Leccion 2 Edicion para Alumnos “Cristo y la ley de Moisés” para el Sabado 12 de Abril 2014

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Sábado 5 de abril

Lee Para el Estudio de esta Semana: Lucas 2:21-24; Éxodo 13:2,12; Lucas 2:41-52; Mateo 17:24-27; Juan 8:1-11; Deuteronomio 22:23, 24.

Para Memorizar: “Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él” (Juan 5:46).

Muchos cristianos se criaron con la idea de una relación negativa de Jesús con la religión judía, un error lamentable que cultivó el antisemitismo en la historia. Jesús habló en contra de los abusos de la religión, es cierto, pero no en contra de la religión misma. Después de todo, Él la fundó.

Los informes de los evangelios muestran que Jesús era un judío fiel, inmerso en la cultura judía desde su nacimiento hasta la última semana de su vida en carne humana.

Como todo judío leal del primer siglo, Jesús estuvo sujeto a la ley de Moisés. Criado en un hogar con padres judíos leales, apreciaba su rica herencia terrenal basada en la Providencia Divina. Él sabía que Dios había inspirado a Moisés a escribir esas leyes, a fin de crear una sociedad que reflejara su voluntad y sirviera como un faro para las naciones. Se adhirió fielmente a la ley. Desde la circuncisión hasta su visita al Templo para las fiestas y su actitud acerca de los impuestos, Jesús permaneció fiel a un sistema que, con el tiempo, Él cumpliría por medio de su muerte y de su ministerio en el cielo.

Esta semana consideraremos algunas otras leyes que Jesús guardó.

 

Domingo 6 de abril:

La circuncisión y la dedicación (Luc. 2:21-24)

Dios estableció su pacto con Abraham, diciendo que él sería el padre de muchas naciones (Gén. 17:4). Cuando Dios hizo este pacto, Abraham, de noventa y nueve años de edad, solo había engendrado a Ismael; Isaac, el hijo prometido; aún no había nacido. A pesar de ello, se le ordenó circuncidarse junto con todo varón de su grupo doméstico, y se le instruyó que todo hijo varón nacido de allí en adelante en su casa debía circuncidarse al octavo día (Gén. 17:9-12). Tan importante era esta señal que la circuncisión se realizaba aunque el octavo día cayera en sábado (Lev. 12:3; Juan 7:22).

Esta verdad nos ayuda a entender mejor los primeros días de la vida de Jesús. Los evangelios muestran que José y María fueron elegidos para ser los padres terrenales de Jesús, por lo menos en parte, por causa de su piedad. A José se lo describe como un “hombre justo” (Mat. 1:19, NVI); y de María se dice que había “hallado gracia delante de Dios” (Luc. 1:30). Cuando Jesús cumplió ocho días, sus padres realizaron una ceremonia al darle nombre y circuncidarlo, del mismo modo que incontables varones hebreos lo habían hecho en el pasado.

Imagínate: el inmaculado Hijo de Dios, ahora en forma humana, experimentando el mismo rito que Él había instituido muchos siglos antes.

Lee Lucas 2:21 al 24 a la luz de Éxodo 13:2 y 12; y Levítico 12:1 al 8. ¿Qué más nos dicen estos textos acerca de José y María? ¿Qué podemos aprender nosotros, en nuestro tiempo y lugar, de su ejemplo?

La Biblia es clara: María era virgen cuando fue elegida para ser la madre de Jesús (Luc. 1:27); así que, Jesús fue el primer hijo que “abrió su matriz”. De acuerdo con Éxodo 13, todo primogénito entre los israelitas (fuera animal o humano) debía ser dedicado a Dios. La ley también estipulaba en Levítico 12:2 al 5 que, después del nacimiento de un hijo varón, la mujer era ceremonialmente impura por un total de cuarenta días (ochenta si era hija mujer). Al final de ese período, ella debía presentarse ante el sacerdote y ofrecer un sacrificio. Como judíos piadosos, María y José cumplieron meticulosamente las obligaciones de la ley mosaica, y se aseguraron de que el Hijo de Dios llevara las marcas del pacto.

 

Lunes 7 de abril:

Las fiestas judías (Juan 5:1)

“Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén” (Juan 5:1).

El primer período festivo del calendario judío anual era la Fiesta de los Panes sin levadura, que duraba siete días y comenzaba con la Pascua. La fiesta conmemoraba la liberación de los israelitas de la esclavitud egipcia, cuando el ángel de la muerte pasó por alto los hogares de quienes pintaron con sangre los marcos de las puertas. Los evangelios registran tres ocasiones en que Jesús celebró la Pascua (Luc. 2:41-43; Juan 2:13-23; Mat. 26:17-20).

Cincuenta días después de la Pascua venía la Fiesta del Shavuot, que a menudo se conoce por su nombre griego, Pentecostés. Aunque las Escrituras no proporcionan una razón para esta fiesta, los rabíes creían que conmemoraba el momento en el que Dios le había dado la ley a Moisés. No hay registro en los evangelios de que Jesús celebrara Pentecostés. Sin embargo, antes de su ascensión, aconsejó a sus discípulos que esperaran en Jerusalén el bautismo del Espíritu Santo (Hech. 1:4, 5). Este evento sucedió el día de Pentecostés (Hech. 2:1-4).

