Leccion 2. Las decisiones que tomamos (2T 2019—Las etapas familiares)
Textos bíblicos: Efesios 1:1–4; Mateo 22:35–37; Mateo 7:24, 25; Proverbios 18:24; 1 Cor. 15:33; Eclesiastés 2:1–11; Josué 24:15.
Citas
● Son nuestras elecciones, Harry, las que demuestran lo que realmente somos, incluso más que nuestras habilidades.” J.K. Rowling
● Algunas personas son pragmáticas, toman las cosas a medida que avanzan y aprovechan las mejores opciones a su alcance. Algunas personas son idealistas, defienden sus principios y se niegan a transigir. Y algunas personas simplemente actúan según el capricho que les venga a la cabezas. Pragmáticamente convierto mis caprichos en principios. Bill Watterson, Calvin and Hobbes
● Se ha vuelto normal comprar ropa para vestirnos para ir a trabajar, y manejar el carro que aún estamos pagando, a fin de mantener ese trabajo que necesitamos para pagar esa ropa y ese auto, así como la casa que dejamos vacía todo el día para poder irnos a trabajar y conseguir el dinero para vivir en ella. Ellen Goodman
● La actitud es una elección. La felicidad es una elección. El optimismo es una elección. La amabilidad es una elección. Dar es una elección. El respeto es una elección. Sea cual sea tu elección, ésta te define. Elige con sabiduría. Roy T. Bennett
● Una vez que admita “estoy aquí por las decisiones que tomé ayer”, puede entonces declarar “decido ser algo distinto mañana” Stephen R. Covey
● Somos nuestras decisiones. Jean-Paul Sartre
● ¿Amigo o enemigo? Nuestra visión inconstante de Dios. La mayoría de nosotros descubre que nuestra visión de Dios vacila significativamente. M. Blaine Smith
Para debatir
¿En qué basamos nuestras elecciones? Si bien algunas decisiones son más importantes que otras, ¿cómo las diferenciamos? ¿Qué hay de ciertas elecciones como nuestro compañero de vida? ¿Cómo decidimos eso? Más importante aún, ¿cómo decidimos cuál tipo de persona es Dios? ¿Querríamos pasar toda la eternidad con un Dios que no nos gusta?
Resumen bíblico
Efesios 1: 1–4 nos recuerda que Dios nos eligió a nosotros. El mandamiento más grande es la elección de amar (Mat. 22: 35–37). Necesitamos poner nuestro fundamento sobre la roca (Mateo 7:24, 25). Tenemos un Amigo que está más cerca que un hermano (Prov. 18:24). No se dejen engañar: “las malas compañías dañan el buen carácter.” 1 Cor. 15:33 VBL. Salomón demostró la inutilidad del placer (Eclesiastés 2: 1–11). Josué hizo un llamado al pueblo para tomar una decisión, pero él tomó su propia decisión muy clara: “en cuanto a mí y a mi familia, ¡adoraremos al Señor!” (Josué 24:15 FBV).
Comentario
La banda irlandesa The Cranberries dice en una de sus canciones: “Soy libre de decidir”, como una declaración de convicción de la que muchos filósofos estarían orgullosos hoy día. El problema es que tal convicción no encaja en la supuesta realidad de un mundo determinista. En la visión metafísica popular que generalmente se denomina “científica”, no hay espacio para un proceso de elección ni una forma lógica en que los seres humanos puedan poseer el libre albedrío.
Porque si el universo – y este es un ‘si’ colosal y cósmico – …y todo lo que hay en él ha surgido a partir de procesos físicos gobernados por leyes mecanicistas desde su origen (sea cual sea el “bang”), entonces los conceptos de libre albedrío, ética y moral son una ilusión. Cualquier “decisión” (si lo es realmente) es solo una respuesta condicionada a un conjunto de estímulos, y el resultado es predecible, e incluso predeterminado. “Suponiendo que no hubiera una mente inteligente y creativa detrás del universo, entonces, en ese caso nadie ha diseñado mi cerebro con el propósito de pensar”,
comenta C.S. Lewis.
Semejante actitud fatalista desafía al individuo en este mundo moderno y mecanicista. Porque si soy simplemente el producto de una variedad de leyes que operan en lo físico, entonces soy una máquina, por muy compleja que pueda ser. Es por eso que algunos han argumentado que el concepto de libre albedrío es falso, que la idea misma de que somos libres de tomar decisiones es una ilusión. La mayoría de nosotros nos rebelamos contra tal idea. Nuestra propia experiencia, incluso nuestra propia conciencia y nuestra existencia nos dicen lo contrario. Incluso en ese caso tenemos que tomar una decisión. O bien el universo está determinado, o no lo está. O bien somos el producto de la interacción de las leyes matemáticas, o no lo somos. O tenemos libre albedrío, o no lo tenemos. Los evolucionistas teístas, los deístas e incluso los que abogan por la teología del proceso intentan salvar una brecha infranqueable y explicar por qué podemos tener libertad en un universo que vino a la existencia de manera arbitraria.
Mi análisis: Soy libre de decidir. Mi marco de referencia y mi alcance pueden ser limitados, pero aún así elijo, libremente y sin ineludible compulsión de mi herencia, mi entorno o la intervención divina. Y si tengo razón en mi conclusión, entonces muéstrame de dónde vino este libre albedrío. Preferiría aceptar una razón divina —la única explicación en mi opinión, y alegrarme por tal libertad— que aceptar la alternativa de la inutilidad moral y ética en un universo sin significado, objetivo o propósito. Dios nos permite elegir, y todos debemos asumir la responsabilidad de las consecuencias de esas
elecciones. Como Isaac Singer lo expresa sucintamente: “Tenemos que creer en el libre albedrío. No tenemos otra opción “.
Comentarios de Elena de White
Ustedes pasarán por este mundo solamente una vez. Por lo tanto, no elijan como compañeros a jóvenes y señoritas que los induzcan a seguir por el mal camino. Aléjense de estos tentadores, pues son instrumentos al servicio de Satanás, utilizados por él a fin de engañar a las almas para que deshonren al Señor… No den al enemigo ventaja alguna. Estudien la historia de Daniel y de sus amigos. Aunque se encontraban en un medio donde la tentación los asediaba de continuo, Daniel y sus compañeros honraron y glorificaron a Dios en su vida diaria. Habían tomado la decisión de evitar toda clase de mal y se negaron a ponerse en la senda del enemigo. Y la rica bendición de Dios premió
esa firme lealtad.{El Cristo Triunfante, p. 177}
Preparado y escrito por: © Jonathan Gallagher 2019
Traducción: Shelly Barrios De Ávila