Sábado, Octubre 04
Sorprendidos por la gracia
Lee para el estudio de esta semana
Josué 2: 1-21; Números 14: 1-12; Hebreos 11: 31; Éxodo 12: 13; Josué 9; Nehemías 7: 25.
Para memorizar
«Por la fe no pereció la prostituta Rajab junto con los incrédulos, porque recibió en paz a los espías» (Heb. 11: 31, RVA-2015).
«¿Por qué lo hice otra vez?». Quizá todos hayamos dicho eso en más de una ocasión, ya que la historia no es lo único que se repite. Los humanos también volvemos a cometer los mismos errores.
Israel tenía ante sí una segunda oportunidad de entrar en la Tierra Prometida, y Josué tomó en serio su misión. El primer paso era tener una idea clara de aquello a lo que se enfrentaban. Para ello, envió a dos espías para que le trajeran información valiosa acerca del territorio a conquistar: su sistema de defensa, su preparación militar, sus reservas de agua y la actitud de la población ante una fuerza invasora.
Podría pensarse que la promesa de Dios de entregar la tierra a los israelitas no requería ningún esfuerzo por su parte. Sin embargo, la seguridad del apoyo divino no anulaba la responsabilidad humana. Israel estaba por segunda vez en la frontera de Canaán. Las expectativas eran elevadas. La última vez que Israel había estado en la frontera, con la misma tarea, el resultado había sido un fracaso abismal.
Esta semana exploraremos dos de los relatos más fascinantes del libro de Josué y descubriremos su relevancia para nuestra fe hoy. La gracia de Dios tiene infinitas posibilidades de sorprendernos.
Domingo, Octubre 05
Segunda oportunidad
Lee Josué 2: 1 y Números 13: 1, 2, 25-28, 33; 14: 1-12. ¿Por qué Josué comenzó la misión de conquistar la Tierra Prometida enviando espías?
El lugar desde el que fueron enviados los dos espías es llamado Sitim («acacias») en el texto hebreo de Josué 2: 1, o Abel-Sitim («prado de las acacias») en Números 33: 49, y nos recuerda dos episodios negativos de la historia de Israel.
El primero es otro incidente de espionaje (ver Núm. 13) que presenta los mismos elementos básicos: la misión encomendada a los espías, la incursión secreta de ellos en territorio enemigo, su regreso, el informe acerca de sus hallazgos y la decisión de actuar sobre la base de ese informe.
El otro incidente en Sitim representa una de las violaciones más desafiantes e idólatras del pacto: los israelitas, instigados por Balaam, se entregaron al libertinaje con las mujeres moabitas y adoraron a sus dioses (Núm. 25: 1-3; 31: 16). En este contexto, el nombre de Sitim crea una tensión extraordinaria en cuanto al desenlace de toda la historia. ¿Será otro fracaso en la frontera de la Tierra Prometida? ¿O conducirá al tan esperado cumplimiento de la antigua promesa?
Lee Juan 18: 16-18, 25-27; 21: 15-19. ¿Qué paralelismos descubres entre la segunda oportunidad dada a Israel como nación y la que recibió Pedro?
El Señor es un Dios de segundas (¡y muchas otras más!) oportunidades. La Biblia llama «gracia» a las oportunidades adicionales. Gracia es simplemente algo que no merecemos. La Biblia está repleta del concepto de gracia (comparar con Rom. 5: 2; 11: 6; Efe. 2: 8). Dios ofrece misericordiosamente a todos la posibilidad de un nuevo comienzo (Tito 2: 11-14). Pedro mismo experimentó esa gracia e instó a la iglesia a crecer en ella (2 Ped. 3: 18). Y las noticias son aún mejores: tenemos mucho más que una segunda oportunidad. ¿Qué sería de nosotros si así no fuera?
Piensa en la segunda oportunidad que Dios concedió a los israelitas de entrar en Canaán, y en la gracia concedida a Pedro después de que negó a su Señor. ¿Qué nos enseñan estos incidentes acerca de la gracia que debemos ofrecer a quienes la necesitan?
Lunes, Octubre 06
Valor en lugares inesperados
Lee Josué 2: 2-11; Hebreos 11: 31 y Santiago 2: 25. ¿Qué nos dicen estos textos acerca de Rahab?
