Edición para maestros. Cuarto trimestre de 2022
“La cosmovisión bíblica”
Lección 12 :- Para el 17 de Diciembre de 2022
RESEÑA
Textos clave: Génesis 2:7; Lucas 2:52; Romanos 8:4-14; 1 Corintios 2:16; Filipenses 2:5.
La cosmovisión bíblica se opone a la filosofía griega del dualismo, que postula que el cuerpo es malo pero el espíritu es bueno. El dualismo afirma que el cuerpo mortal tiene esclavizada al alma eterna, que será liberada al momento de la muerte de cada persona, y a partir de allí vivirá eternamente. Esta visión contradice la clara enseñanza bíblica, para la cual todo lo que Dios creó era bueno en gran manera, incluido nuestro cuerpo. Somos dependientes de Dios por creación; por lo tanto, fuimos hechos sin inmortalidad inherente. La vida no está en nosotros, sino que la recibimos desde afuera, y mientras vivamos en estrecha relación con Dios esta vida está garantizada para siempre. Dios hizo a los seres humanos como almas vivientes (Gén. 2:7). La inmortalidad no está en nosotros, sino que nos la proporciona constantemente el Señor mismo, una Fuente externa.
La cosmovisión bíblica de la naturaleza humana es la de la unidad de todos los aspectos de nuestra existencia; es decir, los aspectos físicos, mentales/intelectuales, emocionales, volitivos, espirituales y sociales, que no existen por separado o independientemente unos de otros. Todo está unido por nuestro Dios creador en una unidad maravillosa e inseparable, y todo necesita ser santificado por Dios (1 Tes. 5:23). Cuando una persona muere, no hay actividad en ninguno de estos aspectos (Ecl. 9:5, 6). Nuestro ser es una unidad, y Dios desea cambiar nuestro ser. Para lograr esta transformación, él nos habla. Elena de White enfatiza que el Señor se comunica con nosotros por medio de nuestro cerebro: “Los nervios del cerebro que relacionan todo el organismo entre sí son el único medio por el cual el Cielo puede comunicarse con el hombre, y afectan su vida más íntima” (TI 2:312).
Es muy importante tener la mente de Cristo para entender su Palabra. Cuando la Palabra de Dios mora en nosotros y nos guía constantemente, entonces nuestra mente puede ser transformada por el poder del Espíritu Santo. “Podemos acceder a un entendimiento de la Palabra de Dios solo a través de la iluminación del Espíritu por medio de la cual fue dada la Palabra” (CC 94). Pablo explica: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Rom. 12:2, NVI).
COMENTARIO
Vida según el Espíritu
La dimensión espiritual de nuestra vida es de suma importancia y debemos cultivarla debidamente. Para ayudarnos a comprender y emprender esta tarea, el apóstol Pablo contrasta claramente la vida según la carne y la vida según el Espíritu (Rom. 8:4-6). La carne y el Espíritu se oponen: la naturaleza carnal de la humanidad versus la naturaleza espiritual, que es regenerada por el Espíritu Santo (Rom. 8:9-11). Cultivar nuestra vida espiritual requiere atención a todas las facetas de nuestra existencia, incluidas nuestras actitudes y motivaciones. Debemos elegir entre Dios y sus valores o el pecado y el yo, con los que satisfacemos los deseos de la carne, como la lujuria, la codicia, la envidia, la ira, el orgullo y la supremacía. Pablo nos asegura que quienes permiten que Dios los transforme, que ponen su mente en las cosas del Espíritu y en las cosas de arriba (Col. 3:2), son guiados por el Espíritu. Estos creyentes son hijos de Dios (Rom. 8:5, 14). Ezequiel habla de la decisión de vivir con un corazón de piedra o con un corazón de carne (Eze. 36:26); es decir, ser sensibles a la voz de Dios, y estar dispuestos a cambiar y a ser abiertos a ayudar a las personas necesitadas. Solo el Cirujano celestial puede realizar con éxito este trasplante del corazón humano.
El cuerpo: Aspecto físico
Los seres humanos son carne (Gén. 6:3); también son polvo, tomado de la tierra, y al polvo vuelven (Gén. 3:19). Este axioma significa que somos frágiles y mortales. Sin embargo, Pablo anima a los creyentes a estar llenos del Espíritu para servir y glorificar a Dios en su cuerpo: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Cor. 6:19, 20). Además, Pablo explica cuál debe ser nuestra meta en la vida: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31).
El alma/corazón: Aspectos emocionales, intelectuales y volitivos La Biblia hebrea subraya la noción de corazón en muchos versículos. Dios declara que él transformará el corazón humano mediante sus enseñanzas, su gracia y su Espíritu: “Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” (Jer. 31:33). “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Eze. 36:27). En la Biblia, el corazón representa más que un órgano físico que bombea sangre: simboliza el centro de las emociones, un lugar donde decidimos las cosas, donde sentimos y donde pensamos. Representa nuestra vida interior, la vida profunda de nuestros motivos, metas y deseos.
El aspecto social
Fuimos creados como personas sociales; ninguna persona está aislada en sí misma. Fuimos creados con esa dimensión social. La vida social es un aspecto muy importante de nuestra existencia y, para tener un equilibrio saludable en la vida, necesitamos cultivar relaciones significativas con otras personas y servirnos mutuamente como lo hizo Cristo (Mat. 20:28). Esto se manifestó bien en la infancia de Jesús: cómo se desarrolló y creció de manera integral: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Luc. 2:52). La vida de Cristo estaba en equilibrio porque todos los aspectos de su personalidad (las dimensiones mental, física, espiritual y social) se desarrollaban en perfecta armonía.
