Lección 6 Edición Maestros: “Jesús, el sacerdote fiel” Para el 5 de Febrero de 2022

Edición para maestros. Primer trimestre de 2022

“Jesús, el sacerdote fiel”

Lección 6 :- Para el 5 de Febrero de 2022

RESEÑA

Textos clave: Hebreos 5:1–10; Génesis 14:18-20; 1 Pedro 2:9; Hebreos 7:1–3; 7:11–16, 22, 26.

El pecado nos separó de Dios. Sin embargo, Cristo vino a salvar ese abismo. Para ello, se convirtió en nuestro Sumo Sacerdote. Su papel tiene similitudes con los sacerdotes humanos, pero también diferencias. Se lo llama Sacerdote “según el orden de Melquisedec” (Heb. 5:6). Eso en realidad significa que Cristo es “semejante a Melquisedec” (Heb. 7:15, JBS). Este rey y sacerdote Melquisedec era contemporáneo de Abram. Cuando una coalición de reyes atacó Sodoma y Gomorra, no solo las conquistaron; también se llevaron cautivo a Lot, el sobrino de Abram. En respuesta, Abram lanzó un contraataque, y rescató a Lot y a los demás ciudadanos capturados de esas ciudades, junto con los bienes saqueados. Después de regresar de la batalla, Melquisedec, rey y sacerdote de Salem, bendijo a Abram y, a cambio, Abram le entregó una décima parte de todo el botín de la batalla (Gén. 14). Este Melquisedec no era Cristo encarnado, ni un ser celestial; era solo un rey y sacerdote humano, un paradigma práctico que utilizó Pablo. Melquisedec, como tipo de Cristo, encaja en el argumento de Pablo. Aunque no pertenecía a la tribu de Leví, la tribu sacerdotal del antiguo Israel, Cristo llegó a ser un sacerdote superior y eficaz porque su sacerdocio concordaba con el orden de Melquisedec, el rey-sacerdote de Salem. Ten en cuenta que Melquisedec recibió el diezmo de Abram, lo que hace que su sacerdocio fuera anterior y superior al de Leví. Por ende, el sacerdocio de Melquisedec tipifica adecuadamente el real sacerdocio de Cristo.

