EL SÁBADO ENSEÑARÉ…
RESEÑA
Texto clave: Josué 10:14.
Enfoque del estudio: Josué 5:13-15; Isaías 37:16; Apocalipsis 12:7-9; Deuteronomio 32:17; Éxodo 14:13, 14; Josué 6:15-20.
Aunque no hay duda de que el libro de Josué es también un libro de guerra, la intervención directa de Dios en la conquista de Canaán afecta drásticamente la naturaleza de esta guerra, a la que algunos han llamado “guerra santa”. Sin embargo, para quienes han sido afectados por el suplicio de la guerra, la combinación de “guerra” y “santo” puede resultar especialmente preocupante. Por otro lado, para muchos cristianos es aún más desconcertante la caracterización de Dios como un guerrero que no solo ordena a Israel avanzar contra los cananeos y otros pueblos, sino que también lucha por ellos. Esta semana, intentaremos abordar este tema delicado y espinoso.
Nuestro estudio de este tema tiene dos partes. La primera se relaciona con la cosmovisión con la que interpretamos los datos bíblicos. La segunda parte se enfoca en el lenguaje bíblico, sus aspectos literarios y el contexto histórico. La lección de esta semana se centra en la primera parte del enfoque. El gran conflicto entre el bien y el mal, que comenzó con la rebelión de Lucifer en el Cielo, es un aspecto indispensable de la cosmovisión adecuada para tratar este asunto complicado. La participación de Dios en las guerras de Josué puede entenderse correctamente solo a la luz de Su participación en este conflicto más amplio. La comprensión correcta de este gran conflicto impacta todas las doctrinas bíblicas. No es una exageración afirmar que el Gran Conflicto es la lente adventista más apropiada a través de la cual interpretar este tema y las Escrituras en su conjunto. De hecho, la Biblia nos anima a emplear esta lente desde el principio.
COMENTARIO
El Gran Conflicto como marco teológico de la Escritura y del adventismo
Una apreciación inadecuada de la metanarrativa del Conflicto Cósmico reducirá inevitablemente la capacidad del intérprete bíblico de comprender no solo el concepto de la guerra santa de Josué, sino también el panorama general de las Escrituras. Una percepción deficiente de esta cosmovisión afecta a casi todas las doctrinas bíblicas. De hecho, solo “una comprensión del Conflicto Cósmico proporciona al cristiano una cosmovisión de la historia que es a la vez racional y coherente” (Frank Holbrook, “Gran Conflicto”, Tratado de teología adventista del séptimo día, ed. por Raoul Dederen [Florida: ACES, 2009], p. 1113).
La importancia de esta cosmovisión se evidencia en la manera en que el Gran Conflicto moldea el sistema de creencias de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Como veremos, las 28 creencias de la iglesia pueden clasificarse en seis doctrinas. A continuación, ofreceremos un breve resumen de cómo la cosmovisión del Gran Conflicto influye en cada una de ellas.
Dios
Al tratar con el mal, Dios no solo se ocupa de la situación humana, sino también trabaja para mostrar su justicia a toda la vasta Creación en los mundos que no han sido tocados por el pecado (1 Cor. 4:9). En el centro del Gran Conflicto está la “teodicea”. Dios permite que el mal se desarrolle hasta cierto punto para mostrar su verdadero carácter, de modo que su Creación pueda verlo en su verdadera luz. De esta manera, pueden darse cuenta del amor y la justicia de Dios al lidiar con el Gran Conflicto. Leer las Escrituras sin tener esto en cuenta finalmente producirá una visión distorsionada del carácter de Dios, ya sea en lo que respecta a su capacidad o a su voluntad de terminar con el mal. Por esta razón, el anuncio divino sobre la destrucción de los cananeos, cuatrocientos años antes de Josué, debe verse en este contexto (Gén. 15:13-16). Dios permitió que el mal en la Tierra se desarrollara hasta un límite determinado. En este contexto, Dios no está simplemente dándole la tierra a Israel, sino que está juzgando el pecado persistente de esas naciones al expulsarlas de la Tierra (Lev. 18:24, 25).
