Lección 4 Edicion Adultos: “Los primeros dirigentes de la iglesia” Para el 28 de julio de 2018

Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2018

“Los primeros dirigentes de la iglesia”

Lección 4: – Para el 28 de julio de 2018

 

Sábado 21 de julio

Lee Para el Estudio de esta Semana: Hechos 6; 7:48; Hebreos 5:11-14; Miqueas 6:1-16; Hechos 7; 8:4-25.

Para Memorizar: “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hech. 6:7).

Muchos conversos del Pentecostés eran judíos helenistas; es decir, los judíos del mundo grecorromano que ahora vivían en Jerusalén (Hech. 2:5, 9-11). A pesar de ser judíos, diferían en muchos aspectos de los judíos de Judea (los “hebreos” mencionados en Hech. 6:1). La diferencia más visible era que generalmente no sabían arameo, el idioma que se hablaba en Judea en ese entonces.

También había otras diferencias culturales y religiosas. Por haber nacido en países extranjeros, no tenían raíces en las tradiciones judías de Judea, o al menos sus raíces no eran tan profundas como las de los judíos de Judea. Probablemente no eran tan apegados a las ceremonias del Templo ni a los aspectos de la ley mosaica que solo se aplicaban en el territorio de Israel.

Además, por haber pasado la mayor parte de su vida en un ambiente grecorromano y por haber vivido en estrecho contacto con los gentiles, naturalmente estarían más dispuestos a comprender el carácter inclusivo de la fe cristiana. De hecho, Dios utilizó a muchos creyentes helenistas para cumplir el mandato de dar testimonio a todo el mundo.

 

Domingo 22 de julio:

La elección de los siete

Lee Hechos 6:1. ¿Cuál fue la queja de los creyentes helenistas?

“El motivo de la queja fue un supuesto descuido de las viudas griegas en el reparto diario de socorros. Toda desigualdad habría sido contraria al espíritu del evangelio; pero Satanás había logrado provocar recelos. Por lo tanto, era indispensable tomar medidas inmediatas que quitasen todo motivo de descontento, so pena de que el enemigo triunfara en sus esfuerzos y determinase una división entre los fieles” (HAp 72).

La solución propuesta por los apóstoles era que los judíos escogieran a siete hombres entre sí para “servir [diakoneō] a las mesas” (Hech. 6:2), mientras dedicaban tiempo a la oración y al “ministerio [diakonia] de la palabra” (Hech. 6:4). Dado que diakoneō y diakonia pertenecen al mismo grupo de palabras, la única diferencia real es entre “mesas” de Hechos 6:2 y “la palabra” de Hechos 6:4. Esto, junto con el adjetivo “diaria” (Hech. 6:1), parece apuntar a los dos elementos principales de la vida diaria de la iglesia primitiva: la enseñanza (“la palabra”) y la comunión (“mesas”). Esta última consistía en la comida comunitaria, la Santa Cena y las oraciones (Hech. 2:42, 46; 5:42).

Es decir que, como depositarios autorizados de las enseñanzas de Jesús, los apóstoles se dedicarían principalmente a la enseñanza doctrinal de los creyentes y a la oración, mientras que los siete se encargarían de las actividades de camaradería en las diferentes casas-iglesias. Sin embargo, sus deberes no se limitaban a los de los diáconos según se entiende este término en la actualidad. De hecho, fueron los primeros dirigentes eclesiásticos a nivel congregacional.

Lee Hechos 6:2 al 6. ¿Cómo se eligió y se nombró a los siete para el servicio?

Los candidatos debían distinguirse por sus cualidades morales, espirituales y prácticas: debían tener una reputación honorable y estar llenos del Espíritu y de sabiduría. Con la aprobación de la comunidad, se seleccionó a los siete y luego se los designó con oración e imposición de manos. El rito fue un reconocimiento público de que se les concedió autoridad para trabajar como diáconos.

Es muy fácil sembrar disensión en las filas, ¿verdad? ¿Qué podemos hacer para conservar la paz entre nosotros y concentrarnos en la misión?

 

Lunes 23 de julio:

El ministerio de Esteban

Después de su nombramiento, los siete se comprometieron no solo con el ministerio eclesiástico sino también con la testificación eficaz. El resultado fue que el evangelio siguió expandiéndose, y la cantidad de creyentes se incrementó (Hech. 6:7). Evidentemente, este crecimiento comenzó a presentar oposición en la iglesia primitiva. El relato ahora se centra en Esteban, un hombre de una estatura espiritual excepcional.

