Lección 13 Edicion Alumnos: “Yo hago nuevas todas las cosas” Para el 30 de marzo de 2019

Primer trimestre (enero-marzo) de 2019

“Yo hago nuevas todas las cosas”

Lección 13: – Para el 30 de marzo de 2019

 

Sábado 23 de marzo

Lee Para el Estudio de esta Semana: Apocalipsis 19:6-19; Juan 14:1-3; 2 Tesalonicenses 1:8-10; Apocalipsis 21:1-21; Jeremías 4:23-26; 1 Corintios 6:2, 3.

Para Memorizar: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Apoc. 21:5).

La destrucción de la Babilonia del tiempo del fin es una mala noticia para quienes colaboraron con este sistema religioso apóstata. No obstante, para el pueblo de Dios es una buena noticia (Apoc. 19:1-7). Babilonia es la responsable de inducir a los poderes políticos seculares a perseguir al pueblo de Dios y hacerle daño (Apoc. 18:24). La destrucción de este gran adversario significa liberación y salvación.

Con la destrucción de Babilonia, la oración del pueblo de Dios, en la escena del quinto sello, finalmente recibe respuesta. El grito: “¿Hasta cuándo, Señor?” representa el clamor de los oprimidos y sufrientes de Dios desde Abel hasta el momento en que Dios finalmente vindique a su pueblo (Sal. 79:5; Hab. 1:2; Dan. 12:6, 7). El libro de Apocalipsis le garantiza al pueblo de Dios que el mal, la opresión y el sufrimiento llegarán a su fin.

Llegó la hora de que Cristo marque el inicio de su reino eterno. Los capítulos restantes del Apocalipsis no solo describen la destrucción de la Babilonia del tiempo del fin, sino también la destrucción de Satanás y de todo el mal. También vislumbramos la instauración del reino eterno de Dios.

 

Domingo 24 de marzo:

La cena de bodas del Cordero

Lee Apocalipsis 19:6 al 9; y Juan 14:1 al 3. ¿Cuán adecuada es una boda para ilustrar la unión tan esperada entre Cristo y su pueblo?

En estos pasajes, el Señor utiliza imágenes de antiguas bodas judías para enseñarnos la verdad. El novio iba a la casa de la novia para el compromiso. Tras el pago de la dote, se consideraba que la pareja estaba casada, pero no podían vivir juntos. El novio volvía a la casa de su padre a fin de preparar un lugar para ambos. La novia se quedaba en la casa de su padre preparándose. Concluidos los preparativos, el novio regresaba a buscar a su novia para llevarla a la casa de su padre, donde se llevaría a cabo la boda. Hace dos mil años, Cristo dejó su hogar celestial para comprometerse con su novia en la Tierra. Después de pagar la dote con su vida, en el Calvario, regresó a la casa de su padre a fin de “preparar lugar” para su novia (ver Juan 14:2, 3), mientras ella se quedaba en la Tierra preparándose. En el tiempo del fin, él regresará y la llevará a la casa de su Padre.

Apocalipsis 19:8 declara que Cristo le dio la ropa de lino fino y limpio a la novia. Esto muestra que el pueblo de Dios no reclama ningún mérito por sus obras. Las túnicas del pueblo de Dios representan “las acciones justas de los santos”, actos que surgieron como resultado de su unión con Cristo, que vive en ellos. Estas túnicas han sido lavadas en la sangre del Cordero (Apoc. 7:14). Mientras estuvo en la Tierra, Jesús relató una parábola sobre una boda. Sin embargo, uno de los invitados prefirió usar su propia ropa en lugar del vestido de boda provisto por el rey, y fue expulsado de la boda (Mat. 22:8-14).

Apocalipsis 3:18 muestra que la túnica provista por Cristo es la mayor necesidad del pueblo de Dios que vive en el tiempo del fin. Al ofrecerles a los laodicenses que le “compren” a él esta túnica, Jesús muestra que pide algo a cambio de lo que les ofrece. Renunciamos a la autosuficiencia y a la confianza propia a cambio de una vida de fiel obediencia a Cristo y confiamos en sus méritos como nuestra única esperanza de salvación.

No somos salvos por obras, pero ¿qué “acciones justas” haces para ayudar a definir el tipo de vida que llevas?