El ser humano
Dios creó a los seres humanos a su imagen y semejanza. La inmortalidad estaba condicionada a su lealtad, basada en su libre albedrío para ceñirse a su papel como corregentes del Creador (Gén. 1:27; 2:15-17). La rebelión iniciada en el Cielo se contagió a la Tierra cuando la primera pareja decidió aliarse con Satanás al desobedecer un mandamiento claro y directo de Dios (Gén. 3). Como resultado, la muerte, la decadencia y el sufrimiento entraron en este mundo, que hasta ese momento era perfecto. A partir de entonces, los seres humanos nacieron con tendencia al mal (Rom. 3:23), una tendencia que, sin la intervención de Dios, llevaría a este mundo a un estado de caos sin fin (Rom. 8:22). Debido a la naturaleza santa y amorosa de Dios, él no puede ser indiferente al pecado y a la propensión humana al mal (Hab. 1:13). Por eso, como Juez justo, interviene para romper la espiral destructiva del pecado (Apoc. 20:14). La conquista de Canaán y la destrucción de aquellos que decidieron aferrarse a este círculo vicioso reflejan el deseo divino de erradicar el mal.
Salvación
El surgimiento del Conflicto Cósmico no tomó a Dios desprevenido. Ya se había trazado un plan de rescate en la Comunión Trinitaria eterna (1 Ped. 1:20). En el centro de este plan estaba la muerte expiatoria de Jesús y su ministerio en el Santuario celestial (Heb. 9:11-28). En Jesús, la humanidad tiene una nueva oportunidad y, por su poder, puede vencer el pecado (Col. 2:13). En la Cruz, pagó el precio de morir en nuestro lugar. En su ministerio celestial, pone sus méritos a disposición de todas las personas. A la luz de lo que hizo Jesús, nadie está fuera de la capacidad de Dios para restaurar, incluso en el corazón de Canaán, como lo revela la historia de Rahab y de los gabaonitas.
La iglesia
En virtud del sacrificio de Jesús en la Cruz y su ministerio posterior en el Santuario celestial, surge una nueva Creación. Esta nueva comunidad de creyentes es alentada a reunirse bajo el liderazgo del Salvador resucitado en la iglesia (ekklesia), también conocida como el cuerpo de Cristo (1 Cor. 12:27). La iglesia tiene la misión de predicar el evangelio eterno (Apoc. 14:6), en el contexto de todo el consejo de Dios (Hech. 20:27), y de traer a personas de todas las naciones a su comunión (Mat. 28:18-20). En el desenlace escatológico del Gran Conflicto en la Tierra, la iglesia tiene un papel crucial en el plan de Dios. Por esta razón, ha sido ferozmente atacada por Satanás. Sin embargo, Dios siempre ha preservado un remanente fiel que al final será capacitado por el Espíritu Santo para proclamar la última invitación de gracia para la humanidad. Así como el Israel militante fue victorioso en el pasado, así también la iglesia militante, bajo el liderazgo del nuevo Josué (Jesús) triunfará al final.
Vida diaria
El Conflicto Cósmico es el relato que moldea nuestra vida, impactando cada aspecto de ella. Eso incluye la manera en que manejamos nuestras finanzas, interactuamos con otros y tomamos decisiones personales. Como miembros del cuerpo de Cristo, se nos insta a emular a Jesús mediante vidas de discipulado fiel, caracterizadas por la entrega radical y la obediencia a Dios (Apoc. 14:12). Si bien la salvación no se gana mediante la obediencia a la Ley de Dios, alinearnos con los principios morales de su Ley sirve como evidencia de nuestra nueva experiencia de salvación en Cristo. La obediencia a los mandamientos divinos, especialmente la observancia del séptimo día como el sábado, como un acto de adoración, estará en el centro de la controversia durante los momentos finales de esta guerra cósmica en la Tierra (Apoc. 12-13). De manera similar, en la Tierra Prometida los israelitas fueron llamados a vivir en santidad ante el Señor, experimentando los resultados positivos de la obediencia como una nación de sacerdotes.
