Lección 7 Edición Adultos: “Jesús, el ancla del alma” Para el 12 de Febrero de 2022

Primer Trimestre de 2022

“Jesús, el ancla del alma”

Lección 7 :- Para el 12 de Febrero de 2022

Sábado 5 de febrero

Lee Para el Estudio de esta Semana: Hebreos 6:4-6; Mateo 16:24; Romanos 6:6; Hebreos 10:26–29; 6:9–13; 6:17–20.

Para Memorizar: “Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario, hasta donde Jesús, el precursor, entró por nosotros, llegando a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” (Heb. 6:19, 20, NVI).

Hebreos 5:11 a 6:20 interrumpe la exposición teológica sobre el sacerdocio de Jesús en nuestro favor. Pablo inserta allí una dura advertencia sobre el peligro de apartarse de Cristo.

Aparentemente, el pueblo corría un grave peligro de descender por la pendiente resbaladiza de la autocompasión y la falta de fe. Al apóstol Pablo le preocupa que sus lectores y oyentes hayan perdido el sentido espiritual debido a las situaciones difíciles que afrontaban y, por lo tanto, que hayan dejado de crecer en su comprensión y experiencia del evangelio.

¿No es este un peligro potencial para todos nosotros: desanimarnos a causa de las pruebas y apartarnos?

Sin embargo, la dura advertencia culmina con un afectuoso aliciente. Pablo expresa fe en sus lectores y exalta a Jesús como la personificación de la promesa inquebrantable de salvación de parte de Dios (Heb. 6:9-20). Este ciclo de advertencia y ánimo se repite en Hebreos 10, versículos 26 al 39. Estudiaremos este ciclo y nos enfocaremos en las enérgicas palabras de aliento que Jesús nos brinda.

 

Domingo 6 de febrero: Gustar de la buena palabra

Lee Hebreos 6:4 y 5. ¿Qué recibían los creyentes en Cristo mientras le fueran fieles?

Haber sido “iluminado” significa haber experimentado la conversión (Heb. 10:32). Se refiere a aquellos que se han apartado de las “tinieblas” del poder de Satanás a la “luz” de Dios (Hech. 26:17, 18). Implica liberación del pecado (Efe. 5:11) y de la ignorancia (1 Tes. 5:4, 5). La forma verbal aquí sugiere que esta iluminación es un acto de Dios consumado a través de Jesús, “el resplandor de su gloria” (Heb. 1:3).

“Gustaron del don celestial” y “fueron hechos partícipes del Espíritu Santo” son expresiones sinónimas. El “don” de Dios puede referirse a su gracia (Rom. 5:15) o al Espíritu Santo, a través de quien Dios imparte esa gracia (Hech. 2:38). Aquellos que han “gustado” del Espíritu Santo (Juan 7:37–39; 1 Cor. 12:13) han experimentado la “gracia” de Dios, que incluye el poder para cumplir su voluntad (Gál.5:22, 23).

Gustar de “la buena palabra de Dios” (Heb. 6:5) es experimentar personalmente la verdad del evangelio (1 Ped. 2:2, 3). “Los poderes del siglo venidero” se refieren a los milagros que Dios realizará para los creyentes en el futuro: la resurrección (Juan 5:28, 29), la transformación de nuestro cuerpo y la vida eterna. No obstante, los creyentes están comenzando a “gustar” de ellos en el presente. Han experimentado una resurrección espiritual (Col. 2:12, 13), una mente renovada (Rom. 12:2) y la vida eterna en Cristo (Juan 5:24).

Pablo probablemente tenga en mente a la generación del desierto, que experimentó la gracia de Dios y su salvación. La generación del desierto fue “iluminada” por la columna de fuego (Neh. 9:12, 19; Sal. 105:39), disfrutó del don celestial del maná (Éxo. 16:15), experimentó al Espíritu Santo (Neh. 9:20), gustó de la “buena palabra de Dios” (Jos. 21:45), y “los poderes del siglo venidero” en los “prodigios y señales” realizados en su liberación de Egipto (Hech. 7:36). Sin embargo, Pablo sugiere que, así como la generación del desierto apostató de Dios a pesar de esas evidencias (Núm. 14:1-35), la audiencia de Hebreos corría peligro de hacer lo mismo, a pesar de todas las evidencias del favor de Dios que habían disfrutado.

