No somos solo espectadores, observando el trabajo redentor de Dios, sino los participantes completos en él.Los creyentes pueden experimentar su resurrección, ascensión al cielo y la coronación final cuando están justificados y bautizados, luego santificados y preparados para el cielo, y coronados con él en el cielo en el juicio final.
Todo el proceso de nuestra redención implica relaciones. Debemos trabajar con Dios (desarrollando una relación vertical con él), y para los demás (nuestras relaciones horizontales con los que están dentro y fuera de la iglesia), los principios que encontramos en los diez mandamientos de Dios.