Eventos de los últimos días
Por último, el impacto de la cosmovisión del Gran Conflicto es aún más sustancial en la doctrina de los acontecimientos de los últimos días. El tiempo del fin comienza después del período profético de 2.300 días y prepara el camino para el juicio divino en tres fases. La primera fase, también conocida como el juicio preadvenimiento, empezó el 22 de octubre de 1844, cuando comenzó la restauración/purificación del Santuario Celestial (Dan. 8:14). Esta fase se extiende hasta la segunda venida de Jesús, que da inicio a la segunda etapa judicial, también conocida como el juicio probatorio, en el que participarán los redimidos durante los mil años que permanezcan en el Cielo (Apoc. 20:4-6). Al final de este período, el juicio ejecutivo pone fin al Conflicto Cósmico con la destrucción de Satanás, sus ángeles y todos los pecadores impenitentes (Mat. 24:41; Apoc. 20:9-14).
¿Qué se espera en cada fase? La teodicea, que es la preocupación de Dios por mostrar su amor y su justicia al erradicar el mal del Universo. En el juicio previo al Advenimiento, él revela su justicia y su amor a los mundos no caídos al salvar a su pueblo y condenar al cuerno pequeño y sus seguidores. En el juicio probatorio, Dios revela lo mismo a los redimidos cuando aprenden de los registros celestiales por qué algunas personas fueron salvadas y otras se perdieron. Finalmente, en el juicio ejecutivo, al final del Milenio, incluso Satanás, los ángeles caídos y los perdidos se arrodillarán en reconocimiento de que Dios es justo (Rom. 14:11). Este grupo incluye a todos aquellos cananeos que, como los demás perdidos, se negaron a aceptar la gracia de Dios.
APLICACIÓN A LA VIDA
La batalla espiritual actual En muchas situaciones, la naturaleza espiritual de las batallas de Israel se hace evidente debido a la intervención directa de Dios. Reflexiona atentamente sobre los incidentes que se describen a continuación y piensa qué pueden enseñarnos sobre la naturaleza de la guerra espiritual y las formas de salir victoriosos. Presta atención a la interacción entre los agentes humanos y los divinos.
Jueces 7.
Gedeón envió a su casa a 32.000 soldados. Con solo 300 soldados derrotó al gran ejército madianita rompiendo jarrones y tocando trompetas.
2 Reyes 6:24–7:20.
Mientras los hambrientos habitantes de la ciudad de Samaria, sitiados dentro de sus muros, no se dan cuenta de que los acontecimientos han girado repentinamente a su favor, cuatro leprosos exploran el campamento vacío del enorme ejército arameo, que abandonó su posición a toda prisa y dejó un gran botín detrás de sí.
Isaías 36–38.
Bajo una presión abrumadora, el rey Ezequías busca la ayuda del Señor. El ejército de 185.000 hombres de Senaquerib, el rey asirio, es la mayor amenaza que Jerusalén haya enfrentado jamás. En esta crisis existencial, Dios interviene milagrosamente para salvar a la ciudad indefensa.
1. Ahora, comparemos estos relatos con la descripción de la última batalla de la historia humana, sobre la que escribe Juan en el Apocalipsis. ¿Qué tienen en común?
2. ¿Cómo pueden las batallas de Israel fortalecer tu fe con respecto al resultado del Conflicto Cósmico en Apocalipsis?
3. Lee Apocalipsis 20:7 al 15. En un enfrentamiento final, Satanás reúne un gran ejército para lanzar su último ataque contra Dios y los redimidos dentro de la Nueva Jerusalén.
4. ¿Cómo termina esta última batalla la guerra que está detrás de todas las guerras?