Leccion 6. El Ministerio de Pedro (3T 2018—El libro de Hechos)
Textos bíblicos: Hechos 9:32–43, Hechos 10:9–16; 34-35; Efe. 2:11–19, Hechos 11:1– 26, Hechos 12:1–18.
Citas
• Todo creyente debe ser un apóstol (‘un enviado’) ya que cada creyente es enviado por el Señor Jesús para ir y llevar fruto. Como enviados, no todos los creyentes pueden predicar como Pedro a miles… como se relata en el comienzo de Hechos. Sin embargo, cada creyente puede ser un apóstol en una casa, y puede enseñar y experimentar la comunión como lo hizo Pablo al final del libro de Hechos. Esta conclusión es la puerta para que cada creyente continúe escribiendo el libro de Hechos los Apóstoles, visitando hogares y abriendo su propia casa para construir la asamblea. Henry Hon
• Un apóstol es un misionero que da testimonio de la realidad y divinidad de Jesucristo en todo el mundo. David A. Bednar
• Porque se le dijo: “Tú eres Pedro” y no “Tú eres la roca.” Pero “la roca era Cristo”, al confesar, como también confiesa toda la Iglesia, Simón fue llamado Pedro. Agustín
• Seguramente el resto de los apóstoles también eran lo mismo que Pedro, dotados de una asociación similar, tanto de honor como de poder. Cipriano
Para debatir
¿Por qué fue el papel de Pedro tan esencial en la iglesia primitiva? ¿Cuáles fueron las ventajas y las desventajas? ¿De qué manera Pedro es un modelo para nosotros hoy? ¿Cómo obró Dios para cambiar los prejuicios de Pedro? ¿De qué manera la vida de Pedro proporciona un ejemplo en pequeña escala del gran conflicto? ¿Cómo escribiríamos el carácter de Pedro?
Resumen bíblico de la lección
Hechos 9:32–43 narra que Pedro resucitó a Dorcas. Luego, Hechos 10:9–16 nos habla de la visión que Pedro tuvo de una sábana con animales impuros. Su siguiente visita a Cornelio lo convenció de que el evangelio debe ir a los extranjeros (Hechos 10:34-35). Algunos están en contra de lo que Pedro ha hecho, de modo que él explica todo a los creyentes en Jerusalén (Hechos 11:1–26). El resultado es que “Después de escuchar esta explicación, no volvieron a discutir con él, y alababan a Dios, diciendo: ‘Ahora Dios ha concedido también a los extranjeros la oportunidad de arrepentimiento y de tener vida eterna.” Hechos 11:18 FBV. Más adelante, Hechos 12:1–18 nos presenta un resumen del milagroso escape de Pedro de la prisión gracias a un ángel.
Comentario
A menudo Pedro es el que está a la vanguardia. En el ministerio de Jesús, Pedro era el vocero de los discípulos. Su gran experiencia de aprendizaje nace a partir del arresto de Jesús y de su conversación con Jesús después de la resurrección. Aunque Santiago parece haber sido el que asumió el papel principal de liderazgo de la iglesia primitiva, Pedro está muy involucrado en todo. De hecho, Pedro es quien recibe la visión de la sábana con los animales inmundos, y el mandamiento de Dios, “¡Levántate Pedro, mata y come!” – una idea completamente horrible para cualquier judío. Dios le dejaba claro a Pedro que su papel era ir con los mensajeros a la casa de Cornelio. Su experiencia allí convenció a Pedro de que Dios realmente estaba trabajando en favor de los “extranjeros”, y que ellos tenían la misma oportunidad de recibir el Espíritu Santo. Aunque Pablo y Bernabé son los principales proveedores de evidencia de que los extranjeros recibieron el evangelio, Pedro se levanta en el concilio de Jerusalén y dice: “Hermanos, ustedes saben que desde un principio Dios me escogió de entre ustedes para que por mi boca los gentiles oyeran el mensaje del evangelio y creyeran.” Hechos 15: 7 NVI.
Si bien su experiencia siguió teniendo altibajos, notemos la reprensión de Pablo acerca de cómo Pedro vacilaba entre si debía sentarse y comer con los extranjeros o no (Gálatas 2: 11-21); su ministerio marcó una gran diferencia en el éxito de la iglesia primitiva. Aunque la segunda parte del libro de Hechos se enfoca en Pablo, fue Pedro quien habló y pronunció el discurso más inspirador en el Pentecostés. Se registra que los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas. Hechos 2:41 NVI.
Si bien no tenemos registro en la Escritura del ministerio posterior de Pedro, se cree que fue a Roma. En su primera carta, Pedro saluda diciendo: “desde la iglesia en Babilonia”, que generalmente se entiende que hace referencia a Roma (1 Pedro 5:13). Escritores cristianos posteriores como Ireneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano y Jerónimo observan que Pedro y Pablo ministraron en Roma. La tradición dice que cuando se trató de su crucifixión, Pedro pidió ser crucificado de cabeza, ya que no se consideraba digno de morir de la misma manera que su Señor.
Comentarios de Elena de White
Mientras Pedro estaba todavía en Jope, fue llamado a llevar el Evangelio a
Cornelio en Cesarea… Esta visión reprendía a Pedro a la vez que le instruía. Le reveló el
propósito de Dios, que por la muerte de Cristo los gentiles fueran hechos herederos con
los judíos de las bendiciones de la salvación. Todavía ninguno de los discípulos había
predicado el Evangelio a los gentiles. En su mente, la pared de separación, derribada por
la muerte de Cristo, existía todavía, y sus labores se habían limitado a los judíos; porque
habían considerado a los gentiles excluidos de las bendiciones del Evangelio. Ahora el
Señor trataba de enseñarle a Pedro el alcance mundial del plan divino. {Los Hechos de os
Apóstoles, p. 108, 110}
Durante su ministerio, Pedro veló fielmente sobre el rebaño encomendado a su
cuidado, y así demostró que era digno de la carga y responsabilidad que el Salvador
había puesto esto sobre él. Siempre exaltaba a Jesús de Nazaret como la esperanza de
Israel, y el Salvador de la humanidad… A medida que el tiempo transcurría, la influencia
del apóstol como educador y dirigente aumentaba; y aun cuando nunca abandonó sus
cargas relacionadas con su trabajo especial por los judíos, dio su testimonio también en
muchos países y fortaleció la fe de multitudes en el Evangelio.
En los últimos años de su ministerio, Pedro fue inspirado a escribir a los creyentes
“esparcidos en Ponto, en Galacia, en Capadocia, en Asia y en Bitinia.” Sus cartas fueron
el medio de despertar el ánimo y fortalecer la fe de los que soportaban pruebas y
aflicciones, y de estimular a las buenas obras a los que, atravesando por diversas
tentaciones, estaban en peligro de perder su confianza en Dios. Estas cartas demuestran
haber sido escritas por uno en quien abundaban tanto los sufrimientos de Cristo corno su
consolación; por uno cuyo ser entero había sido transformado por la gracia de Dios y
cuya esperanza en la vida eterna era segura e inconmovible. {Los Hechos de los
Apóstoles, p. 412}
Preparado el 19 de febrero de 2018 © Jonathan Gallagher 2018
Traducción al español: Shelly Barrios De Ávila