, los afligidos y los necesitados. No se oculten de ellos, ni traten de ignorar sus necesidades. ¿Quién presenta las características mencionadas por Santiago, y posee una religión pura, sin mancha de egoísmo o corrupción? ¿Quiénes están ansiosos de hacer todo lo posible para colaborar con el gran plan de salvación?” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 28).

El mismo Jesús nos demuestra cómo ayudar a los desvalidos y nos llama a hacer lo mismo. Primeramente, nos hacemos amigos; después, conocemos sus necesidades; y, por último, los conducimos a Jesús, el único que puede ayudarlos. Esto es lo que hicieron los hombres de esta historia. Nosotros tenemos que hacer lo mismo en toda situación en la que nos encontremos. Ayudar a llevar a las personas al único que puede salvarlas: Jesús.

¿Quiénes a tu alrededor, ahora mismo, necesitan ayuda? ¿Qué vas a hacer por ellos?

 

Lunes, Noviembre 20

Solo el método de Cristo

¿Qué nos enseñan los siguientes relatos acerca de servir a los necesitados?

Juan 5:1-9

Marcos 1:23–28

Elena de White ofrece un proceso de cinco pasos respecto del método de Jesús para ministrar especialmente a los necesitados: “Solo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les pedía: ‘Sígueme’ ” (El ministerio de curación, p. 102).

En primer lugar, debemos relacionarnos con los desvalidos, dedicar tiempo a conocerlos y comprender sus necesidades, con la intención de hacerles el bien. Fíjate lo que hizo Jesús con el paralítico en el estanque. Jesús estaba allí mismo, en medio de la “multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos” (Juan 5:3).

En segundo lugar, debemos mostrar compasión. Esto puede resultar difícil en algunos casos debido a la desconfianza, y porque a veces la gente utiliza la amabilidad como medio para ganarse la confianza de alguien de quien luego abusa. Sin embargo, Dios nos llama a mostrar simpatía sin esperar nada a cambio.

El tercer paso es atender sus necesidades. Esto implica algo más que palabras. Hay que actuar para atender las necesidades de un amigo o de un desconocido. Jesús habló con el paralítico, le preguntó qué deseaba y luego obró un milagro en su favor. En la historia del hombre poseído por un “espíritu inmundo”, Jesús tomó el control total de la situación, haciendo por el hombre indefenso lo que él no podía hacer por sí mismo.

El cuarto paso es ganarse su confianza. Cuando ministramos a la gente, cuando la ayudamos, aprenderá a confiar en nosotros y en lo que le decimos, y así, cuando le hablemos de Jesús, estará más abierta a escuchar. Jesús no quería curar solo físicamente; quería que la gente tuviera vida eterna en él (ver Juan 10:10).

El último paso es ayudarla a llegar hasta Jesús, un acto que requiere fe tanto de tu parte como de la persona a la que ayudas.

Por lo general, nuestra fe no hace posibles los milagros que hizo Jesús. Pero ¿de qué maneras podemos ministrar a los que necesitan ayuda?

 

Martes, Noviembre 21

Refugiados e inmigrantes

El tema de los inmigrantes y los refugiados se ha convertido en un asunto muy debatido, sobre todo porque son muchos en la actualidad. Desplazados por la guerra, por catástrofes naturales o por la esperanza de un futuro económico mejor, millones de personas de todo el mundo han sido desarraigadas de sus hogares y necesitan ayuda desesperadamente.

En Mateo 2:13 y 14, Jesús mismo es un refugiado. Sus padres terrenales, José y María, se vieron obligados a huir de Belén por la noche y buscar refugio en Egipto para escapar de la mano asesina de Herodes. La Biblia no dice nada acerca de su experiencia en Egipto, pero no es difícil imaginar que tuvo sus desafíos; tal vez, algunos de los mismos desafíos que los refugiados enfrentan hoy también. De hecho, así como la familia de Jesús buscó asilo en una tierra extranjera, muchos musulmanes, budistas, hindúes, cristianos y personas no religiosas también buscan asilo en nuevas tierras en la actualidad.