¿Cuál ha sido tu experiencia con las bendiciones mencionadas en estos versículos de Hebreos? Por ejemplo, ¿cómo has experimentado la iluminación a la que se refiere el pasaje?

 

Lunes 7 de febrero: Imposible de renovar

Compara Hebreos 6:4 al 6; Mateo 16:24; Romanos 6:6; Gálatas 2:20; 5:24; y 6:14. ¿Qué sugiere esta comparación acerca de lo que significa crucificar a Cristo?

El texto original en griego enfatiza la palabra “imposible”. Es imposible que Dios restaure a los que “recayeron” porque están “crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios” (Heb. 6:6). Pablo quiere enfatizar que no hay otro camino de salvación, excepto a través de Cristo (Hech. 4:12). La salvación por cualquier otro medio es tan imposible como lo es “que Dios mienta” (Heb. 6:18) o agradar a Dios “sin fe” (Heb. 11:6).

Crucificar nuevamente al Hijo de Dios es una expresión figurativa que busca describir algo que sucede en la relación personal entre Jesús y el creyente.

Cuando los dirigentes religiosos crucificaron a Jesús, lo hicieron porque Jesús representaba una amenaza para su supremacía y autonomía. Por lo tanto, esperaban eliminar a Jesús como persona y destruir a un enemigo poderoso y peligroso. De igual modo, el evangelio desafía la soberanía y la autodeterminación de la persona en el nivel más básico. La esencia de la vida cristiana es tomar la cruz y negarse a sí mismo (Mat. 16:24). Esto significa crucificar al “mundo” (Gál. 6:14), al “viejo hombre” (Rom. 6:6) y “la carne con sus pasiones y deseos” (Gál. 5:24). El propósito de la vida cristiana es que suframos una especie de muerte. A menos que experimentemos esta muerte al yo, no podremos recibir la nueva vida que Dios quiere darnos (Rom. 6:1-11).

La lucha entre Jesús y el yo es una lucha a muerte (Rom. 8:7, 8; Gál. 5:17). Es una batalla difícil que no se gana de una vez. Este pasaje no se refiere a la persona que a veces fracasa en la batalla contra el “viejo hombre” y la “carne”. Este pecado se refiere a la persona que, después de haber experimentado la salvación genuina y lo que esta implica (Heb. 6:4, 5), decide que Jesús es una amenaza para el tipo de vida que quiere tener y procede a terminar su relación con él. Es decir, mientras la persona no elija alejarse completamente de Cristo, todavía existe la esperanza de la salvación.

¿Qué significa morir al “yo”, tomar la “cruz”? ¿Qué es lo que te resulta más difícil de entregar al dominio de Cristo?

 

Martes 8 de febrero: No queda más sacrificio por los pecados

La advertencia de Hebreos 6:4 al 6 es muy similar a la advertencia que se encuentra en Hebreos 10:26 al 29. Pablo explica que el rechazo del sacrificio de Jesús dejará a los lectores sin ningún medio para el perdón del pecado porque no hay otro medio para ese perdón además de Jesús (Heb. 10:1-14).

Lee Hebreos 10:26 al 29. ¿De qué tres maneras describe el autor el pecado para el que no hay perdón?

El autor no dice que no haya expiación por ningún pecado cometido después de recibir el conocimiento de la verdad. Dios ha designado a Jesús como nuestro Abogado (1 Juan 2:1). Por medio de él tenemos el perdón de los pecados (1 Juan 1:9). El pecado por el que no hay ningún sacrificio ni expiación se describe como pisotear al Hijo de Dios, profanar la sangre del Pacto y ultrajar al Espíritu Santo (Heb. 10:29). Repasemos el significado de estas expresiones.

La expresión “pisoteare al Hijo de Dios” (Heb. 10:29) describe el rechazo del gobierno de Jesús. El título “Hijo de Dios” le recordaba a la audiencia que Dios ha instaurado a Jesús a su diestra y le prometió que pondría a sus enemigos por “estrado” de sus pies (Heb. 1:13; ver además Heb. 1:5–12, 14). Pisotear a Jesús implica que el apóstata ha tratado a Jesús como a un enemigo. En el contexto del argumento de la epístola (Heb. 1:13), se podría deducir que, en lo que respecta a la vida del apóstata, Jesús ha sido quitado del trono (que ahora ocupa el mismo apóstata) y, a su vez, hace de Jesús el estrado de sus pies. Esto es lo que Lucifer quería hacer en el Cielo (Isa. 14:12-14) y lo que el “inicuo” intentaría hacer en el futuro (2 Tes. 2:3, 4, 8).

