Antes de dar órdenes, Dios le recordó al pueblo sus acciones amorosas para asegurar su liberación de la esclavitud en Egipto (Éxodo 20:2). Habían visto hasta dónde llegaría Dios para mostrar su misericordia y amor por ellos. Ahora era el momento de que aprendieran a amarlo a Él.
La primera tabla contenía cuatro formas en que podían mostrar reverencia a Dios. Sería honrado si lo hicieran primero, dejaran de inclinarse ante otros dioses, usaran Su nombre de manera responsable y se mantuvieran santos el día que Él les dio para celebrar Su creación.
Aunque a menudo olvidarían estos mandamientos (incluso especificó que recordaran el cuarto), mantener los últimos seis mandamientos en la segunda tabla resultaría igual de difícil, si no más. Estos mandamientos tienen que ver con nuestro amor por los demás. Tratar a nuestro prójimo con amor y respeto es una parte importante de amar a Dios.
Constantemente necesitamos respetar a nuestros padres, la vida, el matrimonio, la propiedad de los demás, la reputación de los demás y a nosotros mismos al no aferrarnos a deseos egoístas que debilitan nuestra conexión espiritual con Dios.