El último período de fiesta del calendario judío era la Fiesta de los Tabernáculos y el Día de la Expiación (Yom Kippur). El Día de la Expiación representaba el día en el cual el pecado era eliminado del campamento y la gente estaba en armonía con Dios. Los tabernáculos (tiendas o enramadas) conmemoraban el tiempo cuando Israel había vivido en carpas en el desierto.

Además de las fiestas de la ley de Moisés, los judíos tenían otras dos que conmemoraban intervenciones históricas de Dios. La primera era Purim, que señalaba la liberación del pueblo judío del genocidio, cuando Ester intercedió ante el rey de Persia. La segunda era Hanukáh, también conocida como la Fiesta de la Dedicación (Juan 10:22), que celebraba la victoria de los Macabeos sobre los griegos, en el año 164 a.C.

Por supuesto, las fiestas bíblicas se eliminaron hace mucho, al menos en lo que respecta a los cristianos. Todas hallaron su cumplimiento en Cristo. Sin embargo, podemos aprender mucho al estudiarlas y considerar los mensajes que contienen, porque todas ellas enseñan lecciones acerca de la gracia salvadora de Dios y de su poder para librar.

Aunque ya no guardamos las fiestas, ¿qué cosas podemos hacer que nos ayuden a recordar siempre la realidad de Dios, lo que ha hecho por nosotros y lo que pide de nosotros?

 

Martes 8 de abril:

Jesús en el Templo

El Nuevo Testamento no nos dice mucho acerca de la niñez de Jesús. No obstante, un informe que nos da grandes vislumbres es el de Lucas 2:41 al 52, que relata la visita de Jesús y sus padres a Jerusalén durante la Fiesta de la Pascua. Léela, y luego responde las siguientes preguntas:

¿De qué manera este incidente nos ayuda a ilustrar el carácter típicamente judío de los evangelios, y cuán central era la religión en todo lo que sucedía?

¿Qué importancia tiene que este incidente haya ocurrido durante la Pascua?
¿Cuántos días estuvieron los padres de Jesús sin encontrarlo? ¿A qué nos hace acordar esto?

Aunque era un niño obediente, su respuesta a sus padres parece casi una reprensión. ¿Qué punto importante contiene esta respuesta? ¿Qué nos dice esto acerca de cuál debe ser la prioridad máxima en nuestra vida?

Lee Lucas 2:51. ¿Qué significa que Él “estaba sujeto a ellos”? ¿Qué vislumbre adicional nos da este versículo acerca de la sorprendente condescendencia de parle de Dios para nuestra salvación? ¿Qué puede enseñarnos esto acerca de la necesidad de sumisión en el lugar y el tiempo correctos?

 

Miércoles 9 de abril

Impuestos (Mat. 17:24-27)

La ley de Moisés tenía componentes civiles y ceremoniales; los ceremoniales indican que el Templo era el centro de la vida religiosa judía. En el siglo 1, el Templo era tal vez la única estructura que les daba a los judíos un sentido de identidad nacional.

El Templo de Jerusalén estaba en renovación durante el tiempo de Jesús. Herodes el Grande había comenzado el grandioso proyecto por el año 20 a.C., pero no se completaría hasta el año 66 d.C. Muchos judíos eran muy serios en cuanto a su fe, y los romanos permitían que cobraran sus propios impuestos a fin de cubrir el costo del mantenimiento del Templo. Cada varón judío mayor de veinte años debía pagar medio siclo, sin importar cuál fuera su situación económica (Éxo. 30:13; 38:26).

Lee Mateo 17:24 al 27. ¿Qué quiso decir Jesús con “para no ofenderlos”? ¿Qué principio encontramos aquí que deberíamos aplicar también en nuestra propia vida?

Parece que los cobradores de impuestos del Templo recorrían las provincias para ver que todos los varones cumplieran con su obligación legal. La respuesta de Pedro a los cobradores da la impresión de que Jesús pagaba regularmente sus impuestos (Mat. 17:24, 25), Sin embargo, como Hijo de Dios, Jesús parecía estar cuestionando si era apropiado pagar impuestos para el mantenimiento de la casa de su Padre.

“Si Jesús hubiese pagado el tributo sin protesta, habría reconocido virtualmente la justicia del pedido, y habría negado así su divinidad. Pero, aunque consideró propio satisfacer la demanda, negó la pretensión sobre la cual se basaba. Al proveer para el pago del tributo, dio evidencia de su carácter divino. Quedó manifiesto que Él era uno con Dios y que, por lo tanto, no se hallaba bajo tributo como mero súbdito del Rey” (DTG 401).

Jesús eligió satisfacer a las autoridades, y mandó a Pedro a que consiguiera el dinero para el tributo, en la boca del primer pez que pescara. Este siclo bastaba para cubrir los impuestos de Jesús y de Pedro.

