Lección 13: Edicion Maestros “El evangelio eterno” Para el 27 de diciembre de 2014

Edición para maestros. Cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2014

 “El evangelio eterno”

Lección 13: – Para el 27 de diciembre de 2014

 

El sábado enseñaré…

Texto Clave: Lucas 15:11-24.

 

Enseña a tu clase a:

Saber reconocer que la parábola del hijo perdido revela la gracia de Dios en acción hacia sus hijos descarriados.

Sentir gozo al abrazar de todo corazón los dones divinos de misericordia y gracia.

Hacer: Relacionarse con Dios como con un Padre amante, que siempre está esperando con los brazos abiertos para recibir a sus hijos arrepentidos de vuelta en casa.

 

Bosquejo de la Lección

  1. Saber: El dolor de un hijo
    1. Explica cómo la historia del hijo perdido revela la naturaleza de la gracia de Dios hacia nosotros.
    2. ¿Qué debe suceder en el corazón del hijo pródigo antes que pueda regresar a casa, y por qué?
  2. Sentir: El amor de un Padre
    1. ¿Qué te revela la reacción del padre ante su hijo perdido, que regresó a casa, acerca de la profundidad y la pasión del amor de Dios por ti?
    2. ¿Cómo puedes permitir que Dios viva su vida dentro de ti, de modo que seas un canal para amar y bendecir a otros?
  3. Hacer: El enojo de un hermano
    1. Cuando aquellos en quien confiamos se desvían de Dios, y regresan, ¿cómo puedes evitar ceder a la tentación de sentir amargura, como la que experimentó el hermano mayor que se creía muy justo y bueno?
    2. ¿De qué manera la historia del hijo perdido te puede ayudar a amar a otros como Dios te ama a ti?

 

Resumen

Cada segundo de nuestras vidas, Dios ejerce todo su poder, gracia y misericordia para reconciliarnos con su gran corazón de amor.

 

CICLO DE APRENDIZAJE

Pasaje destacado: Lucas 11:15-24.

Concepto clave para el crecimiento espiritual: Cada segundo de nuestras vidas, Dios ejerce todo su poder, gracia y misericordia para reconciliarnos con su gran corazón de amor.

 

PASO 1: ¡Motiva!

Solo para los maestros: Enfatiza a los miembros de tu clase la importancia de relacionarse con Dios como con un Padre amante, que siempre está esperando con los brazos abiertos para recibirnos de regreso.

Actividad inicial:

Piensa en una ocasión en que dejaste tu hogar por un período más o menos largo. ¿Cuál fue la razón? Tal vez fue para una vacación con la familia, un viaje de negocios, o para estudiar en el extranjero. Usando tantos sentidos como sea posible, describe cómo te sentiste cuando por fin regresaste a casa.

Considera: ¿Cómo puede esta experiencia de volver al hogar ayudarte a imaginar cómo se habrá sentido el hijo pródigo en el momento de reunirse con su padre? ¿Cómo te ayuda esto a comprender más plenamente el amor incondicional que tiene el Padre por ti?

 

PASO 2: ¡Explora!

Solo para los maestros: Enfatiza la imagen del padre en la historia del regreso del hijo pródigo, corriendo al encuentro de su hijo. Enfatiza que Dios siempre está listo para abrazarnos con compasión, vestirnos con perdón, y sanarnos con su misericordia.

Comentario de la Biblia

I. El hijo perdido

(Repasa, con tu clase, Luc. 15:11-24 y Rom. 3:24-26.)

Como seres caídos, con pasados llenos de cicatrices de pecado y con propensión a volver a caer en el pecado, necesitamos profunda y diariamente los poderes restauradores y regeneradores de la gracia. La historia del hijo perdido en Lucas 15 requiere la exégesis de la gracia, como se bosqueja en Romanos 3:24 al 26, y la presenta en la emocionante narración de lo que significa para Dios otorgar gracia al pecador arrepentido, y lo que significa para el pecador, recibirla. Como señala la lección, la relación entre el padre y su hijo descarriado no solo se restaura; se transforma. Consideremos los puntos clave de la historia para identificar esos elementos de transformación de la gracia en acción, para entender mejor cómo Dios anhela sanar nuestra relación con él que está rota, transformar nuestras vidas, y restaurarnos a una comunión con él.

Desde el comienzo, es importante notar dos cosas: 1) dónde comienza la acción, y 2) qué relación hay entre ambos personajes. Notamos que el escenario es un propiedad, y que la relación entre el heredero menor pródigo, es la de padre e hijo. Esta relación paternal revela que el joven no es un extraño; más bien, éste reconoce la autoridad sobre él y su relación con él. El problema no es que el joven no sepa quién es el padre, sino que él lo sabe pero no aprecia la relación.

Nota, además, que el hijo joven no da razón de sus demandas; ni el padre se las pide. Sencillamente divide la propiedad y le da al hijo lo que pedía. Si nosotros elegimos abandonarlo, por más que rompa su corazón, Dios no nos obligará a quedarnos. La prueba de que Dios no es indiferente a nuestro abandono se ve en el hecho de que cuando el hijo vuelve, pero todavía está lejos, el padre corre a recibirlo.

