Piensa en lo que quiso decir Jesús cuando nos dijo que podíamos tener cualquier cosa, si la pedíamos en su nombre (Juan 14:14). ¿Se cumplirán todas nuestras peticiones, cuando creamos en Dios?
Jesús explicó a sus discípulos en estos versículos cómo el Padre se revela a través de su Hijo. Podían confiar en que Jesús les mostraría el camino al cielo (Juan 14:1-3). Él era “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). Jesús tenía una conexión muy real y vital con su Padre celestial (Juan 14:10).
Si creemos y seguimos a Jesús, podemos estar seguros de que nuestras oraciones llegarán al Padre (Juan 14:12-14). Orar en el nombre de Jesús es la forma recomendada para sentirnos cerca de Dios nosotros mismos. Por eso mucha gente termina sus oraciones con “en el nombre de Jesús”. Al hacerlo, estamos pidiendo la voluntad de Dios, no la nuestra, tal como oró Jesús en el Huerto de Getsemaní.
¿Todas nuestras oraciones serán respondidas como esperamos? Probablemente no. Pero podemos estar seguros de que la solución de Dios será la mejor a largo plazo para todos los implicados. Su voluntad y su camino no fallan. Recordar que rezamos “en el nombre de Jesús” nos animará y dará fuerza en nuestras horas más oscuras.
Meditar en el poder de Dios que se manifestó en la resurrección de Cristo, y contemplar el lugar de autoridad en el cielo donde ahora se sienta, debería darnos fuerza en nuestros momentos de sufrimiento. Esta maravillosa manifestación de Dios se describe bien en Efesios 1:18-23.
El poder exhibido en la extraordinaria resurrección del Hijo de Dios proporciona esperanza cuando nos encontramos en nuestra propia sombra de muerte. Impulsado por el amor de Dios por nosotros, este acontecimiento nos da un renovado sentido de posibilidad para la transformación necesaria y la esperanza de nuestro futuro eterno con Él.
Imagínese cómo el hecho de presenciar al Señor resucitado debió reforzar la fe y la perseverancia de sus discípulos. Cada uno de ellos se enfrentó a una enorme persecución y sufrimiento por su fe en los años que siguieron a la muerte de Jesús. Saber que su Amigo estaba en un lugar tan alto de autoridad en el cielo debe haber aligerado sus pesados corazones y les dio valor para soportar sus duras circunstancias.