En general, es más fácil entablar amistad con personas de nuestra propia cultura e idioma porque compartimos muchas cosas en común. Sin embargo, es más difícil encontrar puntos en común con inmigrantes y refugiados que tienen un aspecto diferente del nuestro y no hablan nuestro idioma, que no comparten los mismos valores religiosos y no comen alimentos similares. El evangelio nos llama a salir de nuestra zona de confort desde el punto de vista étnico, nacional y cultural, y a tender la mano a los necesitados, aunque sean muy diferentes de nosotros.

Lee Deuteronomio 10:19, Salmo 146:9, Romanos 12:13 y Levítico 23:22. ¿Qué tema importante se menciona aquí que debemos recordar?

¿Cómo podemos suplir las necesidades de los inmigrantes y los refugiados? Es difícil porque, en algunos países, quizá no sea políticamente correcto mezclarse con estas personas o ayudarlas. Sin embargo, debemos hacer lo posible para atender a estas personas, que sin duda han pasado por momentos muy difíciles y necesitan nuestra ayuda. Así que, en la medida de nuestras posibilidades, debemos ayudar.

Comienza con oración, luego busca información acerca de los inmigrantes y los refugiados. En muchos lugares, hay organizaciones que se ocupan de ellos. Puedes empezar a trabajar con una de esas organizaciones, o tal vez la Escuela Sabática de tu iglesia local podría iniciar un ministerio para inmigrantes o refugiados.

Aunque sea limitado, ¿qué puedes hacer para ayudar a los inmigrantes o los refugiados que conozcas?

 

Miércoles, Noviembre 22

Ayudar a los que sufren

¿Quién de nosotros no ha visto cuán dañado está realmente nuestro mundo? No importa si vivimos en un entorno de riqueza y materialismo o en un entorno de pobreza y necesidades materiales. La gente sufre, padece y lucha. Basta leer, por ejemplo, sobre la asombrosa cantidad de dinero que el mundo occidental gasta en antidepresivos cada año para entender que la riqueza material por sí sola ni siquiera se acerca a garantizar la felicidad o la paz.

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ungió para dar buenas nuevas a los pobres, me envió a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar a los cautivos libertad, a los ciegos vista, a dar libertad a los oprimidos” (Luc. 4:18).

¿Qué nos enseña esto acerca de lo que hizo Jesús y acerca de lo que nosotros, en nuestro ámbito, deberíamos hacer por los necesitados que nos rodean?

Dios nos llama a satisfacer las necesidades de todas las personas, aunque no sepamos cuándo aceptarán a Jesús, o si lo harán. Aunque ganarlos para Jesús es el fundamento de nuestra misión, necesitamos ayudar a los necesitados simplemente porque necesitan ayuda. Los ayudamos porque hemos aceptado a Jesús como nuestro Señor, y eso es lo que él nos llama a hacer.

El ejemplo de Jesús, de intentar satisfacer las necesidades de las personas, es un principio bíblico para seguir. No sabemos si cada persona que él ayudó lo aceptó o no.

Para verdaderamente ayudar a los demás, tenemos que ser conscientes de sus necesidades. Cada cultura tiene su forma de mostrar un trato amigable. En la India, es costumbre servir comida o bebida a las visitas. Es más fácil dar dinero a un desconocido que consolar a un amigo que acaba de perder a un ser querido. Lo que tu amigo puede necesitar quizá sea algo más que dinero o cosas materiales. A menudo, tu acompañamiento comprensivo al momento de una gran pérdida puede ser mucho más útil.

El importante principio de ser ayudantes de Jesús en favor de nuestros amigos comienza primero con el objetivo de mostrarles amor abnegado, de entender sus necesidades antes de intentar ofrecer ayuda. Bríndales la ayuda que necesitan, aunque no sepas si estarán dispuestos a seguir a Jesús.

Lee Mateo 25:34 al 40. ¿Cuál es el mensaje para nosotros?

 

Jueves, Noviembre 23

Mayor amor

Como todos conocemos sobradamente, las necesidades nunca se acaban. Si estás dispuesto a ayudar a los demás, tendrás muchas oportunidades. Ya sean amigos cercanos o refugiados lejanos, la gente tiene necesidades, y debemos hacer lo que podamos, cuando podamos, para ayudar. Durante su ministerio terrenal, Jesús ayudó a los que no podían ayudarse a sí mismos. En algunos casos, él tomó la iniciativa y se acercó a los necesitados; en otros, como en el caso de los hombres que bajaron al paralítico desde el techo para llevarlo ante Jesús, fueron los amigos quienes tomaron la iniciativa.