Lee Hechos 6:8 al 16. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre Esteban, su fe y su carácter? Además, ¿qué predicaba Esteban que enfureció tanto a sus oponentes?

Como judío helenista, Esteban compartía el evangelio en las sinagogas helenistas de Jerusalén. Había varias sinagogas en la ciudad; Hechos 6:9 probablemente se refiere a dos de ellas, una de inmigrantes del sur (judíos de Cirene y Alejandría) y una de inmigrantes del norte (los de Cilicia y Asia).

Indudablemente, Jesús era el tema central de los debates, pero las acusaciones formuladas contra Esteban indican que su comprensión del evangelio y sus implicaciones superaban a la de los creyentes de Judea. A Esteban lo acusaban de hablar blasfemias contra Moisés y Dios; es decir, contra la ley y el Templo. Aun en el caso de que haya sido malinterpretado en algunos temas, o que hayan tergiversado sus palabras deliberadamente, y que hayan inducido a testigos falsos a hablar en su contra, las acusaciones quizá no eran del todo falsas, como en el caso de Jesús (Mar. 14:58; Juan 2:19). La condenación explícita que hizo Esteban en el Sanedrín sobre la veneración idólatra del Templo (Hech. 7:48) revela que comprendía las implicaciones más profundas de la muerte de Jesús y hacia dónde conduciría esto, al menos en lo relacionado con el Templo y sus servicios ceremoniales.

En otras palabras, aunque tal vez muchos creyentes judíos de Judea todavía estaban demasiado apegados al Templo y a otras prácticas ceremoniales (Hech. 3:1; 15:1, 5; 21:17-24) y tenían dificultades para abandonarlas (Gál. 5:2-4; Heb. 5:11-14), Esteban, y quizá también los demás creyentes helenistas, comprendieron rápidamente que la muerte de Jesús significaba el fin de todo el orden del Templo.

¿Por qué debemos tener cuidado de no encerrarnos tanto en algunas de nuestras ideas acariciadas para no rechazar la nueva luz cuando llegue?

 

Martes 24 de julio:

Ante el Sanedrín

Lee Hechos 7:1 al 53. ¿Qué les dijo Esteban a sus acusadores?

Las acusaciones formuladas contra Esteban condujeron a su arresto y juicio por parte del Sanedrín. Según la tradición judía, la ley y los servicios del Templo eran dos de los tres pilares sobre los que descansa el mundo (el último es las buenas obras). La mera insinuación de que las ceremonias mosaicas habían quedado obsoletas se consideraba un verdadero ataque contra lo más sagrado del judaísmo; de allí la acusación de blasfemia (Hech. 6:11).

La respuesta de Esteban es el discurso más largo de Hechos, que en sí es una indicación de su importancia. Aunque a simple vista no parezca más que una recitación tediosa de la historia de Israel, debiéramos entender el discurso en relación con el pacto del Antiguo Testamento y la forma en que los profetas utilizaron la estructura al erigirse como reformadores religiosos para hacer reflexionar a Israel sobre sus obligaciones. En ese momento, a veces empleaban la palabra hebrea rîḇ, cuya mejor traducción probablemente sea “demanda de pacto”, para expresar la idea de que Dios inicia acciones legales contra su pueblo debido a su incumplimiento del pacto.

En Miqueas 6:1 y 2, por ejemplo, rîḇ aparece tres veces. Luego, siguiendo la modalidad del pacto del Sinaí (Éxo. 20-23), Miqueas le recuerda al pueblo los poderosos actos de Dios en su favor (Miq. 6:3-5), las estipulaciones y las violaciones del pacto (Miq. 6:6-12) y, por último, las maldiciones de las violaciones (Miq. 6:13-16).

Este probablemente sea el contexto del discurso de Esteban. Cuando se le pidió que explicara su accionar, no hizo ningún esfuerzo para refutar las acusaciones ni para defender su fe, sino que alzó la voz de la misma manera que los antiguos profetas cuando presentaban la rîḇ de Dios contra Israel. Su extenso repaso de la antigua relación de Dios con Israel tenía la intención de ilustrar la ingratitud y la desobediencia de ellos.