Un aspecto central de la historia de Rahab es la mentira que dijo para proteger a los espías. Al considerar ese engaño debemos tener presente que ella estaba inmersa en una sociedad extremadamente pecaminosa, lo que finalmente desembocó en el juicio de Dios (Gén. 15: 16; Lev. 18: 25-28; Deut. 9: 5). Si bien es cierto que el Nuevo Testamento elogia la fe de ella, un análisis cuidadoso de las referencias del Nuevo Testamento al accionar de Rahab revela que el registro bíblico no avala todo lo que hizo en esa ocasión ni aprueba la mentira que dijo.
Hebreos 11: 31 confirma la fe demostrada por Rahab al ayudar a los espías en lugar de elegir aferrarse a la corrupta cultura en la que estaba. Santiago 2: 25 elogia su ofrecimiento de alojamiento a los dos israelitas y su indicación de cómo regresar por una ruta segura. En medio de una cultura decadente y corrupta, y del propio estilo de vida pecaminoso de Rahab, Dios, en virtud de su gracia, vio una chispa de fe a través de la cual podía salvarla. Dios utilizó lo que había de bueno en Rahab, su fe en él y su decisión de pertenecer a su pueblo, pero nunca elogió todo lo que ella hizo. Dios valoró a Rahab por su valentía excepcional, por su fe, por ser agente de salvación y por elegir al Dios de Israel.
Al ver lo que estaba sucediendo, ella declaró: «Porque el Señor su Dios es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra» (Jos. 2: 11). Es significativo que una mujer cananea reconociera que el Señor era el único Dios, sobre todo en la azotea de su casa, donde los paganos acostumbraban ofrecer plegarias a sus presuntas deidades celestiales.
La expresión utilizada por Rahab solo aparece anteriormente en la Biblia en el contexto del derecho exclusivo de Dios a recibir culto (Éxo. 20: 4; Deut. 4: 39; 5: 8). Sus palabras daban testimonio de su decisión meditada y consciente de reconocer que el Dios de los israelitas era la única deidad verdadera. Su confesión demostraba que comprendía la estrecha relación existente entre la soberanía de Dios y el juicio al que Jericó estaba condenada.
La decisión moral que tomó significaba que reconocía que, a la luz del juicio de Dios, solo había dos opciones: continuar en rebelión contra él y ser aniquilada, o aceptar por fe la misericordia divina. Al elegir al Dios de los israelitas, Rahab se convirtió en un ejemplo de lo que pudo haber sido el destino de todos los habitantes de Jericó si hubieran aceptado la misericordia del Dios de Israel.
¿Qué nos enseña esta historia acerca de la lealtad total que debemos a Dios?
Martes, Octubre 07
Nuevo pacto
Lee Josué 2: 12-21 y Éxodo 12: 13, 22, 23. ¿Cómo nos ayuda este texto de Éxodo a entender el acuerdo entre los espías y Rahab?
El trato de Rahab es muy claro: vida por vida y bondad a cambio de bondad. La palabra hesed (Jos. 2: 12), traducida en distintas versiones bíblicas como «compasión», «bondad», «misericordia», etc., tiene una riqueza de significado difícil de expresar con una sola palabra en otros idiomas, ya que se refiere principalmente a la lealtad al pacto junto con la noción de fidelidad, misericordia, benevolencia y bondad.
Las palabras de Rahab también evocan a Deuteronomio 7: 12, donde Dios mismo juró dispensar su hesed a Israel: «Entonces, por haber oído estos preceptos, y haberlos guardado y puesto por obra, el Señor tu Dios guardará contigo su pacto y su constante amor [hesed], que con juramento prometió a tus padres».
Curiosamente, el mismo capítulo (Deut. 7) prescribe la prohibición (herem) divina de hacer pactos o alianzas con los cananeos. Aquí está Rahab, una cananea que está incluida en dicha prohibición pero reclama, por su fe naciente, las promesas que fueron dadas a los israelitas. Como resultado, es librada de la destrucción.
La primera imagen que inevitablemente viene a la mente en relación con el diálogo entre los espías y Rahab es la Pascua en vísperas del Éxodo. En esa ocasión, para que los israelitas estuvieran protegidos, debían permanecer dentro de sus casas y marcar los postes y dinteles con la sangre del cordero sacrificado. «Y la sangre será la señal de las casas donde ustedes estén. Al ver la sangre, pasaré de largo, y no habrá entre ustedes mortandad cuando yo hiera la tierra de Egipto» (Éxo. 12: 13; ver también Éxo. 12: 22, 23).