 

Lunes 25 de marzo:

Termina el Armagedón

Lee Apocalipsis 19:11 al 16. El nombre de Cristo (“EL VERBO DE DIOS” [Apoc. 19:13]) y el hecho de que la espada salga de su boca ¿qué sugiere acerca de la naturaleza de la batalla final?

Lo que vemos aquí es una representación de la segunda venida de Cristo, el cumplimiento de la promesa que los creyentes de todas las edades han estado anhelando. Observa el lenguaje: todo habla de victoria. Jesús derrotó a Satanás en el cielo; derrotó a Satanás en el desierto; lo derrotó en la cruz; y lo derrotará en su venida.

“Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, cuyo tamaño era más o menos la mitad de la mano de un hombre. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia parece rodeada de oscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del hombre. En silencio solemne la contemplan mientras va acercándose a la Tierra, volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya base es una gloria como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús marcha al frente como un poderoso conquistador. Ya no es el ‘varón de dolores’ que ha de beber el amargo cáliz de la vergüenza y la aflicción; victorioso en cielo y Tierra, viene para juzgar a vivos y a muertos. ‘Fiel y Verdadero […] con justicia juzga y pelea […]. Y los ejércitos celestiales’ lo siguen (Apoc. 19:11, 14). Con antífonas de melodía celestial, una inmensa e innumerable muchedumbre de ángeles santos lo acompañan en el descenso. El firmamento parece lleno de formas radiantes; ‘millones de millones y millares de millares’. Ninguna pluma humana puede describir la escena, ni mente mortal es capaz de concebir su esplendor” (CS 624).

En 2 Tesalonicenses 1:8 al 10, Pablo simplemente da otra descripción de la victoria final de Cristo, en la Segunda Venida, cuando todos los poderes seculares y religiosos que habían conspirado contra él son destruidos, y su pueblo es liberado por toda la eternidad.

Apocalipsis 19 describe dos cenas, una en el versículo 9 y otra en los versículos 17 y 18. En una cena tú comes, en la otra te comen a ti. Es difícil imaginar un contraste más marcado entre lo que está en juego en todo el Gran Conflicto para cada ser humano. ¿Qué debieran enseñarnos estas imágenes? ¿Con cuánta seriedad debemos tomar nuestra fe y la misión en la que nuestra fe nos llama a participar?

 

Martes 26 de marzo:

El Milenio

Lee Apocalipsis 20:1 al 3; y Jeremías 4:23 al 26. Durante el milenio, ¿en qué estado queda la Tierra? ¿En qué sentido Satanás está encadenado?

Los mil años (o el milenio) comienzan con el regreso de Cristo. En este momento, Satanás y sus ángeles caídos son encadenados. El encadenamiento de Satanás es simbólico, porque los seres espirituales no pueden estar físicamente atados. Satanás está atado a las circunstancias. Las plagas han desolado y despoblado la Tierra, dejándola en una condición caótica que se asemeja a la Tierra antes de la Creación (Gén. 1:2). En ese estado, la Tierra funciona como prisión de Satanás durante el milenio. Debido a que no hay seres humanos para tentar ni hacerles daño, todo lo que Satanás y sus colaboradores demoníacos pueden hacer es contemplar las consecuencias de su rebelión contra Dios.

Lee Apocalipsis 20:4 al 15. ¿Dónde están los santos durante el milenio?

El Apocalipsis señala que el pueblo de Dios pasará el milenio en los lugares celestiales que Cristo preparó para ellos. Juan los ve sentados en tronos como reyes y sacerdotes, juzgando al mundo. Jesús les prometió a los discípulos que se sentarían “sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mat. 19:28). Pablo dijo que los santos juzgarían al mundo (1 Cor. 6:2, 3).

Este juicio se refiere a la ecuanimidad de las acciones de Dios. A lo largo de la historia, Satanás ha planteado dudas sobre el carácter de Dios y su trato con los seres creados. Durante el milenio, Dios permite que los redimidos accedan a los registros de la historia para encontrar respuestas a todas las preguntas concernientes a la equidad de sus decisiones relacionadas con quienes se perdieron, así como a las inquietudes relacionadas con la conducción de Dios en su propia vida. Al final del milenio, todos los interrogantes sobre la justicia de Dios quedan resueltos para siempre. El pueblo de Dios puede ver sin la más mínima sombra de duda que las acusaciones de Satanás eran infundadas. Ahora está listo para contemplar la administración de la justicia de Dios en el juicio final.