Por cierto, en Hechos 7:51 al 53, Esteban ya no es el acusado, sino el abogado profético de Dios que presenta la demanda del pacto de Dios contra estos dirigentes. Si los padres de ellos eran culpables de matar a los profetas, ellos eran aún más culpables. El cambio de “nuestros padres” (Hech. 7:11, 19, 38, 44, 45) a “vuestros padres” (Hech. 7:51) es significativo: Esteban le puso fin a su solidaridad con su pueblo y definitivamente se pronunció a favor de Jesús. El costo sería enorme. Sin embargo, sus palabras no revelan miedo ni arrepentimiento.

¿Cuándo fue la última vez que tuviste que asumir una postura firme e inflexible en favor de Jesús? ¿O, al contrario, te amilanaste? Si es así, ¿qué necesitas cambiar?

 

Miércoles 25 de julio:

Jesús en la corte celestial

Puesto que por definición un profeta (en hebreo, nāḇî) es alguien que habla de parte de Dios, Esteban se convirtió en profeta en el mismo momento en que presentó la rîḇ de Dios contra Israel. No obstante, su ministerio profético fue bastante corto.

Lee Hechos 7:55 y 56. ¿Cuál era el significado de la visión de Esteban?

“Al llegar Esteban a este punto, se produjo un tumulto entre los oyentes. Cuando relacionó a Cristo con las profecías, y habló de aquel modo del Templo, el sacerdote rasgó sus vestiduras, fingiéndose horrorizado. Esto fue para Esteban un indicio de que su voz iba pronto a ser acallada para siempre. Vio la resistencia que encontraban sus palabras y comprendió́ que estaba dando su postrer testimonio. Aunque no había llegado más que a la mitad de su discurso, lo terminó abruptamente” (HAp 82).

Mientras Estaban estaba de pie ante los dirigentes judíos exponiendo la causa de Dios contra ellos, Jesús estaba de pie en la corte celestial, es decir, en el Santuario celestial, junto al Padre: una indicación de que el juicio en la Tierra era solo una expresión del verdadero juicio que tendría lugar en el cielo. Dios juzgaría a los falsos maestros y dirigentes de Israel.

Esto explica por qué aquí falta el llamado al arrepentimiento, una característica común en los discursos anteriores de Hechos (2:38; 3:19; 5:31). La teocracia de Israel estaba llegando a su fin, lo que significa que Israel como nación ya no mediaría en la salvación del mundo como se le prometió a Abraham (Gén. 12:3; 18:18; 22:18); lo harían los seguidores de Jesús, judíos y gentiles, que ahora se esperaba que abandonaran Jerusalén y dieran testimonio al mundo (Hech. 1:8).

Lee Hechos 7:57 a 8:1 y 2. ¿Cómo relata Lucas la muerte de Esteban?

La lapidación era el castigo por blasfemar (Lev. 24:14), aunque no queda claro si Esteban fue condenado a muerte o simplemente linchado por una multitud de fanáticos. De todos modos, él fue el primer creyente en Jesús que se registra que murió por causa de su fe. El hecho de que los testigos pusieran su ropa a los pies de Saulo sugiere que él era el dirigente de los opositores de Esteban. Sin embargo, cuando Esteban oró por sus verdugos, también oró por Saulo. Solo una persona con un carácter superior y una fe inquebrantable podría hacer una cosa así, una poderosa manifestación de su fe y la realidad de Cristo en su vida.

 

Jueves 26 de julio:

La propagación del evangelio

El triunfo sobre Esteban provocó una persecución masiva contra los creyentes de Jerusalén, sin duda instigada por el mismo grupo de opositores. El líder del grupo era Saulo, que causó un gran daño a la iglesia (Hech. 8:3; 26:10). Sin embargo, la persecución resultó tener un buen efecto.

De hecho, al dispersarse por toda Judea y Samaria, los creyentes iban predicando el evangelio. Entonces se cumplió el mandato de testificar en esos lugares (Hech. 1:8).

Lee Hechos 8:4 al 25. ¿Qué lecciones se revelan en este relato?