La mente de Cristo
El apóstol Pablo deja en claro que todo creyente debe ser una persona espiritual. Podemos tener la mente de Cristo solo cuando discernimos espiritualmente las cosas espirituales y permitimos que el Espíritu de Dios nos guíe (Rom. 8:14). “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Cor. 2:16). De esta manera, podemos vislumbrar la mente de Dios para llegar a conocer su pensamiento.
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Fil. 2:5). La Nueva Versión Internacional traduce esta frase: “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús” (Fil. 2:5, NVI). La Nueva Traducción Viviente y algunas otras traducciones explican correctamente este término como actitud: “Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús” (NTV). Necesitamos pensar conforme a la manera de Dios. Jesús reprendió a Pedro por su pensamiento terrenal: “No piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mat. 16:23, NVI).
Los estudios antropológicos y las neurociencias
Estudios recientes en antropología teológica presentan excelentes nuevos enfoques sobre la mortalidad de todo el ser humano. Las investigaciones confirman la enseñanza bíblica. David P. Gushee declara: “A diferencia de la noción griega de que el cuerpo se descompone mientras que el yo flota en dirección al cielo, una interpretación bíblica (especialmente judía), al parecer, no concibe una existencia separable entre el cuerpo y el alma o espíritu.
Cuando morimos, la totalidad de nosotros muere” (Only Human: Christian Reflections on the Journey Toward Wholeness [San Francisco, CA: Jossey-Bass, 2005], p. 49). Nancey Murphy incluye las funciones físicas y relacionales de nuestra existencia y también enfatiza la responsabilidad moral humana. En lugar de un alma, utiliza la noción del yo: “El término yo se usa de varias maneras en psicología y en filosofía. Lo que está en juego aquí no es la cuestión de qué significa ser un yo; la cuestión es tener un concepto del yo” (Murphy, “Nonreductive Physicalism”, en In Search of the Soul: Four Views of the Mind-Body Problem, eds. Joel B. Green y Stuart L. Palmer [Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2005], p. 124). Murphy afirma que los seres humanos son físicos y que “es el cerebro el que hace el trabajo que antes se le atribuía a la mente o al alma” (ibíd., p. 132). Qué sorprendente confirmación de lo que dijo Elena de White (ver la cita en Reseña). Joel Green, utilizando su trayectoria en neurociencias y estudios bíblicos, afirma que necesitamos una mejor comprensión de la antropología bíblica. Argumenta a favor de la visión holística bíblica sobre la humanidad. Enfatiza que los seres humanos son una unidad y no poseen un alma ontológicamente distinta; por lo tanto, niega correctamente que después de la muerte física el alma viva en un “estado intermedio” (Body, Soul, and Human Life: The Nature of Humanity in the Bible [Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2008], pp. 177-180). Green culmina su estudio con la esperanza de la resurrección y declara enérgicamente: “No hay nada en el ser humano creado que sea intrínsecamente inmortal. La resurrección y la vida futura encarnada son obra de Dios, don divino” (ibíd., p. 175).
F. F. Bruce declara apropiadamente: “Según la usanza bíblica, la inmortalidad solo pertenece inherentemente a Dios; por lo demás, pertenece solo a quienes Dios se la da. Repito, en lo que respecta a los seres humanos, la inmortalidad que se predica en la Biblia es del cuerpo, no del alma. “En nuestra cultura occidental, el pensamiento y el lenguaje sobre la inmortalidad han estado determinados en gran medida por la doctrina de Platón sobre la inmortalidad del alma. Pero cualquier intento de combinar la doctrina de Platón con la enseñanza de la Biblia solo puede llevar a confusión. Porque Platón no entendía por inmortalidad lo que los escritores bíblicos entienden por ella, y lo que Platón entendía por alma no es lo que los escritores bíblicos entienden por alma. “Para el cristiano, la esperanza de la inmortalidad está ligada a la resurrección de Cristo” (“Foreword”, en George Wisbrock, Death and the Soul, Oakbrook [IL: ZOE-Life Books, 1990], p. i).
APLICACIÓN A LA VIDA
- Imagina que tu amigo está desanimado, decepcionado y deprimido. ¿Cómo puedes ayudarlo a desarrollar confianza en la vida y a tener esperanza?
- El individualismo, el egocentrismo y el egoísmo matan todas las relaciones significativas que se basan en la confianza y el sacrificio. ¿Cómo puedes construir una vida social relevante con las personas que te rodean?
- Elena de White declara: “Si pensáramos y habláramos más de Jesús, y menos del yo, tendríamos por lejos mucho más de su presencia. […]. Cristo, y Cristo crucificado, debería ser el tema de contemplación, de conversación y de nuestra más gozosa emoción” (CC 87, 89). ¿Cómo podemos compartir a Cristo de manera práctica cuando comemos o socializamos con la gente?
- ¿Cómo puedes obtener la mente de Cristo? ¿De qué depende y cómo se puede desarrollar?
- Cuando Dios se comunica con nosotros a través de los nervios sensibles de nuestro cerebro, ¿cómo podemos protegerlos y cultivarlos de la mejor forma?