Pero antes de que pueda ocurrir ese momento en la historia, el hijo tiene que llegar a reconocer su condición perdida y caída. A fin de darse cuenta que está perdido, tiene que perder todo. Ocurre un período de hambre; y en ese sentido el paisaje de la historia es un espejo del paisaje interior del corazón: hay un hambre espiritual, así como uno literal. El hijo está muriendo de hambre, literalmente, así como figuradamente tiene hambre de la gracia de Dios. Pero el hambre es solo el comienzo de sus pesares, o el catalizador, y es lo que el hijo debe soportar para ser transformado. A fin de darse cuenta de que está caído, debe llegar a la ruina y la desesperación totales. Pierde sus amigos cuando se terminó el dinero. Pierde su estatus, su respeto propio, tanto que deseaba “llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos” (vers. 16).

Revolcándose en la miseria y el barro con los cerdos, el hijo menor “volviendo en sí, dijo:… Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre” (vers. 17-20). Nota que la historia dice dos veces, que el joven literalmente “se levantó”. Hundido en el pecado, solo podemos ir en una dirección: hacia arriba.

Romanos 3:24 al 26, en su explicación de lo que es la gracia, usa un lenguaje similar para describir nuestra restauración, o ascenso vertical, mediante la gracia inmerecida de Dios: “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (vers. 24). El uso de la expresión levantarse en la historia del hijo perdido para describir su retorno a su padre, es un eco de la idea más profunda de lo que hace la gracia en acción, como lo bosqueja Romanos: es la misericordia y gracia divinas que nos limpia, nos eleva del pantano del pecado, nos justifica ante Dios, y nos permite pararnos en su presencia libres de pecado y de condenación.

Pero así como la gracia fue posible solo por medio del sacrificio de Jesús, como nos dice Romanos, la historia del hijo perdido también muestra que no puede haber restauración aparte del sacrificio. El ternero engordado debe morir. Lo degüellan para la celebración, y se satisfacen con su carne. Y aunque muere para que la familia reunida pueda celebrar, su muerte es un recordativo solemne de que nuestro regreso gozoso al Padre celestial depende de la muerte de su Hijo en esta tierra.

Otro detalle notable en la historia no debe pasarse por alto: la furia del hijo mayor por el regreso de su hermano. Nota el lenguaje que usa el heredero para describir al pródigo; no es “mi hermano” sino “tu hijo”. Adán usó un lenguaje similar acerca de Eva cuando respondió a Dios por su transgresión. No se refirió a ella como “mi esposa” sino como “la mujer que me diste por compañera” (Gén. 3:12).

Este lenguaje intencionalmente aleja y acusa. Tiene la intención de separar a los demás pecadores de uno mismo, olvidando nuestra relación mutua y nuestra responsabilidad hacia nuestros hermanos (la iglesia) y vecinos (el mundo). Es el lenguaje de la auto justificación. El heredero está furioso, por causa de que el padre restaura al hijo menor y con eso destruye completamente su creencia de que de algún modo él ha “ganado” su herencia mediante sus buenas obras, mediante su registro de servicio sin manchas. El hecho de que el hijo menor regresó y recibió los elementos que indican que otra vez es heredero, después de despilfarrar su parte completa, aleja para siempre la idea equivocada de que la salvación es por las obras.

Considera: ¿Qué representa la separación del joven de su padre? ¿Qué debe ocurrir primero antes que él vuelva en sí y regrese a casa? ¿Cuál es la reacción del padre cuando el hijo regresa? ¿Cómo demuestra gracia esta reunión? ¿Cuál es la reacción del hermano al regreso del menor, y de qué modo demuestra el peligro de pensar que la salvación se merece por obras?

 

PASO 3: ¡Aplica!

Solo para los maestros: Ayuda a los miembros de tu clase a aplicar los principios de la gracia, como se bosquejan en la historia del hijo pródigo, a las situaciones prácticas de sus propias vidas.

Preguntas de aplicación:

  1. La historia del hijo perdido no es sencillamente acerca del amor de Dios por nosotros, sino que también es una reprensión contra la dureza de corazón de un hermano o creyente respecto a otro. ¿Cómo pueden tus propias experiencias de regreso y arrepentimiento vacunarte contra la clase de dureza de corazón que mostró el hermano mayor?
  2. ¿Cuáles son algunas maneras en que te encuentras actuando hacia Dios como lo hizo el joven imprudente? ¿De qué maneras te encuentras actuando contra tus hermanos creyentes usando la auto justificación del hermano mayor? ¿Qué principios enseña la historia que te ayudan a volver al Padre y permitirle que viva su vida por medio de ti, amando a otros como él te ama?

 

PASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: Anima a los miembros de tu clase a recordar que no importa cuánto nos hayamos hundido en el pecado, nunca estaremos tan bajo que Dios no nos pueda levantar, y que él nunca dejará de anhelar que regresemos a él.

Actividad 1:

Concluye cantando “Tierno y amante Jesús nos invita”, o algún otro himno que transmita la invitación de Cristo de regresar a él.

Actividad 2:

Termina la historia: aun cuando en la casa se celebra el regreso del hijo perdido, no todo sigue con felicidad. El hijo mayor, por lo menos, no muestra deseos de unirse a la celebración. Las últimas palabras son las del Padre. Imagínate el resto de la historia, cuando ambos hermanos se reúnen. Teniendo en cuenta que el hijo mayor está lleno de resentimiento, ¿cómo podrían las palabras del Padre comenzar a ablandar su corazón y producir la reconciliación? ¿Cómo la contarías?

Radio Adventista
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