La expresión “ha profanado la sangre del pacto” (NVI) se refiere al rechazo del sacrificio de Jesús (Heb. 9:15-22). Implica que la sangre de Jesús carece de poder purificador.
La expresión “ha insultado al Espíritu de la gracia” (NVI) es muy poderosa. El término griego enybrisas (“insulto, ultraje”) implica la manifestación de arrogancia, que remite a “insolencia” o “soberbia”. Este término contrasta fuertemente con la descripción del Espíritu Santo como el “Espíritu de gracia”. Implica que el apóstata ha respondido a la oferta de gracia de Dios con un insulto.

El apóstata está en una posición insostenible. Rechaza a Jesús, su sacrificio y al Espíritu Santo.

 

Miércoles 9 de febrero: Cosas mejores

Después de la fuerte y sincera advertencia de Hebreos 6:4 al 8, Pablo expresa su confianza en que los lectores no se hayan apartado del Hijo ni lo harán en el futuro. Cree que su audiencia recibirá la advertencia y producirá los frutos apropiados. Son como la “tierra”, que Dios cultiva y produce los frutos que él espera. Estas personas recibirán la bendición de Dios (Heb. 6:7), que es la “salvación” (Heb. 6:9).

Lee Hebreos 6:9 al 12. Enumera las cosas buenas que la audiencia ha hecho y sigue haciendo y explica lo que significan.

Los creyentes muestran su amor hacia el “nombre” de Dios –es decir, hacia Dios mismo– mediante su servicio a los santos. Estos no eran hechos aislados del pasado, sino acciones sostenidas que se han extendido hasta el presente. Los actos excepcionales no revelan el verdadero carácter de una persona. La evidencia más importante del amor hacia Dios no son los actos “religiosos”, por así decirlo, sino los actos de amor hacia los demás seres humanos, especialmente los necesitados (Mat. 10:42; 25:31-46). Por lo tanto, Pablo exhorta a los creyentes: “no os olvidéis” de hacer el bien (Heb. 13:2, 16).

Presta atención a Hebreos 6:12, que advierte acerca de volverse “torpes” (NTV) o “perezosos”, lo que caracteriza a quienes no maduran y que están en peligro de alejarse (Heb. 5:11; 6:12). La esperanza no se mantiene viva mediante ejercicios intelectuales de fe, sino mediante la fe expresada en actos de amor (Rom. 13:8-10).

Pablo quiere que los lectores imiten a quienes mediante la fe y la paciencia heredan las promesas. Ya ha presentado a la generación del desierto como un ejemplo negativo de aquellos que, por falta de fe y perseverancia, no heredaron lo prometido. Luego presenta a Abraham (Heb. 6:13-15) como un ejemplo de alguien que, por medio de “la fe y la paciencia”, heredó las promesas. La lista de ejemplos positivos se amplía con la gente de fe en Hebreos 11, y culmina con Jesús en Hebreos 12 como el mayor ejemplo de fe y paciencia (Heb. 12:1–4). En Apocalipsis 14:12, la fe, la paciencia y la observancia de los mandamientos son características de los santos de los últimos días.

A veces tenemos que dar palabras de advertencia a nuestros seres queridos. ¿Qué podemos aprender del apóstol con respecto a advertir y animar a los demás?

 

Jueves 10 de febrero: Jesús, el ancla del alma

Pablo culmina su advertencia acerca de la apostasía y su exhortación al amor y la fe con una hermosa y elevada presentación de seguridad en Cristo.

Lee Hebreos 6:17 al 20. ¿Cómo nos garantizó Dios sus promesas?

Dios nos garantizó sus promesas de varias maneras. En primer lugar, Dios garantizó su promesa con un juramento (Heb. 6:17). Según las Escrituras, los juramentos de Dios a Abraham y David se convirtieron en la base fundamental de la confianza en el favor permanente de Dios para con Israel. Cuando Moisés procuró conseguir el perdón de Dios para Israel después de la apostasía con el becerro de oro, se refirió al juramento de Dios hecho a Abraham (ver Éxo. 32:11-14; Gén. 22:16-18). La fortaleza implícita de su súplica era que el juramento de Dios era irrevocable (Rom. 9:4; Rom. 11:28, 29).

