Segundo trimestre (abril-junio) de 2018
“Cristo en el Santuario celestial”
Lección 5: – Para el 5 de mayo de 2018
Lee Para el Estudio de esta Semana: Romanos 8:3; Juan 1:29; Apocalipsis 5:12; Hebreos 7:1-28; 9:11-15; Levítico 16:13; Hebreos 9:20-23.
Para Memorizar: “Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Fil. 2:9, 10).
Al hablar de Jesús en el Santuario celestial, el libro de Hebreos dice: “Donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Heb. 6:20).
La Escritura, especialmente el Nuevo Testamento, es muy clara sobre la función de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario celestial, un papel que asumió después de haber completado su obra como nuestro sacrificio aquí en la Tierra (ver Heb. 10:12).
Esta semana exploraremos el ministerio de Cristo en el Santuario celestial. Su obra de intercesión es esencial para la preparación de su pueblo para el tiempo del fin. Se nos dio esta advertencia importante: “El pueblo de Dios debería comprender claramente el tema del Santuario y el juicio investigador. Todos necesitan conocer por sí mismos la posición y obra de su gran Sumo Sacerdote. De otro modo, les será imposible ejercitar la fe que es esencial en nuestros tiempos u ocupar el puesto al que Dios los llama” (CS 479).
¿Qué está haciendo Cristo por nosotros en el Santuario celestial, y por qué es tan importante para nosotros comprenderlo, especialmente en los últimos días?
Sacrificio supremo
Estudiar el sacrificio supremo de Cristo ayuda mucho en la preparación de los creyentes para el tiempo del fin. A menudo, los seres humanos miran hacia el objetivo que tienen delante, y eso tiene sentido. Pero, también es bueno comprender que el objetivo está detrás de ellos. Hablamos del Calvario. El objetivo, que Jesús alcanzó por nosotros, es irreversible, definitivo, y nos da certeza de la meta que tenemos por delante.
Lee Romanos 8:3; 1 Timoteo 1:17, y 6:16; y 1 Corintios 15:53. ¿Por qué envió Dios a su Hijo al mundo?
Dios envió a Cristo para que fuese una ofrenda por el pecado, para condenar el pecado en la carne. ¿Qué significa esto? Como un ser inmortal, Cristo no podía morir. Por lo tanto, el Señor se hizo humano y asumió nuestra mortalidad sobre sí para que, en efecto, pudiera morir como nuestro sustituto.
Aunque era divino, y aunque era Dios en su naturaleza, Jesús asumió “la condición de hombre” y se humilló a sí mismo, “haciéndose obediente hasta la muerte” en la cruz (Fil. 2:6-8). De una manera que solo Dios sabe, la divinidad de Cristo no murió cuando Jesús murió en la cruz. De alguna forma que escapa a la comprensión humana, la divinidad de Jesús estuvo inactiva durante los nueve meses en el vientre y en los días de la tumba; y durante su vida y ministerio aquí, Jesús nunca la usó para ayudar a su humanidad.
Lee Lucas 9:22. ¿Qué nos dice sobre la intencionalidad de la muerte de Cristo?
Cristo nació para morir. Podemos imaginar que nunca hubo un momento en la eternidad en el que él haya dejado de pensar en las burlas, la flagelación, los azotes y la crucifixión desgarradora que enfrentaría. Este es un amor sin parangón, incomprendido y nunca antes visto.
¿Qué podemos hacer, como seres humanos, ante este tipo de amor, más que caer de rodillas, y adorar con fe y obediencia? ¿Qué nos dice la realidad de la cruz sobre la inutilidad de los méritos humanos?
El cordero de Dios
Lee Juan 1:29; y Apocalipsis 5:12, y 13:8. ¿Cuál es la imagen que estos versículos tienen en común y cuál cuán importante es esa imagen para ayudarnos a entender el plan de salvación?
Cuando Juan el Bautista dijo que Jesús era el “Cordero de Dios”, estaba haciendo una referencia inconfundible al Santuario. Incluso más directamente, estaba haciendo referencia a la muerte de Cristo por el pecado como el único cumplimiento de todos los corderos (y de todos los demás animales sacrificados en el ritual del Santuario hebreo) que murieron como sacrificio por el pecado. De hecho, los cuatro evangelios, más allá de lo que enseñan, en definitiva cuentan la historia de lo que hizo Jesús en su función de Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
Pero, la historia de Jesús y su obra en favor de nuestra salvación no termina en los evangelios, ni siquiera con su muerte y resurrección.
Desde el comienzo, el libro de Hebreos aborda el tema de Cristo como el Sumo Sacerdote en el Santuario celestial después de su obra como Cordero sacrificial. Desde su primera mención en este papel después de la cruz (Heb. 1:3), los siguientes capítulos del libro hacen referencia a Jesús como Sumo Sacerdote. La descripción de su obra en el Santuario celestial se presenta con lujo de detalles en Hebreos 7:1 al 28.
