Nuestro estudio de la vida después de la muerte debe incluir nuestra recompensa final de vivir en la tierra hecha nueva. Esta última semana de nuestro estudio repasará temas como…
- La realidad de un cielo y una tierra nuevos (domingo)
- El propósito de que el templo de Dios esté allí (lunes)
- Lo que significa estar en la presencia de Dios (martes)
- El fin de la muerte y del dolor (miércoles)
- Llevar el nombre de Dios en la frente (jueves)
Experimentar un cielo y una tierra nuevos ha sido la bendita esperanza del pueblo de Dios durante generaciones.
Texto de memoria: El que estaba sentado en el trono dijo: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: ‘Escribe, porque estas palabras son verdaderas y fieles’. “Apocalipsis 21:5 LBLA
Aunque los burladores se burlan de la idea del cielo, alegando la falta de pruebas de tal resultado para nuestro planeta, los cristianos siguen esperando el fin definitivo del pecado y el sufrimiento y una existencia de alegría y belleza en una tierra hecha nueva.
Los mismos burladores fueron predichos en las Escrituras (2 Pedro 3:3, 4). Tanto si sus burlas desembocan en escarnio como si se limitan a la apatía, Satanás se regocija cuando no reconocemos que van a suceder acontecimientos trascendentales. Nos libera de toda necesidad de prepararnos para esos acontecimientos.
Nuestra cultura moderna bebe mucho de la filosofía griega, que subraya que el mundo físico es intrínsecamente malo y que el bien sólo puede venir del reino espiritual. Esto ha influido en que el cristianismo en su conjunto conciba el cielo como un lugar totalmente espiritual, no como un hogar real y concreto para los redimidos.
Sin embargo, muchos pasajes bíblicos hablan del nuevo cielo y la nueva tierra como un lugar real y físico. Allí encontraremos fuentes de agua viva y el árbol de la vida. El pueblo de Dios, durante tanto tiempo peregrino y errante, encontrará un hermoso hogar donde la paz y la alegría rebosarán y durarán toda la eternidad. No más enfermedad, no más muerte, no más despedidas. Todo lo necesario para nuestro bienestar será suministrado allí.
Aunque Isaías, llamado el profeta de la esperanza, describió un nuevo cielo y una nueva tierra en sus últimos capítulos (Isaías 65:17), se le dio una visión de cómo la iglesia, conocida entonces como Israel, sería bendecida por Dios, si continuaban siguiéndole con amorosa obediencia.
La descripción que hace Isaías podría aplicarse fácilmente a la recompensa final de la iglesia cristiana del Nuevo Testamento. Puesto que el evangelio se ha extendido tanto a judíos como a gentiles (Mateo 28:18-20 y 1 Pedro 2:9), observamos que la descripción de Isaías suena muy similar a las que se dan en 2 Pedro 3:13 y Apocalipsis 21:1-5.