COMENTARIO
Cualidades sumosacerdotales
Hebreos 5:1 al 4 comienza con un catálogo general de aptitudes sumosacerdotales. “Todo sumo sacerdote es elegido entre los hombres, y constituido a favor de los hombres ante la presencia de Dios, para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados y para mostrarse paciente con los ignorantes y extraviados, ya que él mismo adolece de la debilidad humana. Por eso mismo debe presentar una ofrenda por sus propios pecados, así como por los del pueblo. Pero nadie puede tomar este honor por cuenta propia, sino sólo el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón” (Heb. 5:1-4, RVC).
En total, doce cualidades de un sumo sacerdote se enumeran en Hebreos 5:1 al 4. En primer lugar, la descripción del trabajo: cada sumo sacerdote es (1) “elegido entre los hombres”, (2) seleccionado “a favor de los hombres”, (3) está “ante la presencia de Dios” y (4) es designado “para presentar ofrendas y sacrificios” (5) “por los pecados”. Luego vienen las disposiciones personales: (6) es “paciente con los ignorantes y extraviados” y (7) “adolece de la debilidad humana”. Además, (8) “debe presentar una ofrenda por sus propios pecados”, (9) “así como por los del pueblo”. Finalmente, el tema de la vocación: (10) “nadie puede tomar este honor por cuenta propia”, (11) “sino solo el que es llamado por Dios”, (12) “como en el caso de Aarón”. Se destacan cuatro características del sumo sacerdote. Estas son: solidaridad con el ser humano (cualidades 1-3), capacidad para moderar sus emociones (cualidad 6), sujeción a la debilidad (cualidad 7) y, finalmente, la vocación del sacerdote (cualidad 12). Trataremos cada una de estas cuatro características sobresalientes antes de dirigir nuestra atención a las aptitudes de Cristo para este ministerio.
En primer lugar, el sumo sacerdote es elegido de entre su propio pueblo. Se suponía que era israelita (Éxo. 29:9, 44; Núm. 18:1-7), de la tribu de Leví. Aarón fue nombrado sumo sacerdote primero por Dios mismo (Éxo. 28:1). Cuando ciertas personas, como Coré y su grupo, presumieron de designarse a sí mismos o a otros para el puesto de sumo sacerdote, Dios tuvo que destruirlos (Núm. 16:15-40). El sacerdocio y sus prerrogativas no eran un asunto insignificante, como lo experimentó el rey Uzías a través de un brote de lepra en su propio cuerpo cuando entró en el Templo para ministrar en el Altar del Incienso (2 Crón. 26:16-21). Curiosamente, durante el período del segundo Templo, o período intertestamentario, al final del reino asmoneo, Salomé Alexandra asumió el trono como reina (76-67 a.C.), pero no el sacerdocio. Debido a su género, no podía ser sumo sacerdotisa. Entonces, nombró a su hijo mayor, Hircano II, para el puesto. Su hermano menor, Aristóbulo II, no aceptó el nombramiento de su hermano, y rivalizó con él en el cargo.
Entonces, vemos que el sumo sacerdote terrenal siempre era varón, elegido de su propio pueblo. También necesitaba mostrar solidaridad con su gente. Así, como dijimos, era un israelita, descendiente de Aarón, de la tribu de Leví. Su trabajo era representar a otros seres humanos ante Dios, y ofrecer donativos y sacrificios en beneficio propio y de los demás. El tema de la solidaridad de Cristo con nosotros, los seres humanos, surge en Hebreos 2:17 y 18, resurge en Hebreos 4:14 al 16 y se desarrollará más en Hebreos 5.
En segundo lugar, el sumo sacerdote, como lo describe Hebreos, es una persona que es capaz de moderarse, es decir, contener sus propias emociones con quienes son ignorantes y se descarrían. “Puede tratar con paciencia a los ignorantes y extraviados” (Heb. 5:2, NVI). El sumo sacerdote ideal era una persona no demasiado dura, pero tampoco indiferente al pecado. El sumo sacerdote terrenal compartía las responsabilidades generales durante el año litúrgico (Éxo. 29:38-46); pero solamente él ofrecía los sacrificios en el Día de la Expiación (Lev. 16:1-25), y llevaba el Urim y el Tumim (Éxo. 28:30). Necesitaba hacer todas estas cosas con autocontrol emocional.

En tercer lugar, aunque por lo menos en algunos casos el sumo sacerdote debió de haberse sentido frustrado por los pecados cometidos por el pueblo (tan solo piensa en el sumo sacerdote Elí, cuando acusó erróneamente a Ana de estar ebria [1 Sam. 1:13, 14]), él mismo estaba sujeto a la debilidad. Hebreos 5:2 dice literalmente que el sumo sacerdote estaba “sujeto a” o “rodeado de” debilidad debajo de su elaborado atuendo exterior (Éxo. 28). Esta distinción es importante, porque su debilidad le permitía tratar con amabilidad a los malhechores. Como sumo sacerdote, mostraba solidaridad con su pueblo, refrenaba sus emociones cuando se sentía frustrado y también era consciente de que estaba sujeto al pecado. Esto lo convertía en una persona accesible.
En cuarto lugar, una persona no podía alistarse o postularse para el oficio de sumo sacerdote. El primer designado, Aarón, fue elegido por Dios, y a nadie se le permitió concederse este honor para sí. La persona lo aceptaba solo cuando Dios la convocaba.
En síntesis, un sumo sacerdote mostraba solidaridad con su pueblo, controlaba sus emociones, era consciente de su debilidad y solo asumía el cargo cuando lo convocaba Dios.

Pregunta para reflexionar: Cuando la iglesia aplica disciplina correctiva a una persona que yerra, ¿por qué es importante mostrar solidaridad, tener autocontrol emocional y ser consciente de la debilidad propia?

