Lección 065 Edición Adultos. 3er Trimestre – A través del Mar Rojo – Sábado 9 de Agosto 2025

EL SÁBADO ENSEÑARÉ…

RESEÑA 

Texto clave: Éxodo 14:13, 14, 30, 31.

Enfoque del estudio: Éxodo 12:31-15:21.

Introducción 

El éxodo es el evento más extraordinario de la historia del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento y aquel en el que intervino de la manera más espectacular. Después de comer el cordero pascual, los israelitas estaban listos para salir de Egipto. El faraón dio finalmente su consentimiento. Muy angustiado, el gobernante egipcio ordenó a Moisés y Aarón que fueran a adorar a su Dios. Todos estaban incluidos: hombres, mujeres, niños y rebaños. Anteriormente, Moisés se había negado a partir si no se permitía a los israelitas hacerlo como familias completas además de su ganado. Dios proveyó también para el futuro de su pueblo, pues no salieron de Egipto con las manos vacías.

Además de rogar a los israelitas que abandonaran el país, los egipcios les dieron todo lo que pidieron: plata, oro y vestiduras, tal como Moisés les había ordenado. Estos artículos fueron una compensación por la remuneración que les había sido injustamente retenida durante tanto tiempo. Más tarde, los israelitas se enfrentarían a la disyuntiva de cómo utilizar estos dones. ¿Ofrendarían las telas, los ornamentos preciosos, el oro, la plata y otros materiales para construir el Tabernáculo (Éxo. 25:1-7) o darían las joyas de oro a Aarón para fabricar el becerro idolátrico de oro (Éxo. 32:1, 2)?

El tema de la “salida” se subraya tanto al principio del relato (Éxo. 12:37-41) como en su progresión (Éxo. 13:21, 22) y en la conclusión, donde se destaca que “el Señor salvó […] a Israel” (Éxo. 14:30, 31).

COMENTARIO 

Antecedentes históricos 

Para comprender el trasfondo histórico de Éxodo 12, considera lo siguiente:

1. Después de 430 años de permanencia en Egipto, Israel era ahora libre para viajar a la Tierra Prometida. Debido a la repetición de la palabra hebrea wayehi en Éxodo 12:41, traducida en distintas versiones bíblicas como “sucedió” (LBLA) o “fue precisamente ese día” (NVI), el texto enfatiza este período al afirmar que “el mismo día en que se cumplían los cuatrocientos treinta años, salieron de Egipto todos los ejércitos del Señor”. En un primer momento, solo José estaba en Egipto; luego llegó toda la familia de Jacob. Al principio eran setenta personas (Éxo. 1:5), pero ahora eran “como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar las mujeres y los niños” (Éxo. 12:37; comparar con Éxo. 38:26), lo que significa que quienes salieron de Egipto fueron unos dos millones de personas. Moisés seguramente recibió entrenamiento militar durante su permanencia en el palacio del faraón, por lo que sabía cómo organizar a un número tan enorme de personas. El texto bíblico menciona que el Señor “sacó de Egipto a los israelitas, ordenados en escuadrones” (Éxo. 12:51; comparar con Éxo.6:26; 7:4; 12:17, 41), lo que significa unidades o batallones “militares”. El éxodo estaba bien organizado; sin embargo, se debe recordar que la caravana solo podía viajar tan rápido como sus integrantes menos resistentes, normalmente niños, ancianos, rebaños y manadas.

2. El éxodo ocurrió probablemente en marzo del año 1450 a. C. según los mejores cálculos de los eruditos conservadores, lo que significa que el inicio de los 430 años de permanencia de los israelitas en Egipto se remontaría al año 1880 a. C. ¿Cómo debe ser computada la extensión este período? Hay dos puntos de vista entre los eruditos conservadores acerca del cómputo correcto: (1) 430 años desde el tiempo de José hasta el éxodo, y (2) 430 años desde Abraham hasta el éxodo. Un análisis de estas dos opciones acerca de la permanencia en Egipto, ya sea solo “en la tierra de Egipto” (según el texto masorético hebreo del Antiguo Testamento) o “en la tierra de Canaán” y “en la tierra de Egipto” (según el Pentateuco Samaritano y la traducción griega antigua del Antiguo Testamento, o Septuaginta), además de la evidencia favorable a una permanencia más breve, está disponible en el Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, pp. 194-196, 313-315, 557).

