Lección 2 Edición Maestros. 4to Trimestre – Sorprendidos por la gracia – Sábado 11 de Octubre 2025

EL SÁBADO ENSEÑARÉ…

RESEÑA

Texto clave: Hebreos 11:31.

Enfoque del estudio: Josué 2:1-21; Números 14:1-12; Hebreos 11:31; Éxodo 12:13; Josué 9; Nehemías 7:25.

Para muchos lectores, el libro de Josué suele asociarse con la guerra, la destrucción y la muerte. Si bien estos elementos están presentes en el libro, no presentan toda la historia. La destrucción de los cananeos ocurrió solo después de un largo período de gracia (Gén. 15:16). Los acontecimientos del Éxodo sirvieron como un testimonio significativo de la soberanía de Dios y pueden verse como un llamado final para los habitantes de Canaán. Las historias de Rahab y los gabaonitas demuestran que la mayoría de los cananeos estaban conscientes de lo que Dios había hecho, pero solo unos pocos respondieron adecuadamente. En lugar de rendirse, eligieron resistir, haciendo eco del fracaso del faraón cuarenta años antes.

En efecto, Josué es un libro de gracia y misericordia. Esta semana vemos cómo la gracia de Dios se manifestó en la vida de los israelitas y los cananeos. Una vez más, Israel está listo para entrar en la Tierra Prometida. Dios le está dando una segunda oportunidad. La amenaza que representa la capacidad militar cananea no ha cambiado. Lo que ha cambiado es la fe de esta segunda generación de israelitas. En cuanto a los cananeos, las historias de Rahab y los gabaonitas demuestran que no todo está perdido para ellos, aunque la gran mayoría carece de fe en el Dios de Israel. Sin embargo, la fe del pueblo elegido de Dios también está lejos de ser perfecta. Podemos aprender lecciones importantes para nuestro viaje espiritual al comparar la fe de Israel, la de Rahab y la de los gabaonitas. La lección más crucial, como veremos, es que todos necesitamos la asombrosa gracia de Dios.

 

COMENTARIO

La fe de la segunda generación

En Josué 2:1, la segunda generación de Israel en el desierto se enfrenta al mismo dilema que la primera. El subsecuente despliegue de los espías recuerda a Israel que la tierra que Dios les está dando debe ser conquistada primero. Esta ironía motivó la frustración de la primera generación del desierto en Cades Barnea (Núm. 13, 14). Es decir, la tierra es un regalo, pero hay un costo para adquirirla. ¿Cómo pueden conciliarse estas ideas aparentemente opuestas? Es decir, ¿cómo puede un regalo, que por definición es gratuito, también costarle algo a quien lo recibe? Dicho de otra manera, si la tierra es un regalo, ¿por qué Israel debe adquirirla mediante la conquista?

La fe, que se entiende mejor como confianza, es en realidad el centro de la cuestión. En la relación con sus criaturas, Dios siempre deja espacio para la confianza. En cierto sentido, la confianza ha sido la cuestión central desde la caída en el jardín del Edén. ¿No ocurre lo mismo en la esfera humana? No puede haber una relación genuina sin confianza. Si Israel confiaba en Dios, expulsaría a los cananeos por medios sobrenaturales (Éxo. 23:28). La falta de confianza demostrada por la generación anterior es indicada explícitamente por Dios como la razón de su fracaso cuando le pregunta a Moisés: “¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me han de creer, a pesar de todas las señales que hice entre ellos?” (Núm. 14:11).

Han pasado cuarenta años y surge una nueva generación. Para los más jóvenes, la reciente victoria militar contra Og y Sehón, y la milagrosa preservación de su vida durante el peregrinaje por el desierto son apenas recuerdos de un pasado relativamente lejano. En este punto, Israel se encuentra nuevamente en una encrucijada, enfrentándose al mismo problema: sin confianza, sin tierra.

En la historia, se envían dos espías en lugar de doce. No parece haber una razón específica para este cambio, pero podría estar relacionado con el episodio de Cades Barnea, en el que dos espías tuvieron que enfrentarse a los diez incrédulos. Aunque hay algunas similitudes entre los dos relatos de espías, las diferencias son aún más llamativas. En primer lugar, los dos espías no traen ninguna prueba de que la tierra sea buena esta vez. En segundo lugar, no se menciona una búsqueda generalizada de la tierra. En tercer lugar, pasan más tiempo escondidos que espiando. Por último, no hay ningún informe sobre la tierra en cuanto a sus características generales o los desafíos para someterla. Los espías simplemente afirman: “De cierto, el Señor ha entregado toda la tierra en nuestras manos. Todos los habitantes del país tiemblan ante nosotros” (Jos. 2:24). ¿Qué les da esa confianza? Los espías básicamente repiten a Josué lo que Rahab les dijo: “Ya sé que el Señor les ha entregado esta tierra, que nos ha invadido el pánico y que todos los habitantes de esta región tiemblan ante ustedes” (Jos. 2:9, BLPH). Las palabras de Rahab, a su vez, hacen eco de las palabras de Josué y Caleb en Números 14:8: “El Señor […] nos introducirá en esa tierra que mana leche y miel y nos la entregará”.