Jesús pagó el impuesto del Templo aunque sabía que pronto sería destruido (Mat. 24:1, 2). ¿Qué debería decirnos esto acerca de nuestras obligaciones de ser fieles en nuestros diezmos y ofrendas, sin importar los problemas que creamos que existen?

 

Jueves 10 de abril:

Cumplir la ley (Mat. 5:17-20)

Como vimos, Jesús fue un leal ciudadano que cumplió sus responsabilidades como un hombre judío, aun cuando su vida estuvo en peligro (ver, p. ej., Juan 7:1, 25, 26; 10:31). De hecho, Jesús dejó en claro que no era su propósito abrogar “la ley o los profetas” (Mat. 5:17-20).

¿Cómo, entonces, hemos de entender Juan 8:1 al 11 y Mateo 19:1 al 9 a la luz de Deuteronomio 22:23 y 24, y 24:1 al 4? ¿Qué sucede aquí?

Algunos de los fariseos siempre estaban tratando de mostrar a Jesús como un quebrantador de la ley (ver p. ej., Juan 8:6). Cuando le presentaron a la mujer que fue tomada en el acto del adulterio, plantearon la pregunta: Moisés dijo que debería ser apedreada, pero ¿qué-dices tú? Es interesante que Jesús no respondiera directamente. En realidad, Él afirma la ley de Moisés con su respuesta: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8:7). No dijo que no debía ser apedreada; sencillamente forzó a estos hombres a ver sus propias violaciones de la ley. Aun la liberación de la mujer estaba en armonía con la ley de Moisés, porque no había nadie que apuntara el dedo acusador, y se necesitaban por lo menos dos testigos para administrar justicia (Deut. 17:6).

En el incidente con respecto al divorcio y el nuevo casamiento, Jesús parece contradecir la ley de Moisés con su insistencia de que, originalmente, no había base para el divorcio (Mat. 19:4-6). Cuando los fariseos señalaron el mandato de Moisés en Deuteronomio 24:1 al 4, Jesús puso todo en perspectiva. En ninguna parte mandó Moisés que ocurriera un divorcio, sino que, por causa de la terquedad del pueblo, Moisés dio un permiso para el divorcio (Mat. 19:8). Así vemos que, aun cuando Jesús criticó una ley mosaica, no la puso a un lado. Jesús fue un fiel judío en todo sentido y adhirió las leyes de Moisés.

¿De qué manera podemos lograr un equilibrio entre la justicia y la gracia para quienes, como nosotros mismos, caen en pecado? Si hemos de equivocarnos, y como seres caídos inevitablemente lo haremos, ¿hacia cuál concepto es mejor inclinarnos, y por qué?

 

Viernes 11 de abril

Para Estudiar y Meditar:

Para obtener más información sobre el tema de esta semana, lee “La fiesta de las cabañas”, y “Entre trampas y peligros”, El Deseado de todas las gentes, pp. 411-418; 419-427.

“Tres veces al año, los judíos debían congregarse en Jerusalén con propósitos religiosos. Desde la columna de nube que le envolvía, el invisible Conductor de Israel había dado las instrucciones referentes a estas reuniones. Durante el cautiverio, los judíos no pudieron observarlas; pero cuando el pueblo volvió a su patria reanudó la observancia de estas fiestas recordativas. Dios quería que estos aniversarios llamasen hacia El la atención del pueblo” (DTG 411).

“Era natural que los padres de Jesús lo considerasen como su propio hijo. Él estaba diariamente con ellos; en muchos respectos su vida era igual a la de los otros niños, y les era difícil comprender que era el Hijo de Dios. Corrían el peligro de no apreciar la bendición que se les concedía con la presencia del Redentor del mundo. El pesar de verse separados de él, y el suave reproche que sus palabras implicaban, estaban destinados a hacerles ver el carácter sagrado de su cometido” (DTG 61).

Preguntas para Dialogar:

  1. Medita en la increíble verdad de que, aunque era Jesús, quien había instituido esas leyes, cuando tomó la humanidad se puso a sí mismo bajo ellas. ¿Qué nos dice esto acerca del carácter de Dios?
  2. Trata de ponerte en el lugar de José y María. ¿Acaso sorprende que no entendieran plenamente todo lo que se relacionaba con Jesús? ¿No hay quizás muchas cosas que nosotros tampoco comprendemos acerca de Jesús? ¿Cómo podemos aprender a confiar y obedecer a pesar de las muchas cosas que no entendemos?
  3. ¿Qué dirías a un cristiano que alega que debemos guardar las fiestas? (Indicio: Podrías comenzar preguntando: “¿Cómo piensa usted guardarlas, siendo que todas las fiestas giraban en torno al Templo, que hace mucho fue destruido, y al derramamiento de sangre, que también se ha terminado?”)
Radio Adventista
3 comments… add one
  • Que el señor los bendiga por la ayuda que nos breindan a los maestros con estos comentarios

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  • AMEN

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  • HOLA

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