 

Las aptitudes de Cristo
Con Hebreos 5:5 y 6, Pablo dirige el análisis hacia Jesús. Pablo considera a Jesús en el contexto de dos de las cualidades de sumo sacerdote, delineadas en la sección anterior, a saber, su designación divina y su solidaridad con los seres humanos.
En primer lugar, Cristo como Sumo Sacerdote no se autoadjudicó el honor, sino que Dios lo designó para el puesto. ¿Cómo lo expresa Pablo? Uniendo dos salmos. Ambos ya se han utilizado en Hebreos, en Hebreos 1:5 y 1:14, al principio y al final de una serie de citas en Hebreos 1:5 al 14. La primera referencia es del Salmo 2:7. El Salmo 2 es el salmo mesiánico que habla del nombramiento de Cristo como el Hijo de David profetizado. La segunda referencia proviene del Salmo 110:4 y muestra que Dios llama a Cristo para ser Sacerdote. Sus logros sacerdotales ya se mencionaron en Hebreos 1:3: “Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó”. Aquí Pablo combina la temática de la filiación de Cristo con la temática de Cristo como Sumo Sacerdote. Cristo es el Hijo designado de Dios y el Sumo Sacerdote perfecto para la humanidad, “según el orden de Melquisedec” (Heb. 5:6) o, como dice Hebreos 7:15, “a semejanza de Melquisedec”. A semejanza de Melquisedec, Cristo es Rey y Sacerdote. En comparación con los sumo sacerdotes levíticos humanos, Cristo es mejor que ellos en el sentido de que puede tratar con benignidad a los ignorantes y descarriados. Asimismo, él puede “compadecerse de nuestras debilidades” (Heb. 4:15) y “socorrer a los que son tentados” (Heb. 2:18). Él puede “salvar perpetuamente” (Heb. 7:25), y perfeccionar “para siempre a los santificados” (Heb. 10:14). La segunda aptitud de Cristo, a saber, mostrar solidaridad con los seres humanos, queda de manifiesto por su sufrimiento, su aprendizaje de la obediencia y su perfección (Heb. 5:7-10).

Pregunta para reflexionar: Lee Hebreos 7:23 al 25. ¿Por qué era necesario tener un sumo sacerdote mejor que los de la tribu de Leví?

 

APLICACIÓN A LA VIDA
Hasta ahora, Pablo describe a Jesús como superior a los ángeles en su capacidad de Hijo de Dios entronizado (Heb. 1); sin embargo, por un tiempo, Jesús se vuelve inferior a los ángeles. Por otra parte, lo representa como quien, mediante su muerte, destruyó el poder de muerte de Satanás (Heb. 2). Jesús también se describe como quien no puede ofrecerle descanso a la generación del Éxodo debido a la incredulidad de ellos (Heb. 3), pero puede ofrecer descanso al pueblo de Dios posmesiánico (Heb. 4). Además, Jesús es un sacerdote que es similar, pero muy diferente, de los sacerdotes del sacerdocio levítico (Heb. 5). A la luz de esta información, ¿cuál es el próximo paso al que Pablo quiere llevar a su audiencia? Pablo quiere que sus lectores avancen en su comprensión del ministerio sumosacerdotal de Cristo al ver su semejanza con Melquisedec como Sumo Sacerdote. Sin embargo, existen algunos obstáculos. Los obstáculos incluyen la pereza de los lectores para escuchar la Palabra; la necesidad de leche como cristianos inmaduros, en lugar de comida sólida; y la falta de experiencia en la Palabra de justicia (Heb. 5:11-14). Aunque Pablo habla en términos muy fuertes, equilibra su reproche exhortativo con una afirmación positiva sobre su condición espiritual, al decir: “En cuanto a ustedes, queridos hermanos, aunque nos expresamos así, estamos seguros de que les espera lo mejor, es decir, lo que atañe a la salvación” (Heb. 6:9).

Preguntas de aplicación:

  1. ¿Hay algún lugar en nuestra experiencia espiritual personal en el que debamos rendir cuentas a un tercero, además de a Dios, por nuestro progreso o retroceso? Analicen.
  2. ¿Cabe que una autoridad espiritual nos haga responsables corporativamente, así como Pablo hace responsable a su audiencia? ¿Por qué?
  3. ¿Existe algo así como cristianos estáticos, o ese estatus es una contradicción de términos? Expliquen.
Radio Adventista
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