«Mediante su obediencia el pueblo debía mostrar su fe. Asimismo todo aquel que espera ser salvo por los méritos de la sangre de Cristo debe comprender que él mismo tiene algo que hacer para asegurar su salvación. Únicamente Cristo puede redimirnos de la pena de la transgresión, pero nosotros debemos volvernos del pecado a la obediencia. El hombre es salvo por la fe, no por las obras; sin embargo, su fe debe manifestarse por sus obras» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 283).
En el caso de la Pascua, la sangre fue una señal que salvó a los hebreos del ángel destructor de Dios. Así como Dios perdonó la vida de los israelitas durante la última plaga en Egipto, ellos debían resguardar la vida de Rahab y de su familia cuando la destrucción llegara a Jericó.
¿Qué poderoso mensaje podemos encontrar en estas dos historias? ¿Qué lecciones relacionadas con el evangelio podemos extraer de ellas?
Miércoles, Octubre 08
Valores enfrentados
Lee Josué 9: 1-20. ¿Qué semejanzas y diferencias existen entre la historia de Rahab y la de los gabaonitas? ¿Por qué son significativas esas semejanzas y diferencias?
Este capítulo de Josué comienza relatando la decisión de cinco reyes cananeos de pequeñas ciudades-estado de crear una coalición contra los israelitas. A diferencia de ellos, los habitantes de Gabaón decidieron hacer una alianza con Israel.
Con el fin de engañar a los israelitas para que concertaran un pacto con ellos, los gabaonitas recurrieron al ardid de presentarse como embajadores de un país lejano. Según Deuteronomio 20: 10 al 18, Dios hizo una distinción entre los cananeos y las personas que vivían fuera de la Tierra Prometida.
La palabra traducida como «astutamente», o «con astucia», puede tener un sentido positivo que denota prudencia y sabiduría (Prov. 1: 4; 8: 5, 12) o negativo cuando designa una intención criminal (Éxo. 21: 14; 1 Sam. 23: 22; Sal. 83: 3). En el caso de los gabaonitas, detrás de su acción engañosa se escondía una intención de autopreservación.
El discurso de los gabaonitas es sorprendentemente similar al de Rahab. Ambos reconocen el poder del Dios de Israel y que el éxito de este pueblo no es simplemente una hazaña humana. A diferencia de otros cananeos, no se rebelan contra el plan divino de conceder la tierra a los israelitas y admiten que el Señor mismo está expulsando a estas naciones ante Israel. Las noticias de la liberación de Egipto y las victorias sobre Sehón y Og impulsan tanto a Rahab como a los gabaonitas a procurar un pacto o alianza con los israelitas. Sin embargo, en lugar de reconocer plenamente su disposición a someterse al Dios de Israel, como lo hizo Rahab, los gabaonitas recurren a un subterfugio.
La ley de Moisés establecía disposiciones para conocer la voluntad de Dios en casos como este (Núm. 27: 16-21). Josué debería haber preguntado al Señor cuál era su voluntad y haber evitado así el engaño de los gabaonitas.
El deber fundamental de un líder teocrático, y de cualquier líder cristiano, es hacer la voluntad de Dios (1 Crón. 28: 9; 2 Crón. 15: 2; 18: 4; 20: 4). Al descuidarla, los israelitas se vieron obligados a violar las condiciones fundamentales de la conquista de la tierra o a romper un juramento hecho en nombre del Señor, lo cual lo convertía en obligatorio.
¿Cuántas veces te has encontrado luchando entre lo que parecen ser dos valores bíblicos opuestos?
Jueves, Octubre 09
Gracia sorprendente
Lee Josué 9: 21-27. ¿Cómo combinó la solución de Josué la justicia con la gracia?
Aunque el pueblo de Israel hubiera querido atacar a los gabaonitas, no se les habría permitido hacerlo debido al juramento de los jefes de la congregación. Los líderes israelitas actuaron de acuerdo con el principio de que un juramento, siempre que no implique maldad o intención criminal (Jue. 11: 29-40), es vinculante, u obligatorio, incluso si conduce a un perjuicio personal.
En el Antiguo Testamento, ser prudente antes de hacer un juramento y cumplirlo se consideran virtudes de los piadosos (Sal. 15: 4; 24: 4; Ecle. 5: 2, 6). Puesto que el juramento se hacía en nombre del Señor, el Dios de Israel, los dirigentes no podían modificarlo.