“Nadie tiene mayor amor que este, que uno dé su vida por sus amigos” (Juan 15:13). ¿Cómo aplicamos este principio en nuestro ministerio por los demás?

Una familia misionera sirvió seis años en Trinidad y Tobago. Los primeros tres años vivieron en una comunidad predominantemente hindú y musulmana. Muchos hindúes se quejaban de que los cristianos rechazaban su invitación al servicio anual de Acción de Gracias. Un día, estos cristianos asistieron al servicio de Acción de Gracias de un nuevo amigo hindú. Lo hicieron siguiendo el ejemplo de Jesús: él visitaba a sus amigos cuando lo invitaban a sus celebraciones especiales. De hecho, el hinduismo enseña que los visitantes o los amigos traen bendiciones al hogar del anfitrión.

Intentemos empezar a hacer amigos esta semana siendo una bendición para alguien. En primer lugar, analiza tu contexto, comunidad, pueblo o ciudad. ¿Conoces a algún refugiado o inmigrante que viva allí? ¿Y la gente que vive en tu manzana? ¿Los conoces a todos? Sea cual fuere tu situación, entablar amistad con un desconocido no es tarea fácil. Oremos y pidamos ayuda a Dios. Él conoce a todos, incluso al desconocido del que puedes hacerte amigo. Recuerda, la meta es ser su amigo para que puedas ayudarlo conduciéndolo a Dios en busca de ayuda.

Desafío: Infórmate acerca de los extranjeros o los no cristianos que viven en tu país. Joshuaproject.net es un buen lugar para estudiar los grupos de personas no alcanzadas de tu cultura.

Desafío avanzado: Identifica a alguien dentro de tu esfera de influencia. Comienza a orar regularmente por esa persona después de responder las siguientes preguntas: Esta persona, ¿es mi amiga, según el modelo de amistad de Jesús? ¿Conozco las necesidades de su vida? ¿Cómo puedo llevarla a Jesús para que la sane?

 

Viernes, Noviembre 24

Para estudiar y meditar

Los autores de los evangelios recogen ejemplos de la práctica de Jesús de tender puentes hacia personas de otras culturas para salvarlas (Mat. 8:28-34; Mar. 5:1-20). Del mismo modo, nosotros también somos llamados a hacer amigos y suplir las necesidades de gente de otras culturas. La muerte de Cristo fue por todos, independientemente de su raza, nacionalidad, riqueza u origen. Este es un aspecto que nunca debemos olvidar: “Él es la expiación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2).

“Los hombres y las mujeres no cumplen el designio de Dios cuando se limitan a expresar afecto por su propio círculo familiar […] mientras excluyen de su amor a aquellos a quienes podrían consolar y bendecir al aliviar sus necesidades. […]

“Cuando el Señor nos pide que hagamos el bien a los demás fuera de nuestro hogar, no quiere decir que nuestro afecto por el hogar disminuirá, y que amaremos menos a nuestros familiares o a nuestro país porque él desee que ampliemos nuestra solidaridad. Pero no debemos confinar nuestro afecto y simpatía entre cuatro paredes, y retener la bendición que Dios nos ha dado de modo que los demás no se beneficien de esta bendición junto con nosotros ni la disfruten” (Elena de White, The Advent Review and Sabbath Herald, 15 de octubre de 1895).

La responsabilidad que recibimos de ser una bendición para los que están fuera de nuestra zona de confort, ya sean de otra cultura o simplemente personas vulnerables, es un mandato innegociable del mismo Jesucristo (Hech. 1:8; Mar. 11:17).

Preguntas para dialogar:

¿Cuál es tu zona de confort y por qué debes estar dispuesto a salir de ella cuando sea necesario?

¿Cuáles son las implicaciones del incidente en el que calificaron a Jesús como “un comilón y un bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores” (Mat. 11:19)? ¿Qué hizo Jesús para sortear esa acusación, y qué nos enseña sobre la misión?

¿Hasta qué punto un cristiano debería participar de las celebraciones de los no creyentes? ¿Cómo podrían hacerlo los cristianos sin comprometer los principios bíblicos?

IA Para Docentes
1 comment… add one
  • bello ,,,Dio e bellizimo,,,,su amore e infinito

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