¿Quién de nosotros no tiene preguntas, preguntas difíciles, que por ahora parecen no tener respuestas? ¿Qué nos dice sobre el carácter de Dios el hecho de que un día él nos dará las respuestas?

 

Miércoles 27 de marzo:

Un cielo nuevo y una tierra nueva

Después de la erradicación del pecado, la Tierra se transformará en el hogar de los redimidos. ¿Cómo será?

En Apocalipsis 21:1, Juan vio “un cielo nuevo y una tierra nueva”. Los judíos conocían tres cielos: el firmamento, el universo estrellado y el lugar donde habita Dios (ver 2 Cor. 12:2). En Apocalipsis 21:1, la atmósfera de la Tierra está a la vista. La Tierra y el firmamento contaminados no pueden soportar la presencia de Dios (Apoc. 20:11). La palabra nuevo en griego (kainos) se refiere a algo nuevo en calidad, no en origen ni en tiempo. Este planeta será purgado por el fuego y restaurado a su estado original (2 Ped. 3:10-13).

Es interesante que lo primero que Juan observa en la Tierra Nueva es que no hay mar. El hecho de que Juan se refiera a “el mar” (con el artículo definido) muestra que probablemente tenía en mente el mar que lo rodeaba en Patmos, el cual se había convertido en un símbolo de separación y sufrimiento. La ausencia de ese mar en la Tierra Nueva para él significaba la ausencia de dolor y sufrimiento.

Lee Apocalipsis 21:2 al 8; y 7:15 al 17. ¿Qué paralelismos existen en la descripción de la Tierra Nueva y el Jardín del Edén de Génesis 2?

La presencia de Dios en medio de su pueblo garantiza una vida libre de sufrimiento y muerte en la Tierra restaurada. Esta presencia se manifiesta en la Nueva Jerusalén, “el tabernáculo de Dios” (Apoc. 21:3), donde él habitará entre su pueblo. La presencia de Dios hace que la vida en la Tierra restaurada sea como un templo y garantiza la ausencia de sufrimiento: no más lágrimas, muerte, tristeza, llanto ni dolor, todas consecuencias del pecado. Con la erradicación del pecado, “las primeras cosas pasaron” (Apoc. 21:4).

Esta idea fue bien formulada por María y Marta al morir su hermano Lázaro: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto” (Juan 11:21). Las hermanas sabían que la muerte no podría existir en presencia de Cristo. De la misma manera, la presencia constante de Dios en la Tierra Nueva garantizará la ausencia del dolor y del sufrimiento que ahora experimentamos en esta vida. Esta es la gran esperanza que se nos promete en Cristo, una esperanza sellada con su sangre.

¿Por qué esta promesa de una existencia nueva en un mundo nuevo es tan importante para todo lo que creemos? ¿De qué serviría nuestra fe sin eso?

 

Jueves 28 de marzo:

La nueva Jerusalén

Juan ahora describe la capital de la Tierra Nueva, la Nueva Jerusalén. Si bien es un lugar real habitado por gente real, la Nueva Jerusalén y la vida en ella están más allá de cualquier descripción terrenal (ver 1 Cor. 2:9).

Lee Apocalipsis 21:9 al 21. ¿Cuáles son las características exteriores de la Nueva Jerusalén?

A la Nueva Jerusalén se la conoce como la novia, la esposa del Cordero. En Apocalipsis 19:7 y 8, esta metáfora se aplica al pueblo de Dios. La Nueva Jerusalén es el lugar donde Cristo finalmente se unirá con su pueblo.

La ciudad está rodeada de un muro alto con doce puertas: tres puertas en cada uno de los cuatro lados, lo que permite la entrada desde cualquier dirección. Esto indica el alcance universal de la ciudad. En la Nueva Jerusalén, todos tienen acceso ilimitado a la presencia de Dios.

