Lección 11 Edición Maestros. 3er Trimestre – Apostasía e intercesión – Sábado 13 de Septiembre 2025

EL SÁBADO ENSEÑARÉ…

RESEÑA

Texto clave: Éxodo 32:31, 32. Enfoque del estudio: Éxodo 32:1-35.

Introducción Cuando Israel apostató, Moisés estaba con el Señor en el monte Sinaí. El pueblo amenazó de muerte a su hermano Aarón, por lo que este cedió a las exigencias de ellos y fabricó un ídolo. El pueblo entonces declaró: “Israel, este es tu dios que te sacó de Egipto” (Éxo. 32:4), rechazando así explícitamente al Señor como su Dios y rompiendo su pacto con él.

Es significativo que, antes del descenso de Moisés al campamento desde el monte Sinaí, el Señor le declaró que los israelitas se habían apartado de él y adoraban a un ídolo. Por lo tanto, Israel era ahora el pueblo de Moisés, y fue este quien los había liberado de Egipto. El Señor dijo: “Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido” (Éxo. 32:7). Anteriormente, el Señor, así como Moisés y Jetro, habían subrayado el hecho de que fue el Señor quien sacó a Israel de Egipto (Éxo. 3:8, 17; 12:17, 51; 13:3, 9, 14, 16, 18; 16:6, 32; 18:1, 10; 19:4; 20:2). Luego de la apostasía, Dios no se identificaba con los israelitas pues estos no lo reconocieron como su Señor. ¡Qué situación tan trágica!

Luego, el Señor ofreció convertir a Moisés en una gran nación (Éxo. 32:10). Moisés demostró la nobleza de su carácter al no considerar siquiera tal ofrecimiento. Su interés desinteresado por la prosperidad del pueblo se mantuvo firme; ninguna ambición personal podía alterarlo. Moisés intercedió por Israel y apeló al Señor señalando que fue Dios quien liberó a Israel, y se refirió a este como “tu pueblo que tú sacaste de Egipto con gran fortaleza, con mano fuerte” (Éxo. 32:11). Gracias a la intervención de Moisés, el Señor “desistió del mal que dijo que haría a su pueblo” (Éxo. 32:14). ¡Cuán poderosa es la oración intercesora!

Después de que Moisés regresó al campamento y vio la rebelión, rompió las dos tablas que contenían el Decálogo, las Diez Promesas que Dios le había dado, un acto que fue el signo externo de lo que los israelitas habían hecho cuando rechazaron al Señor como su Líder. Luego Moisés destruyó el becerro de oro. El pueblo estaba “desenfrenado” (Éxo. 32:25) incluso en presencia de Moisés, por lo que Dios tuvo que intervenir. Había que suprimir a quienes seguían obstinadamente en la rebelión, así que Dios ordenó por medio de Moisés que les dieran muerte. Esta drástica medida era necesaria; de lo contrario, el pueblo de Dios se habría sumido en una ruina irreversible (respecto de esta ejecución, leer Patriarcas y profetas, de Elena de White, pp. 333-338). Al día siguiente, Moisés ascendió nuevamente al monte Sinaí e intercedió por Israel, pidiendo al misericordioso Dios que perdonara a su pueblo por su malvado comportamiento.

 

COMENTARIO

La apostasía del becerro de oro y Aarón

Aarón podría haber evitado la apostasía del becerro de oro si se hubiera mantenido firme en favor de Dios y la verdad. No debería haber cedido a las exigencias idolátricas del pueblo. Cuando se faltó el respeto a Dios y a su siervo Moisés, Aarón debió haber detenido inmediatamente el levantamiento. En cambio, escuchó a los rebeldes y propuso algo incorrecto. Durante la ausencia de Moisés, Aarón debería haber actuado como un líder firme aun al costo de su vida. Dios siempre interviene para defender su causa, y Aarón debería haber confiado en él.