Lee Hebreos 7:1 al 28. ¿Qué dice el autor acerca de Jesús?
Aunque estos versículos son muy profundos y ricos, la esencia de lo que dicen es que Jesucristo tiene un sacerdocio mejor que los sacerdotes de la línea de Aarón en el servicio del Santuario terrenal. Pero ahora, en lugar de un sacerdocio terrenal en un Santuario terrenal, tenemos un Sumo Sacerdote celestial que intercede por nosotros en el Santuario celestial. Entonces, cuando fijamos los ojos en Jesús ahora, podemos centrarlos en él como nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario celestial.
Nuestro sumo sacerdote
Lee Hebreos 7:24 al 27, y 8:6. ¿Qué gran esperanza se nos da en estos versículos?
Cristo puede salvar completamente debido a varias cualidades que ningún otro sacerdote podría tener. Él es Dios, y tiene autoridad para perdonar pecados. Tiene un sacerdocio permanente. Durante la era cristiana, intercede todo el tiempo por su pueblo, con la misma compasión amante que cuando sanaba a los enfermos y consolaba a los solitarios. También es humano, pero nació sin pecado y nunca pecó. Y, aunque es el único que no cometió pecado, murió bajo el peso abrumador de la suma total del pecado humano. Entonces solo él, como Dios-Hombre, puede interceder por los pecadores en el Santuario celestial.
Además, estos versículos muestran que el sacrificio de Cristo fue de una vez para siempre. Era necesario que sucediera una sola vez, y fue suficiente para ofrecer salvación a cada ser humano que vive y alguna vez haya vivido.
A fin de cuentas, si consideramos quién fue el que murió en la cruz, con una ofrenda así, ¿cómo no habría de ser suficiente para cada ser humano?
Lee Hebreos 9:11 al 15. ¿Qué logró Cristo por nosotros mediante su muerte y ahora en su ministerio celestial?
Hebreos 9:12 dice que Cristo ha “obtenido eterna redención”. La palabra griega traducida como “redención” también significa “rescate” y “liberación”. Es la misma palabra que se usa en Lucas 1:68, cuando Zacarías declaró que Dios “ha visitado y redimido a su pueblo”. La referencia a la sangre de Cristo (la sangre del único sacrificio suficiente) significa que fue Cristo, como Cordero sacrificial, el que obtuvo esta redención, esta liberación. Y lo grandioso del evangelio es que Cristo la obtuvo, no para sí, sino para nosotros, y se vuelve eficaz para todos los que aceptan el sacrificio de Cristo en su favor.
Medita en la idea de que Cristo obtuvo “eterna redención” para nosotros y, recién después de haber cumplido con esto, inició su obra en el Santuario celestial en nuestro favor. ¿Qué esperanza nos ofrece esto con respecto a lo que Cristo está haciendo por nosotros en el Santuario celestial?
Nuestro intercesor
Aunque el pecado había acarreado una terrible separación entre Dios y la humanidad, la muerte sacrificial de Cristo nos lleva a Dios siendo seres humanos, y podemos seguir teniendo acceso a él. Lee Efesios 2:18 y 1 Pedro 3:18.
“La cual [esperanza] tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Heb. 6:19, 20). Según estos versículos, ¿qué hizo Jesús por nosotros?
Lee Hebreos 9:24. ¿Qué dice este versículo que incluye la obra de Cristo?
Jesús es el precursor porque entró como nuestro Representante en el Santuario celestial, incluso en la misma presencia de Dios, por nosotros. Es decir, Jesús está de pie ante el Padre, ministrando los méritos de su expiación, la “eterna redención” que él ha “obtenido” en nuestro favor.
Sí, cuando aceptamos a Jesús, nuestros pecados son perdonados, y nos presentamos delante de Dios perdonados y limpios. Pero esto no quita que, incluso después de habernos hecho cristianos, a veces todavía pequemos, a pesar de todas las maravillosas promesas de victoria. En esos casos, Jesús intercede como nuestro Sumo Sacerdote en el cielo. Él representa ante el Padre al pecador arrepentido, no invocando nuestros méritos (porque no tenemos ninguno) sino los suyos en nuestro favor. “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Heb. 7:25).
¿Qué cristiano que haya nacido de nuevo no siente necesidad de la misericordia y la gracia de Cristo? Es decir, a pesar de la nueva vida que tenemos en Jesús, a pesar de los maravillosos cambios en nuestra existencia, ¿quién no se da cuenta de la necesidad constante de perdón? ¿Por qué, entonces, el saber que Cristo es nuestro Sumo Sacerdote es tan precioso para nosotros?
El día de la expiación
El libro de Hebreos nos enseña que el servicio del Santuario terrenal hebreo era un modelo del Santuario celestial, al que Cristo inauguró cuando entró en él como nuestro Sumo Sacerdote. El servicio terrenal, con sus dos compartimentos y sus rituales de sacrificio y de purificación, era “figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo” (Heb. 8:5).