A la ciudad además se la presenta como un cubo perfecto: son 12.000 estadios de largo, de ancho y de alto. El cubo consta de doce flancos. Por lo tanto, la ciudad tiene un total de 144.000 estadios, que es el número que simboliza la totalidad del pueblo salvo de Dios a través de las edades (Apoc. 7:4). En el Templo del Antiguo Testamento, el Lugar Santísimo era un cubo perfecto (1 Rey. 6:20). Por ende, la Nueva Jerusalén funciona no solo como Templo, sino también como Lugar Santísimo. En el Templo terrenal, solo el sumo sacerdote podía entrar al Lugar Santísimo. En la Nueva Jerusalén, este es un privilegio que se les concede a todos los redimidos.

Lee Apocalipsis 21:21 al 22:5. ¿Qué características interiores de la ciudad te recuerdan al Jardín del Edén? ¿Cuál es el significado de la declaración de que no habrá más maldición en la ciudad (Apoc. 22:3)?

La característica más destacada de la Nueva Jerusalén es el río de agua de vida que fluye del trono de Dios (ver Gén. 2:10). En contraste con el río de Babilonia, en el que el pueblo de Dios se sentaba como cautivo anhelando Jerusalén (Sal. 137), a orillas del río de la vida en la Nueva Jerusalén, el errante pueblo de Dios de todas las edades ha encontrado su hogar.

A ambos lados del río está el árbol de la vida cuyas hojas son para “la sanidad de las naciones” (Apoc. 22:2). Esta sanidad no hace referencia a ninguna enfermedad, ya que en la Tierra Nueva no habrá enfermedad. Se refiere a la curación de todas las heridas causadas por las barreras que han azotado a la gente a lo largo de la historia. Los redimidos de todas las edades y de todas las naciones ahora pertenecen a una sola familia de Dios.

 

Viernes 29 de marzo

Para Estudiar y Meditar:

Lee “La desolación de la tierra” y “El fin del conflicto”, en El conflicto de los siglos, pp. 633-642 y 643-657, respectivamente.

El libro de Apocalipsis concluye con lo presentado al comienzo: la segunda venida de Cristo con poder y gloria y el establecimiento del reino eterno de Dios. La venida de Cristo, cuando finalmente se unirá a su novia, es el punto culminante del libro.

Sin embargo, el libro no quiere poner estos acontecimientos en un contexto poco realista. El hecho de que Jesús viene pronto es la primera realidad. La segunda realidad es que todavía estamos aquí esperando su venida. Mientras esperamos, debemos tener una comprensión clara de los mensajes del Apocalipsis, y podemos lograrlo si lo leemos vez tras vez hasta que llegue el fin de todas las cosas. Los mensajes del libro de Apocalipsis nos recuerdan constantemente, mientras esperamos, que no debemos enfocarnos en las cosas del mundo, sino fijar nuestra vista en Aquel que es nuestra única esperanza. El Cristo del Apocalipsis es la respuesta a todas las esperanzas y los anhelos de la humanidad en medio de los enigmas y las incertidumbres de la vida. Él tiene el futuro de este mundo y nuestro propio futuro en sus manos.

El libro también nos recuerda que antes de que llegue el fin, se nos confía la tarea de proclamar el mensaje de su pronto regreso a todo el mundo. Nuestra espera de su regreso no es pasiva, sino activa. El Espíritu y la iglesia dicen: “Ven” (Apoc. 22:17). Debemos unirnos a ese llamado. Es una buena noticia y, como tal, debemos proclamarla a los habitantes del mundo.

Preguntas para Dialogar:

  1. Piensa en el milenio y en el juicio que tendrá lugar recién después del milenio. ¿Qué nos enseña acerca de Dios el hecho de que recién después de que los salvos hayan tenido mil años para obtener respuestas a todas sus preguntas, Dios traerá el castigo final sobre los que se pierden?
  2. Apocalipsis 1:3 promete bendiciones para quienes escuchen, lean, obedezcan y guarden las palabras de las profecías del Apocalipsis. Al concluir nuestro estudio de este libro, ¿qué cosas descubriste que debes tomar en cuenta y guardar?
Radio Adventista
3 comments… add one
  • Gracias por subir las lecciones de ES que hacen tan comodo acceder a ellas desde cualquier dispositivo. Tengo una sugerencia, y es que no le corten a la leccion algunas partes sino que sean transcritas tal como estan en el folleto original. Feliz sabado.

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  • La promesas que todos tenemos que llevar en nuestros corazones.hermosas

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  • muy buena la leecion

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