La promesa de Jesús de regresar a esta tierra ha sido la esperanza bendita de generaciones de cristianos fieles. La primera iglesia apostólica, muchos de los reformadores protestantes y los peregrinos que llegaron al Nuevo Mundo abrazaron con alegría esta promesa. Al igual que ellos, debemos mantener nuestro enfoque en la tierra renovada. Será un mundo de paz y alegría: el fin del sufrimiento y la muerte que ahora soportamos.
Sin embargo, Satanás ha hecho todo lo posible para que la Segunda Venida sea algo aterrador, no algo que deba aceptarse. Ha distorsionado la verdad sobre lo que sucede después de la muerte, haciendo que sea más fácil inculcar temor a Dios, en lugar de amor. La forma y el momento de Su Venida han sido confusos y mal entendidos.
Pablo consoló a los tesalonicenses cuando vieron morir a sus seres queridos antes del gran acontecimiento de Su Venida (1 Tesalonicenses 4:13-18). Su recordatorio de que la muerte no era más que un sueño, un tiempo temporal para descansar en la tumba, alivió su dolor, como debería aliviar el nuestro. Hay una gran resurrección que esperamos compartir. Juntos encontraremos al Señor.