La fe de Rahab y los gabaonitas

Rahab

Base: Oír

Medio: Mentira

Objetivo: Autopreservación

Resultado inmediato: Liberación

Resultado a largo plazo: Ciudadanía plena

Gabaonitas

Base: Oír

Medio: Mentira

Objetivo: Autopreservación

Resultado inmediato: Liberación

Resultado a largo plazo: Servidumbre

 

Como indica el cuadro anterior, el primer paralelo entre Rahab y los gabaonitas es que su fe se basa en lo que han oído. El hecho de oír acerca de las acciones pasadas de Dios en favor de su pueblo es suficiente para producir en ellos una respuesta positiva de rendición, aunque la mayoría de sus compatriotas prefieren resistir. En este punto, su fe es encomiable, en línea con lo que dice Jesús en Juan 20:29: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron” (RVC). Las actitudes de Rahab y los gabaonitas son notablemente diferentes de las de la primera generación del desierto, que no creyó, a pesar de lo que vio. Como resultado de lo que oyeron, su corazón desfalleció (Jos. 2:11). Además, las palabras que Rahab pronunció muestran que entiende la naturaleza religiosa de la guerra (Jos. 2:10). El verbo haram (“destruir completamente”), que aparece en el discurso de Rahab, designa un objeto o una persona consagrados a la destrucción por Dios. El concepto es conocido fuera de Israel, como lo demuestra su uso en textos extrabíblicos.

El segundo paralelo tiene que ver con Rahab y los gabaonitas quienes demostraron su fe por medios poco convencionales. Mientras que Rahab miente para proteger a los espías, los gabaonitas mienten para salvar el pellejo. En cualquier caso, lo que motiva sus acciones es la certeza de que Dios cumplirá sus promesas a Israel. Aunque no podemos esperar mucho de estos cananeos en términos morales, la artimaña de los gabaonitas se ve de otra manera. Según el narrador, actuaron astutamente (armah), similar al término hebreo utilizado para describir a la serpiente en Génesis 3. A diferencia de la mentira espontánea de Rahab, el engaño de los gabaonitas es calculado y bien orquestado.

El tercer paralelo se refiere a su motivación. En ambos casos, buscan salvarse de la destrucción venidera. En estos primeros pasos, su fe es egocéntrica y busca soluciones transitorias para su problema. En esta etapa, su fe no puede ver más allá del horizonte. Se basa en el temor y no en el amor (Jos. 9:24). Su fe es, de alguna manera, un intento de negociar, lo que es evidente por el uso de la palabra jesed.

En su sentido secular, a menudo se refiere a un tipo de transacción en la que “el que recibe un acto de jesed responde con un acto similar de jesed, o al menos el que demuestra jesed está justificado en esperar un acto equivalente a cambio” (Hans- Jürgen Zobel, “jesed”, Theological Dictionary of the Old Testament [Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1986], t. 5, p. 18).

Los paralelos cuarto y quinto se refieren al resultado de sus decisiones. Rahab recibió la garantía de que ella y su familia serían salvadas. Al igual que los israelitas en la última plaga, tuvo que colocar una señal en su casa: un cordón escarlata colgando de una ventana, probablemente por donde Rahab bajó a los espías con una cuerda. Sin embargo, su liberación fue, en última instancia, un acto divino. Si los muros de Jericó cayeron, Dios debió de haber preservado la sección donde estaba su casa.

Por otro lado, los gabaonitas fueron intocables a partir de su acuerdo. Lograron obtener la protección que buscaban, que fue útil cuando una coalición de reyes cananeos avanzó contra Gabaón (Jos. 10). La defensa de Gabaón desencadenó una importante campaña militar en la que muchas ciudades fueron destruidas. Al final, el plan engañoso de los gabaonitas se utilizó para promover el propósito de Dios en la conquista de la tierra. Sin embargo, los resultados a largo plazo son bastante distintos. Rahab se convirtió en antecesora del Mesías y fue asimilada al pueblo de Israel. Los gabaonitas también fueron asimilados pero como siervos. Tienen protección duradera (2 Sam. 21), pero las consecuencias de su plan permanecen. “Habían adoptado el manto de la pobreza con fines de engaño, y les quedó como insignia de servidumbre perpetua” (Elena de White, Patriarcas y profetas [Florida: ACES, 2015], p. 541).

 

APLICACIÓN A LA VIDA

La asombrosa gracia en nuestra vida

La historia de Rahab y los gabaonitas nos recuerda que los israelitas y los cananeos son más que grupos étnicos. También representan condiciones espirituales. El Israel de Dios, cualquiera que sea la etnia de cada uno, es principalmente una comunidad espiritual. Todas las personas están invitadas a ser parte de esta comunidad. Nadie está fuera del alcance de Dios. En este sentido, el llamado paulino a derribar todas las barreras no es una novedad del Nuevo Testamento (Gál. 3:28).

 

Preguntas para reflexionar

Piensen en lugares donde pueden encontrar personas que aparentemente están fuera del alcance de la gracia. ¿Qué podrían hacer tu iglesia local y tú para alcanzar a los inalcanzables?

 

Discerniendo la voluntad de Dios

El hecho de que Israel no haya podido discernir la verdadera identidad de los gabaonitas nos recuerda el peligro de dejarse llevar por las apariencias. Los líderes de Israel probaron el pan añejo con la boca en lugar de consultar “a la boca del Señor” (traducción literal de Josué 9:14). El error de Israel es grave porque su incapacidad de consultar a Dios socava su llamado a mediar la voluntad divina en el mundo. Invita a tus estudiantes a considerar las siguientes preguntas:

1. ¿Cómo podemos evitar hoy caer en la misma trampa en que los israelitas cayeron con los gabaonitas?

2. ¿De qué manera Israel repitió el fracaso de Eva ante la serpiente en el Jardín del Edén?

3. ¿Cómo discernimos hoy la voluntad de Dios? ¿Qué papel deben desempeñar las Escrituras en este contexto?

4. Intenta recordar la última vez que decidiste seguir una determinada dirección sin consultar la voluntad de Dios. ¿Cuáles fueron las consecuencias?

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