La preocupación de Moisés por la prosperidad del pueblo de Dios se refleja en su pregunta a su hermano Aarón: “Dijo Moisés a Aarón: ‘¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan grande pecado?’ ” (Éxo. 32:21). El hecho de que Aarón cediera a peticiones equivocadas tuvo consecuencias trágicas. Para excusar su comportamiento, Aarón pretendió que había ocurrido un hecho milagroso: “Y yo respondí: ‘¿Quién tiene oro? Apártelo’. Y me lo dieron. Lo eché en el fuego y salió este becerro” (Éxo. 32:24). Aarón hizo referencia a la magia para calmar la ira de Moisés. El pecado ciega a las personas, que a menudo recurren a fabulaciones para encubrir su desobediencia.

“Con Aarón también el Señor se enojó en gran manera” (Deut. 9:20), pero su vida fue perdonada porque Moisés intercedió por él. Aarón se arrepintió sinceramente de este grave pecado, fue restaurado en su posición de liderazgo y más tarde fue ungido como sumo sacerdote (Éxo. 40:12-15). La gracia y la misericordia de Dios son asombrosas.

La oración intercesora

Hay cuatro clases o tipos básicos de oración. Una de ellas es la oración de alabanza o de acción de gracias, mediante la cual agradecemos a Dios por las cosas maravillosas que ha hecho. En este tipo de oración expresamos nuestra gratitud por quién es Dios y por lo que hace en nuestra vida y en la de su pueblo, alabando con alegría por sus numerosas bendiciones. Otra clase de oración es la de arrepentimiento, en la que pedimos humildemente perdón a Dios por nuestros pecados. La tercera clase de oración es de petición. En ella solicitamos cosas específicas, como sabiduría, el Espíritu Santo, alegría, amor, salud, paz, paciencia, dones espirituales, recursos financieros, alimentos, seguridad, protección, etc.

Por último, en la oración de intercesión no oramos por nosotros, sino por otras personas, pidiendo a Dios que intervenga misericordiosamente y les conceda bendiciones especiales o cosas necesarias, como orientación, conversión, hijos, padres, cónyuge, familia, prosperidad, éxito, etc. También podemos orar por los enfermos, perseguidos, heridos, pobres, estudiantes, colegas, bautismos, líderes, gobernantes, etc. La oración de Moisés era una oración de intercesión a causa del pecado. La oración intercesora está rodeada de misterio. Por un lado, Dios hará todo lo posible por cada persona o grupo humano para salvarlos porque los ama. Por otro lado, la oración de intercesión permite a Dios hacer más por las personas en su situación concreta. Se trata de una tensión, y no somos capaces de resolverla por ahora. La buena noticia es que no necesitamos hacerlo. No necesitamos saber con precisión cómo funciona la oración intercesora, pero la Palabra de Dios da testimonio de que funciona, y nuestra experiencia lo confirma. Lo que necesitamos es orar en respuesta obediente a las instrucciones divinas. No necesitamos entender todos los enigmas de la vida para poder orar, sino aceptar la conducción de Dios, confiar en él, seguirlo y orar.

Dios respeta las decisiones de las personas y nunca obliga a nadie a seguirlo, sino que garantiza la libertad. Sin embargo, se nos anima a orar por los demás, incluso por nuestros enemigos. Esta es otra aparente contradicción que somos incapaces de resolver o explicar porque no vemos los entretelones de las batallas espirituales. Solo podemos comprender vagamente esas confrontaciones cuando reflexionamos acerca de ellas en el contexto del Gran Conflicto, cuando observamos la guerra espiritual entre las fuerzas del bien y del mal, la verdad y la mentira, la luz y las tinieblas, Cristo y Satanás. Estos atisbos de comprensión nos ayudan a confiar en que nuestro Señor hará todo lo posible por salvar a todos.