Los samaritanos eran medio israelitas, incluso desde el punto de vista religioso. Eran monoteístas que aceptaban los primeros cinco libros de Moisés (el Pentateuco), practicaban la circuncisión y esperaban al Mesías. Sin embargo, para los judíos la religión samaritana se había corrompido, lo que significa que los samaritanos no tenían ninguna participación en las misericordias del pacto de Israel.

La inesperada conversión de los samaritanos asombró a la iglesia de Jerusalén, por lo que los apóstoles enviaron a Pedro y a Juan para evaluar la situación. El hecho de que Dios haya retenido a su Espíritu hasta que llegaran Pedro y Juan (Hech. 8:14-17) probablemente fue para convencer a los apóstoles de que los samaritanos debían ser aceptados como miembros plenos de la comunidad de la fe (ver Hech. 11:1-18).

Sin embargo, no se detuvo allí. En Hechos 8:26 al 39, tenemos la historia de Felipe y el etíope, un eunuco, que después de un estudio bíblico pidió el bautismo. “Y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó” (Hech. 8:38).

Primero los samaritanos, luego el etíope, un extranjero que había venido a Jerusalén para adorar y ahora estaba volviendo a su casa. El evangelio estaba cruzando las fronteras de Israel y llegando al mundo, como se predijo. No obstante, todo esto era solo el comienzo, ya que estos primeros creyentes judíos pronto viajarían por todo el mundo conocido y predicarían la gran noticia de la muerte de Jesús, que pagó el castigo por sus pecados y les ofrece a todos, en todas partes, la esperanza de la salvación.

Pedro le dijo a Simón que iba “camino a la amargura y a la esclavitud del pecado” (Hech. 8:23). ¿Cuál era la solución para su problema, y para cualquier persona que quizás esté en una situación similar?

 

Viernes 27 de julio

Para Estudiar y Meditar:

“La persecución que sobrevino a la iglesia de Jerusalén dio gran impulso a la obra del evangelio. El éxito había acompañado la ministración de la palabra en ese lugar, y había peligro de que los discípulos permanecieran demasiado tiempo allí, desatendiendo la comisión del Salvador de ir a todo el mundo. Olvidando que la fuerza para resistir al mal se obtiene mejor mediante el servicio agresivo, comenzaron a pensar que no tenían ninguna obra más importante que la de proteger a la iglesia de Jerusalén de los ataques del enemigo. En vez de enseñar a los nuevos conversos a llevar el evangelio a quienes no lo habían oído, corrían el peligro de adoptar una actitud que indujera a todos a sentirse satisfechos con lo que habían realizado. Para dispersar a sus representantes, donde pudieran trabajar para otros, Dios permitió́ que fueran perseguidos. Ahuyentados de Jerusalén, los creyentes ‘iban por todas partes anunciando la palabra’” (HAp 86).

Preguntas para Dialogar:

  1. Lee atentamente la cita de Elena G. de White sobre los peligros que enfrentó la iglesia primitiva por estar satisfecha consigo misma y lo que se logró por medio de ella. En primer lugar, significa que, contrariamente a las nociones populares, muchos judíos realmente aceptaron a Jesús como el Mesías. Aún más: nosotros, como pueblo, ¿qué advertencia debemos extraer de esto hoy? ¿Cómo podemos estar seguros de que no estamos demasiado atrapados en proteger lo que ya tenemos, en lugar de hacer lo que realmente debemos, que es alcanzar al mundo?
  2. En la época de los apóstoles, las relaciones entre judíos y samaritanos estaban signadas por siglos de feroces hostilidades. ¿Qué podemos aprender del hecho de que Felipe, probablemente judío, diera testimonio de Jesús en Samaria? Incluso como adventistas del séptimo día, no somos inmunes a los prejuicios culturales y étnicos. ¿Qué debe enseñarnos la cruz? ¿Somos todos iguales ante Dios? La universalidad de la muerte de Cristo, ¿qué debiera enseñarnos acerca del valor infinito de cada ser humano?
  3. ¿Cómo se dirigió Felipe al etíope (Hech. 8:27-30)? ¿Cómo podemos estar más abiertos a las oportunidades para compartir el evangelio con los demás?
  4. ¿Qué aprendimos de Hechos 6 al 8 que nos ayude a cumplir la misión de la iglesia con más eficiencia?
Radio Adventista
1 comment… add one
  • Muy bonita lección, Dios les bendiga.

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