El Señor luchará por ustedes; ¡no pierdan la calma! 

Los israelitas estaban geográficamente acorralados. Ante ellos estaba el Mar Rojo, a un lado había montañas, y detrás de ellos estaba el poderoso y bien entrenado ejército del faraón (para más detalles, ver las páginas 289 a 292 del capítulo “El Éxodo” en el libro Patriarcas y profetas, de Elena de White). Humanamente hablando, era imposible escapar de esa situación. El pueblo estaba aterrorizado. No es de extrañar que Dios los animara por medio de Moisés con las siguientes palabras: “No teman. Manténganse tranquilos, y verán la salvación que el Señor les dará hoy” (Éxo. 14:13). Mantener la calma y esperar la intervención de Dios no es natural para nosotros. Queremos luchar cuando deberíamos, en cambio, esperar la intervención de Dios, guardar silencio, y avanzar por su gracia y su poder.

Era un momento de gran tensión. ¿Cómo reaccionaría el pueblo? El desarrollo de los acontecimientos fue extraordinario: Dios dio la orden de avanzar. La columna de nube, que representaba la presencia invisible de Dios, se trasladó de la parte delantera a la retaguardia del pueblo, interponiéndose “entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel” (Éxo. 14:20). Moisés extendió su mano. Un viento del este dividió las aguas y dejó al descubierto la tierra seca. Israel marchó a través del corredor abierto en medio del mar. Los egipcios intentaron perseguirlos, pero el Señor confundió al ejército del faraón, y todos los soldados se ahogaron mientras que los israelitas llegaron a salvo al otro lado del Mar Rojo. Así experimentaron la espectacular victoria de Dios al salvarlos.

Egipto representa a quienes se oponen a Dios y lo rechazan. Los egipcios fracasaron por dos motivos: (1) se rebelaron obstinadamente contra Dios, y (2) desearon capturar y esclavizar a los israelitas. La codicia y la violencia los llevaron a la destrucción. Había una enorme diferencia entre servir al Señor, quien concedía gracia, libertad y salvación, y el servicio impuesto por el faraón y caracterizado por la obediencia ciega, las órdenes aterradoras, la esclavitud y, en última instancia, la muerte.

El Señor salva 

En el centro mismo del libro de Éxodo se encuentra la frase crucial: “El Señor salvó ese día a Israel” (Éxo. 14:30), que opera como epicentro teológico de todo el libro, pues todo fluye hacia esa declaración y desde ella. Esta es la única ocasión en que se utiliza esta frase en Éxodo. La salvación vino del Señor. El verbo hebreo yasha’ está repleto de teología, ya que significa “salvar”, “rescatar”, “redimir”, y forma parte del nombre de Jesús (y de Josué e Isaías, entre otros), que significa “el Señor salva” (ver Mat. 1:21). Dios salvó a todos los israelitas, mientras que todo el ejército del faraón pereció: “No quedó ni uno de ellos” (Éxo. 14:28). La victoria del Señor fue gloriosa y total.

En respuesta a la poderosa liberación divina en favor de ellos, los israelitas reverenciaron a Dios y confiaron en él (Éxo. 14:31). El texto menciona que esta reacción positiva ocurrió cuando vieron el despliegue del gran poder del Señor contra los egipcios. Probablemente el objetivo del faraón y su ejército haya sido matar a muchos de los israelitas como demostración de su poder y volver a esclavizar amargamente al resto. Esto no ocurrió gracias a la amorosa y justa intervención de Dios. La respuesta de Israel fue prorrumpir en alabanzas expresadas en forma de cántico.