En el ritual del Santuario terrenal, se desarrollaba un ministerio en los dos compartimentos, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo; y del mismo modo, se desarrolla el ministerio de Cristo en el Santuario celestial. En el Santuario terrenal, el concepto de juicio era representado el Día de la Expiación, cuyo resultado era la purificación del Santuario, según se describe en Levítico 16. Este era el único momento del año en que el Sumo Sacerdote entraba al segundo compartimento, el Lugar Santísimo (Lev. 16:12-14) para hacer una obra de purificación y expiación en favor del pueblo.
Lee Hebreos 9:20 al 23. ¿Qué necesita ser purificado y limpiado, y por qué esto es una clara referencia al ministerio de Cristo del Día de la Expiación?
Los eruditos se han sorprendido por la afirmación de que el Santuario celestial en sí necesitaba ser limpiado o “purificado”. Sin embargo, una vez que esto se entiende como una referencia al Día de la Expiación, el problema desaparece. Hebreos 9:23 muestra que la obra que Cristo hace en el Santuario celestial es la verdadera expresión de lo que el sumo sacerdote terrenal hacía en el servicio anual de la Expiación en el Santuario israelita. El ministerio del sacerdote terrenal en la purificación del Santuario terrenal prefiguraba la obra que algún día Cristo realizaría en el cielo. El versículo no dice que esta purificación celestial tuvo lugar inmediatamente después de la ascensión de Cristo. A partir del estudio del libro de Daniel, podemos ver que esta fase del ministerio comenzó en el año 1844. Así que, como cristianos que enfrentamos los últimos días, debemos entender la solemnidad de la época en la que estamos; pero además podemos descansar en la seguridad de lo que Cristo ha hecho por nosotros en el pasado y lo que está haciendo por nosotros ahora en el Lugar Santísimo del Santuario celestial.
El mensaje del primer ángel declara: “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado” (Apoc. 14:7). La realidad del juicio apunta a la proximidad del fin. ¿De qué manera esta realidad debiera afectar la forma en que vivimos?
Para Estudiar y Meditar:
El libro de Hebreos señala al Santuario terrenal como el modelo, el tipo, de lo que Cristo haría por nosotros en la tierra, como nuestro sacrificio, y en el cielo, como nuestro Sumo Sacerdote. El Santuario israelita siempre fue una lección objetiva del evangelio. Debía enseñarles a los judíos el plan de salvación, que incluía el sacrificio, la intercesión, el juicio y el fin del pecado. Mientras tanto, el libro de Daniel añade más luz para ayudar a los lectores a comprender la dimensión apocalíptica (del tiempo del fin) de la obra final de Cristo en el Santuario celestial. “Con su énfasis en la purificación, el juicio y la vindicación, las visiones apocalípticas de Daniel proyectan el simbolismo del Día de la Expiación hasta el mismo fin de la historia de la tierra. La purificación está relacionada directamente con el Santuario celestial y con la obra del Mesías como rey y sacerdote. Las visiones introducen el elemento tiempo, haciendo posible para el lector la identificación de un momento específico dentro de la historia de la salvación en el cual el Mesías comienza su obra de purificación final, juicio y vindicación en la morada celestial de Dios”.–Tratado de teología adventista del séptimo día, p. 447.
Preguntas para Dialogar:
- Observa esta cita de Elena de White: “Así como en la antigüedad los pecados del pueblo eran puestos por fe sobre la ofrenda por el pecado, y por su sangre se transferían figurativamente al Santuario terrenal, así también, en el nuevo pacto, los pecados de los que se arrepienten son puestos por fe sobre Cristo y transferidos, de hecho, al Santuario celestial. Y así como la purificación típica de lo terrenal se efectuaba por medio de la remoción de los pecados con los cuales había sido contaminado, así también la purificación real de lo celestial debe efectuarse quitando o borrando los pecados registrados en el cielo. Pero, antes de que esto pueda realizarse, deben examinarse los libros de registros para determinar quiénes son los que, por su arrepentimiento del pecado y su fe en Cristo, tienen derecho a los beneficios de la expiación hecha por él” (CS 416).
Según ella, ¿cuáles son las dos cosas que revelan quiénes son los que tienen derecho a los “beneficios de la expiación hecha por él”? ¿Por qué es tan importante que el pueblo de Dios entienda cuáles son, especialmente en las pruebas de los últimos días?
- Lee Levítico 16:15 y 16. ¿Cuál es el significado de la sangre? ¿Qué representaba la sangre? ¿Por qué la sangre era tan importante para el ritual del Día de la Expiación en ese entonces y qué significa para nosotros hoy?
Muy linda leccion q nos deja en claro el trabajo de intersecion diaria de cristo por nosotros.
Y q recibas bendiciones en tu ortografía también. Gracias
que*
Buenos dia hermanos.
Que Dios los bendiga a todos.sigan con sus programa que es una bendision de Dios grasia por su travajo ke Dios los bendiga a todos amen.