Detrás de la cortina que separa el mundo visible del invisible existen reglas que regulan cómo interactúan los poderes del bien y del mal. Los teólogos hablan de que Dios “permite” actuar a Satanás. John Peckham llama a estas normas “reglas de enfrentamiento” (ver Theodicy of Love: Cosmic Conflict and the Problem of Evil [Baker Academic, 2018], p. 58). Dios permite actuar al Diablo, el cual tiene poder, pero limitado, en virtud de estas “reglas de enfrentamiento” (ver Job 1; 2:6). Estas reglas han sido decididas en el contexto del consejo celestial, donde están representados todos los seres celestiales, además de Dios y Satanás. Estas normas significan que Dios ha concedido a Satanás ciertas “autorizaciones” para demostrar plenamente cómo sería su “reinado”, permitiendo así que todos puedan comparar ambos lados del Conflicto.

Estas regulaciones también significan que Dios no siempre obtiene lo que desea (Isa. 30:15, 18; 66:4; Eze. 18:23; Mat. 7:21; 18:14; 23:37; Luc. 7:30). Además, Dios también está restringido en sus acciones, ya que no puede actuar en contra de estas reglas, pues es fiel a sus promesas. “Una auténtica relación de amor requiere la posibilidad de que las criaturas puedan rechazar la voluntad ideal de Dios” (Peckham, Theodicy of love, p. 139). Dios no restringirá nuestra libertad de elegir en qué lado del Conflicto queremos estar, pues eso impediría el desarrollo pleno del amor entre Dios y sus criaturas creadas. Somos incapaces de resolver esta aparente contradicción porque no vemos detrás del velo de ese conflicto espiritual. Sin embargo, Dios está comprometido “con el florecimiento del amor y las reglas del Pacto” (Peckham, Theodicy of love, p. 140).

Sabemos varias cosas acerca de Dios, pero algunas nos resultan ambiguas o desconcertantes. Pablo afirma que nuestro conocimiento es parcial e incompleto y que percibimos las cosas de manera imperfecta (1 Cor. 13:9, 12). Sabemos que Dios nos ama, nos salva y quiere salvar a todos. También sabemos que podemos confiar en él y depender de sus promesas, cuidado y ayuda. Sabemos que él quiere lo mejor para nosotros. Sabemos que escucha nuestras oraciones y que no podemos manipularlo. Sabemos que las oraciones son importantes y que Satanás tiembla cuando el pueblo de Dios ora, porque las cosas avanzan cuando lo hacemos. No entendemos por qué algunas oraciones son contestadas rápidamente, otras no tanto y algunas nunca, al menos según nuestras expectativas. Dios nos invita a orar, no porque entendamos lo que ocurre entre bastidores o cómo son atendidas nuestras oraciones. No controlamos el resultado de nuestras oraciones, pero se nos invita a orar e incluso se nos ordena hacerlo. Cuando el pueblo de Dios ora, el reino del mal se hace añicos y la causa de Dios puede avanzar misteriosamente.

 

APLICACIÓN A LA VIDA

1. ¿Cómo se explica que los seres humanos tengamos tan poca memoria acerca de las grandes cosas que Dios ha hecho por nosotros? ¡Con qué facilidad olvidamos eso! ¿Cómo podemos revitalizar nuestra experiencia con Dios y recordar en momentos críticos de nuestra vida la bondad de Dios para que podamos tomar decisiones correctas y no pecar contra él?

2. ¿Qué puede ser un becerro de oro en nuestra vida?

3. ¿Cómo podemos estar más atentos para ayudar a quienes necesitan nuestras oraciones? La oración hace que Dios pueda intervenir en nuestra vida y realizar milagros de transformación en nosotros y por nosotros.

4. Moisés oró por los pecadores y ofreció su vida por ellos. Este es un modelo de cómo debemos orar por quienes están entre nosotros y han pecado. Dialoga con tu clase acerca de diferentes situaciones y cómo podemos orar unos por otros en esos casos.

5. La oración intercesora de Cristo por sus discípulos y por nosotros es un modelo de cómo orar por los demás (lee Juan 17). Moisés no necesitó morir para que los pecadores pudieran experimentar el perdón. En el caso de Jesús, nuestro verdadero Intercesor, su muerte fue necesaria para nosotros. ¿Por qué?

6. ¿Cómo podemos orar unos por otros sin ser ofensivos o irrespetuosos?

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