Los cánticos de Moisés y María 

Como broche de oro del milagro del éxodo, Moisés ordena a los israelitas que alaben al Señor mediante un cántico cuya letra consta de una exquisita poesía cargada de ricas imágenes (el trasfondo de esta alabanza grupal se encuentra en Éxo. 15:19). Los cánticos de Moisés y María eran expresiones de victoria y gratitud. El Señor es presentado en ellos como poderoso Guerrero. La frase culminante es “el Señor reinará por los siglos de los siglos” (Éxo. 15:18), y puesto que es el Rey exaltado y eterno Moisés declara que el Señor es su fortaleza, su canción, su salvación y su Dios; por eso lo alabará y lo exaltará (Éxo. 15:1, 2). Nadie es como él, “magnífico en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas” (Éxo. 15:11). Moisés se dirige al Señor y lo glorifica: “Con la grandeza de tu poder has trastornado a los que se levantaron contra ti” (Éxo. 15:7), y continúa: “En tu bondad condujiste a este pueblo que rescataste; lo llevaste con tu poder a tu santa morada” (Éxo. 15:13). Este lugar, al que se hace referencia en Éxodo 15:17, se denomina “santuario” y está situado “en el monte de tu herencia”. El poema es un cántico profético que tiene en mente el templo de Jerusalén.

La canción está formada por siete estrofas temáticas: (1) la exaltación de Dios (vers. 1-3); (2) la victoria del Señor sobre el faraón (vers. 4, 5); (3) la majestuosa grandeza de Dios (vers. 6, 7); (4) el poder creador y el juicio del Señor (vers. 8-10); (5) la singularidad de Dios (vers. 11); (6) el amor del Señor y la redención de su pueblo de manos de sus enemigos (vers. 12-16a); y (7) el descanso que Dios da como Rey a su pueblo en la Tierra Prometida (vers. 16b-18). En Éxodo 15:6, 11 y 16 se repiten dos frases como un recurso enfático. El poema se hace eco del relato de la Creación de Génesis 1 y 2, y señala así un nuevo comienzo para el pueblo de Dios, la creación de Israel como nación liberada.

María era considerada una profetisa. Su breve cántico (Éxo. 15:21) repite muchos de los motivos del de Moisés (Éxo. 15:1), pero hay una diferencia importante entre ambas expresiones de alabanza. María insta enfáticamente (se utiliza una forma verbal imperativa) a todas las mujeres a alabar al Señor con panderos. Su corazón rebosa de gratitud y lidera a las demás en la expresión del mismo sentimiento. Lo más probable es que ellas entonaran todo el cántico, abreviado en el relato escrito, con las primeras líneas como título.

En el mar de cristal, los redimidos cantarán el cántico de Moisés y del Cordero (Apoc. 15:2-4). Estos himnos de liberación y victoria reflejan el amor, la justicia y el poder de Dios.

El apóstol Pablo emplea la imagen del cruce del Mar Rojo como metáfora del bautismo de Israel en Cristo (ver 1 Cor. 10:2).

 

APLICACIÓN A LA VIDA 

1. Confiar en el Señor y en sus promesas es a menudo difícil, especialmente en tiempos peligrosos, cuando su ayuda no es visible y no llega inmediatamente. ¿Qué significa mantener la calma para ver la liberación de Dios?

2. El Señor dijo a Moisés que no solo orara, sino también siguiera adelante. ¿Lucha Dios en lugar de nosotros en todas las situaciones de la vida o espera que hagamos nuestra parte en respuesta a su conducción? ¿Cómo podemos saber cuándo esperar y cuándo actuar?

3. ¿Por qué necesita Dios a menudo animarnos diciéndonos: “No temas”? ¿Por qué nos desanimamos tan fácilmente?

4. ¿Cómo fue glorificado el Señor mediante la derrota del faraón y su ejército? ¿En qué consiste la gloria de Dios?

5. ¿Cómo podían los egipcios saber que Dios estaba actuando mediante las calamidades que se abatían sobre su tierra?

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