El destino de Israel quedaba indisolublemente unido al de los gabaonitas en virtud del solemne juramento de los dirigentes de Israel. De hecho, al ser designados leñadores y aguadores para la casa de Dios (Jos. 9: 23), los gabaonitas se convirtieron en parte integrante de la comunidad cúltica de Israel. La respuesta de Josué, en contraste con el veredicto de los gobernantes de Israel, que decretaba la servidumbre en beneficio de «toda la congregación» (Jos. 9: 21), transformó la maldición en una bendición potencial para los gabaonitas (comparar con 2 Sam. 6: 11).
La historia posterior de Gabaón atestigua los elevados privilegios religiosos de los que gozaba la ciudad, así como su lealtad al pueblo de Dios. El voto hecho por Israel se mantuvo a través de las generaciones, de modo que cuando los israelitas regresaron del cautiverio babilónico, los gabaonitas estaban entre quienes ayudaron a reconstruir Jerusalén (Neh. 7: 25). Sus acciones tendrán consecuencias positivas eternamente, pero solo por la gracia de Dios.
¿Qué habría sucedido si los gabaonitas hubieran revelado su identidad y pedido misericordia como hizo Rahab? No lo sabemos, pero no podemos descartar la posibilidad de que incluso una consulta a la voluntad de Dios podría haber exceptuado a los gabaonitas de la destrucción. El propósito último de Dios no es castigar a los pecadores, sino verlos arrepentirse y concederles su misericordia (comparar con Eze. 18: 23; 33: 11). El subterfugio de los gabaonitas ha de percibirse como una apelación a la misericordia de Dios, a su carácter bondadoso y justo. Fue la negativa de los cananeos a arrepentirse y su desafío a los propósitos de Dios lo que condujo a su aniquilación (Gén. 15: 16). Dios honró el reconocimiento de su supremacía por parte de los gabaonitas, así como su deseo de paz en lugar de rebelión, y su voluntad de abandonar la idolatría y adorar al único Dios verdadero.
Viernes, Octubre 10
Para estudiar y meditar
Lee las páginas 458 y 459 del capítulo «El cruce del Jordán» en el libro Patriarcas y profetas de Elena G. de White.
Después del episodio de Rahab y los espías, el resto del Antiguo Testamento guarda silencio acerca de ella hasta que reaparece en la genealogía de Jesús, donde se dice que fue esposa de Salmón, de la tribu de Judá, antepasado de Booz, y suegra de Rut, otra mujer notable mencionada en la misma genealogía (Mat. 1: 5; comparar con Rut 4: 13, 21). Por su fe en Dios, la prostituta de Jericó, la ciudad condenada a la destrucción total, se convirtió en un eslabón importante del linaje real de David y en antecesora del Mesías. He allí lo que Dios es capaz de lograr por medio de la fe, aunque esta solo sea del tamaño de un grano de mostaza (Mat. 17: 20; Luc. 17: 6).
«Su conversión [la de Rahab] no fue un caso aislado de la misericordia de Dios hacia los idólatras que reconocían su autoridad divina. En medio de aquella tierra, un pueblo numeroso, el de los gabaonitas, renunció a su paganismo, y uniéndose con Israel participó en las bendiciones del pacto.
»Dios no hace distinción por causa de nacionalidad, raza o casta. Él es el Creador de toda la humanidad. Por la creación, todos los hombres pertenecen a una sola familia; y todos constituyen una por la redención. Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del templo, a fin de que toda alma tuviera libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo llena todo. Arrebata de la influencia satánica a aquellos que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que rodea e1 arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío ni griego, ni esclavo ni hombre libre» (Elena G. de White, Profetas y reyes, p. 249).
Preguntas para dialogar:
Analiza la cuestión de las «segundas oportunidades» (y otras más) y cómo debemos ofrecerlas a los demás. Al mismo tiempo, ¿qué cuidados debemos tener para no abusar de este concepto? Piensa, por ejemplo, en el caso de una mujer que es víctima de una relación abusiva, a quien se le aconseja seguir manifestando «gracia» hacia un abusador reincidente. ¿Cómo encontramos el equilibrio adecuado en situaciones como esta?
Dialoga en tu clase acerca de Rahab como modelo de fe. ¿Cómo podemos apreciar la disposición de las personas a aceptar a Dios aunque su estilo de vida diste mucho del ideal bíblico? ¿De qué manera es posible reconocer y apreciar su fe sin que por ello aprobemos algunas de sus prácticas?
Josué supo combinar de forma práctica la justicia y la gracia para resolver el aprieto causado por el engaño de los gabaonitas y por su propia negligencia al no consultar al Señor. Piensa en una situación de tu vida que requiera tanto justicia como gracia. ¿Cuáles son algunas formas prácticas de fusionarlas?