De igual modo, cuando el salmista intercedió ante Dios por Israel, reclamó el juramento que Dios le hizo a David. Dios había dicho: “No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí. Como la luna será firme para siempre, y como un testigo fiel en el cielo” (Sal. 89:34-37). Según el Nuevo Testamento, ambos juramentos se cumplieron en Jesús, la simiente de Abraham, quien ascendió y se sentó en el trono de David (Gál. 3:13-16; Luc. 1:31-33, 54, 55).

En segundo lugar, Dios nos ha garantizado sus promesas mediante el acto de sentar a Jesús a su diestra. La ascensión de Jesús tiene el propósito de corroborar la promesa hecha a los creyentes porque Jesús ascendió como un “precursor […] por nosotros” (Heb. 6:20, NVI). Así, la ascensión nos revela la certeza de la salvación de Dios para nosotros. Dios llevó a Jesús a la gloria a través del sufrimiento de “la muerte por todos”, para que pudiera “llevar muchos hijos a la gloria” (Heb. 2:9, 10). La presencia de Jesús ante el Padre es el “ancla del alma” (Heb. 6:19), que se ha sujetado al trono de Dios. El honor del gobierno de Dios está supeditado al cumplimiento de la promesa que nos hizo a través de Jesús. ¿Qué más seguridad necesitamos?

¿Qué sientes cuando piensas que Dios te ha hecho un juramento? ¿Por qué ese solo pensamiento debería darte la seguridad de la salvación, aunque te sientas indigno?

 

Viernes 11 de febrero

Para Estudiar y Meditar:

Lee Elena G. de White, Los hechos de los apóstoles, “Juan, el Amado”, pp. 445-450; El Deseado de todas las gentes, “Judas”, pp. 663-670.

“La guerra contra el yo es la batalla más grande que jamás hayamos peleado. La rendición del yo, entregando todo a la voluntad de Dios, requiere una lucha; pero para que el alma sea renovada en santidad, debe someterse antes a Dios” (CC 38).

“Juan deseaba llegar a ser semejante a Jesús, y bajo la influencia transformadora del amor de Cristo llegó a ser manso y humilde. Su yo estaba escondido en Jesús. Sobre todos sus compañeros, Juan se entregó al poder de esa maravillosa vida. […]

“A causa de su profundo amor hacia Cristo, Juan deseaba siempre estar cerca de él. El Salvador amaba a los Doce, pero el espíritu de Juan era el más receptivo. Era más joven que los demás, y con mayor confianza infantil abrió su corazón a Jesús. Así llegó a simpatizar más con Cristo, y mediante él, las más profundas lecciones espirituales de Cristo fueron comunicadas al pueblo. […]

“La belleza de la santidad que le había transformado brillaba en su rostro con resplandor semejante al de Cristo. En su adoración y amor contemplaba al Salvador hasta que la semejanza a Cristo y el compañerismo con él llegaron a ser su único deseo, y en su carácter se reflejó el carácter de su Maestro” (HAp 449, 450).

 

Preguntas para Dialogar:

La vida de Juan, el discípulo amado, y Judas Iscariote ofrecen un contraste importante. Cuando Jesús vio a Juan y a su hermano, los llamó Boanerges, hijos del trueno. Juan tenía defectos graves. Judas también tenía defectos, pero no eran más dramáticos ni serios que los de Juan. ¿Por qué Juan llegó a transformarse a la imagen de Jesús mientras que Judas cometió el pecado contra el Espíritu Santo? ¿Cuál fue la diferencia?

Jesús invita a los creyentes a tomar su cruz y seguirlo. ¿Cuál es la diferencia entre tomar la cruz y someterse al abuso de los demás?

¿Por qué Dios requiere una entrega total de nuestra vida a él? ¿Cuál es la relación entre el libre albedrío y la salvación?

Radio Adventista
2 comments… add one
  • Gracias por publicar. Bendiciones.

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  • Juan permitió que Jesús lo transformara a través de la contemplación, mientras que Judas endureció su corazón por la avaricia.

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